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El sistema nos vende que somos libres; libres para hacer y lograr todo aquello que nos propongamos. Pues, la libertad no existe. Jean Jacques Rousseau solía decir: “Los seres humanos nacemos libres pero siempre nos encontramos siendo esclavos de algo”. En este marco de una tan resistida y negada aceptación, los seres humanos siempre nos aferramos a algo, solo que no lo percibimos; no lo reconocemos ni lo identificamos debido que existimos sobreviviendo en modo automático programados para producir y consumir. Es así que, estamos apegados llámese a un frustrante pasado, como también sobrevivimos sometidos a nuestras ilusorias proyecciones de un futuro prometedor; futuro que tampoco existe porque cuando supuestamente llega es cuando regresa a su esencia, hoy, ahora, presente. Por eso solemos anclar en dolores del ayer ya sean esos amores frustrados; aquellos sueños postergados o de anhelos no concretados y, sostenidos por la ilusión por el solo hecho de haber sido apresados por la edificación de expectativas ajenas y la construcción de expectativas propias. Es de esta manera que caemos en la creencia que, muta como si fuera un absoluto axioma que nos convence el sistema de hacer o de ser lo que queramos, cuando en realidad la libertad conlleva una responsabilidad. Responsabilidad que pocos nos atrevemos en asumir. Aspiramos a liberarnos incluso de nosotros mismos, pues estamos condenados a convivir con lo que somos y hacemos para serlo.
Cristian Arnedo – Coach Ontológico Profesional
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