En una charla profunda con Héctor Maugeri para +CARAS, Sergio Goycochea recordó cómo la popularidad le cayó encima de forma abrupta, apenas regresó del Mundial. El arquero contó que bajó del avión sintiéndose la misma persona, pero con una vida completamente distinta. “Bajé del avión y me encontré con otra vida”, dijo, sorprendido aún por ese golpe de realidad. No había cambiado él: había cambiado la forma en la que el país lo miraba.
Junto con la fama llegaron factores nuevos: dinero, ofertas, tentaciones y una exposición desconocida. Maugeri mencionó el ego, el poder, la cercanía de las mujeres, los buenos y malos amigos que aparecen cuando todo brilla. Goycochea reconoció que la presión fue intensa, especialmente porque llevaba solo seis meses de casado. “Estaba aprendiendo a ser marido, y para mi esposa también era todo nuevo” explicó el arquero, consciente de lo difícil que fue para su pareja adaptarse a ese torbellino.
Sergio Goycochea y la lucha por mantener el eje
Goycochea contó que intentó enfrentar ese caos desde el diálogo y la honestidad. “Lo manejé hablando, charlando, tratando de no perder el eje” recordó, en alusión a las tentaciones y situaciones incómodas que debió atravesar. La fama, dice, no solo fue un logro deportivo: fue una prueba emocional. Había días en que la admiración sincera se mezclaba con la fantasía y las segundas intenciones.
A la par, seguía resolviendo su futuro profesional entre Argentina y Colombia. Esa incertidumbre, sumada a la presión mediática, comenzó a desbordarlo. “En un momento me tuve que ir a vivir a un hotel porque me sobrepasaba todo”, reveló con honestidad. La soledad de esa habitación fue, también, una forma de resguardo frente al ruido que lo rodeaba.
Sergio Goycochea y la fama que pesa más de lo que parece
El arquero reconoció que llegó un punto en el que su cabeza no podía procesar más. “Se te acerca gente pidiendo, creyendo que volviste con diez millones de dólares. Una asociación que necesita ayuda, un tío de alguien, una mano acá, una mano allá” contó. Cada pedido, cada expectativa, cada demanda, sumaba peso a un mundo que no le había dado tiempo a adaptarse. “Llega un momento en que la cabeza te explota”, explicó en +CARAS.
Goycochea afirmó que, pese a todo, logró salir adelante gracias a sus valores y a la forma en que decidió manejar la exposición. No se dejó llevar por los excesos ni por las ilusiones que otros proyectaban sobre él. Su historia recuerda que la fama, cuando llega de golpe, puede ser tan deslumbrante como destructiva. Y que, para sostenerla, hay que tener un eje emocional tan firme como la línea del arco que defendió ante el mundo.
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