Así es la vida de Griselda y Omar, los papás de Soledad Pastorutti: de sus sacrificios por acompañarla a "las grabaciones clandestinas"

La historia de Soledad Pastorutti no existe sin Griselda Haydeé Zacchino y Omar Alberto Pastorutti, sus papás. Desde los primeros pasos de la artista en Arequito hasta su consolidación como ícono del folclore argentino, fueron ellos quienes la sostuvieron en cada etapa, haciendo de su vocación un proyecto familiar. Cuando aún no era “La Sole”, su talento ya movilizaba a sus padres, que se convertían en choferes, asistentes y productores.

Griselda y Omar conocieron el esfuerzo que implica acompañar un sueño en crecimiento. Él era mecánico en Arequito y ella daba clases de danza en un pueblo cercano. Sus rutinas cambiaron para ajustarse a las necesidades artísticas de su hija, y en cada festival fueron figuras clave que trabajaron desde la sombra para que la joven artista pudiera brillar con luz propia.

Así es la vida de Griselda y Omar, los papás de Soledad Pastorutti: de sus sacrificios por acompañarla a “las grabaciones clandestinas”

A lo largo de los años, la vida de Griselda y Omar se moldeó en torno al crecimiento artístico de su hija Soledad Pastorutti. Haciendo del sacrificio una forma de amor, se volcaron completamente a acompañar a La Sole cuando su carrera apenas asomaba.

“Siempre la acompañé desde la parte de atrás”, contó Griselda en una entrevista, recordando cómo se ocupaba de que su hija estuviera cómoda en los viajes y tuviera la ropa en orden.

La madre, además, expresó su preocupación por la corta edad de Soledad y su hermana Natalia al iniciar sus carreras: “Me parecía que eran muy chicas, y era mucho el sacrificio que tenían que hacer. A veces llegábamos los lunes a la mañana y no tenían tiempo de descansar porque tenían que ir al colegio, y mi prioridad era esa”.

Por su parte, Omar también fue protagonista silencioso del crecimiento artístico de su hija. “Hice una grabación clandestina y, en las peñas, habré vendido tres o cuatro mil casettes”, recordó sobre los inicios de la carrera de Soledad. Al principio, ella solía cantar al final de cada presentación a la que iban, cuando el público ya estaba cansado. Pero su padre la motivaba con una frase muy especial: “Cantá para papá”, lo que luego inspiraría uno de los nombres más emblemáticos de su producción artística: Canten para papá.

Uno de los momentos más emotivos que recuerda Omar es el paso de Soledad por Cosquín. “Hicimos un sacrificio para ir a Cosquín y la pusimos en la peña oficial. Les pedí que cantara un solo tema, y después de hacerlo se paró la gente, empezó a ovacionar y la buscaron desde el escenario mayor”, relató emocionado. La canción que interpretó fue “El duende del bandoneón”, y ese instante marcó un antes y un después en su carrera.

Incluso el famoso gesto del poncho tiene una historia familiar detrás. “El poncho fue una prenda que le regalé a mi señora y cuando empezamos a salir con Sole lo llevábamos como su abrigo. En un momento de alegría en el escenario, con la gente eufórica, le dije que revoleara el poncho y todo el mundo lo empezó a hacer. Desde allí quedó”, contó Omar sobre uno de los símbolos más icónicos de La Sole.

“Soledad no es obra de una sola persona, fuimos todos”, afirmó el padre, y la madre lo acompañó en esa reflexión: “Fue un sacrificio lindo porque lo hicimos en familia”. La vida de Griselda y Omar, los papás de Soledad Pastorutti, sigue siendo un testimonio de amor incondicional, entrega absoluta y orgullo por una hija que transformó su sueño en una bandera que ellos también sostienen con emoción.

MVB