viernes 29 de marzo del 2024
ACTUALIDAD 10-12-2017 14:36

Luciano Cáceres: íntimo y reflexivo

“Estoy solo y tranquilo” Galería de fotosGalería de fotos

Este año cumplió 40, pero lejos de cualquier descontento, Luciano Cáceres asegura llevarse muy bien con una madurez que llegó para aportarle mayor aplomo y serenidad. Y que también lo encontró disfrutando a pleno de la paternidad y de una soltería que aún mantiene, a dos años y medio de separarse de su ex, Gloria Carrá (40), tras diez años de matrimonio. Pero eso no es todo, ya que fue en este 2017 en el que, después de mucho andar, el actor y director teatral se atrevió a ampliar sus horizontes para estrenar la película en la que debuta como productor: “Corralón”, el filme en el que también aparece Amelia (8), la hija que tuvo con su ex.

“Yo encontré mi vocación muy temprano, por eso soy un agradecido. Empecé a estudiar teatro a los 9 y a trabajar a los 11años y lo de dirigir vino después. A los 19 me fui a vivir a un teatro independiente. Tiré todas las paredes de una casa vieja y vivía en la cabina de luces. Y ahí, con otro amigo, Sergio Surraco, gran actor, nos pusimos a dirigirnos mutuamente y me encantó. A partir de allí, en paralelo a mi carrera de actor, siempre tuve cuatro y hasta cinco proyectos por año como director”, cuenta Luciano, quien confiesa haber sido concedido “arriba de un escenario”, cuando sus padres vivían “un amor prohibido”.

Muy entusiasmado con su nueva película, Cáceres explica porqué decidió debutar como productor de cine. “Teníamos una necesidad y urgencia de filmar muy grande. Y por eso lo hacíamos los fines de semana en Moreno, donde viven mis sobrinos, que tienen hijos de la edad de mi hija. Es más, mi niña y sus primos aparecen en la película, en una escena en la que están jugando unos chicos. Filmar también era un plan familiar, ya que los míos venían y nos cebaban mate. ¨Corralón¨ es una película hecha a pulmón, con la gente trabajando’ ad honorem’ y la camiseta puesta. Todos son profesionales de primera.”, cuenta el actor sobre la primera película de “Eusebia en la higuera”, la productora que fundó junto con los hermanos Pablo y Eduardo Pinto —actor y director, respectivamente, del filme— y en la que también participan Brenda Gandini, Carlos Portaluppi, Joaquín Berthold y Nai Awada.

“La película muestra el trabajo de dos corraloneros; el de mi personaje, que maneja el camión, y del otro, interpretado por Pablo Pintos, que se ocupa de la carga. Los dos se topan con el personaje de Joaquín Berthod, una suerte de nuevo rico, cuyos fondos son de dudosa procedencia. Y entonces ellos empiezan a recibir mucho maltrato y eso, asociado a la bebida, fatiga e intolerancia, hacen que mi personaje lo secuestre para darle una lección, no para sacarle dinero, y para domesticarlo como a un perro. Se vuelve un trhiller psicológico de terror y creo que habla un poco de lo que nos sucede en la vida diaria, de esta violencia naturalizada; esta grieta histórica de los últimos años”, detalla Luciano. El filme integra la programación del Malba (sábado 22:00 Hs) y también se proyecta en los espacios INCAA de todo el país, además de en otras salas.

—Este año también le tocó transitar el rápido levantamiento del aire de “Fanny, la Fan”, ¿Cómo lo asimiló?

—En lo personal lo pasé divinamente. Volví a trabajar a Underground, con los que hice “Graduados”, “Botineras” y “Lo Que el Tiempo nos Dejó”. Gente con la que se labura muy bien. Lo otro es entender lo que está pasando con la televisión hoy en día, a nivel global. Hay una generación más joven que ya no se sienta a ver televisión cuando le dicen que la tienen que mirar, en cierto horario y día. Si ese público no está, hay que salir a buscarlo en otras plataformas y creo que un poco por ahí va la estrategia. Todos consumimos otros tipos de formatos y si queremos vemos una serie entera en un día. Creo que la tele va a quedar más para los formatos en vivo. No me desanimó lo que pasó.

—Su hija lo acompaña desde siempre al trabajo. ¿Cómo describiría el vínculo que lo une a Amelia?

—Desde muy chiquita ella me acompañó en muchos momentos. Ya desde que tenía un año venía con nosotros —cuando estaba casado— al camarín y eso es algo que tiene muy incorporado. Viene con su mochilita y se pone a dibujar. Y hoy tenemos todo muy organizado con Amelia. Compartimos la mitad del tiempo y muchas actividades. La “recontra” conocen en todos lados, porque la ven desde chiquita. Amelia es muy personal; ella decide qué se pone y de qué forma. Con Gloria tenemos una hija maravillosa.

—¿Cómo vivió la experiencia de convertirse en padre?

—Ser padre es lo que más me gusta; creo que nací para eso. Es una prioridad enorme y un tiempo maravilloso que valoro y disfruto. Es un planazo estar con mi hija. Después de separarme organizar los tiempos no me resultó tan complejo porque mi hija me lo hace muy fácil. Claro que fue un replanteo de todo, una nueva forma de encarar la vida diaria, pero la verdad es que mi hija es una gran facilitadora de la felicidad cotidiana.

—¿Con que lo reconectó la soltería?

—Tal vez con el silencio, porque tengo tiempos de soledad que están buenos y me gusta tener. Será así un tiempo, no sé cuánto. No tengo ninguna ansiedad por cubrir ese espacio. Está bueno disfrutar de todo. Cada vez tengo más en claro que uno vino acá para ser feliz y que de todo se aprende. Hoy estoy solo y tranquilo, disfrutando.

—¿Qué se aprende de una separación?

—Es un paso adelante y tiene que ver con reencontrarse, volver a estar en eje y, obviamente, con hacer autocrítica. Reflexionar. Es un aprendizaje para, de ahí, fundar un nuevo vínculo, que es lo que claramente estamos trabajando con Gloria. Y con las prioridades claras, porque nuestro vínculo de pareja pasó a ser a favor de Amelia. Eso es inquebrantable y potente, porque si tenemos eso en claro la cuestión personal se corre y queda de lado.

—¿Y cómo se encuentra hoy su vínculo con Gloria? Porque según declaraciones de ella (“No haría teatro con él ni nada que se le parezca”, dijo en una entrevista) parecería existir cierta tensión?

—Está todo puesto en Amelia. Uno forma una familia, tiene una hija, la educa, trabaja en esa felicidad diaria y después todo queda en que si te saludaste o no, la pavada atómica y la cero reflexión. Entonces, yo, prefiero no alimentarla.

por Kary López

(Producción: Alicia Blanco)

M.DUBINI/PERFIL

Galería de imágenes
En esta Nota