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Que proliferen nuevos escenarios no es algo frecuente en Buenos Aires. En el autodenominado “último show de la década”, Babasónicos tomó por asalto y debutó en el Completo Art Media en el barrio de Chacarita y subió un poco más la vara: no solamente repasó prácticamente entero Discutible, su último álbum, sino que se permitió repasar clásicos y gemas de sus primeros discos con una gran contundencia sonora y visual.
"Chicas ricas no le tengan miedo esto es sólo una fiesta popular" se lo escuchó cantar a un vibrante y seductor Adrián Dárgelos en un inicio potente con Fiesta Popular, mientras es respaldado por el resto de la formación de Babasónicos. De allí emergieron entre juegos circulares de incandescentes luces con sonidos amalgamados desde la seductora guitarra de Mariano Roger, la sincronizada batería de Panza Castellano, los mágicos e hipnóticos teclados de Diego Tuñón y la versatilidad instrumental de Diego Rodríguez. Sumado al imprescindible soporte versátil de Carca y el bajo preciso y sincronizado de “Tuta” Torres.
Desafiantes, arrogantes y vanguardistas sonoros, Babasónicos una vez más logró ganarse al público y plantar bandera con su propuesta particular que hoy los ve culminando un año exitoso tras la gira de su último trabajo, “Discutible”. Una especie de manifiesto -tras 21 discos de estudio- que desborda avasallantes ideas sobre los tiempos de crisis y que se dieron el lujo de tocar pseudo-completo durante las casi dos horas de recital. El Completo Art Media casualmente es el mismo lugar que eligió el presidente electo Alberto Fernández como bunker de campaña para las últimas elecciones presidenciales.
Para los amantes de los clásicos en el setlist faltó "Los calientes", el hit indiscutible de su ponderado "Jessico" que se justificó gracias a la revisión de antiguos tesoros como "Desfachatados" (Miami, 1999) “Malón” (Trance Zomba, 1994) y “Sátiro” (Babasónica, 1997). También sonaron "Deléctrico" y "El Loco" (ambos de Jessico, 2001), y "El Ringo" (Miami, 1999).
"Por diez años más juntos", finalizó Dárgelos en una especie de brindis imaginario ante una concurrencia que ya había incorporado todas las respuestas posibles en un sin fin de preguntas.
