Empeora la salud de Juan Carlos I: el nuevo problema que lo tiene recluido
El rey emérito está en un estado grave y mantiene en vilo a sus hijos.
El rey emérito Juan Carlos I atraviesa uno de sus momentos más delicados. A sus 87 años, el padre del actual monarca, Felipe VI, sufrió un duro revés físico y emocional: deberá utilizar una silla de ruedas de forma permanente tras perder por completo la movilidad de su pierna izquierda.
La nueva realidad de Juan Carlos I surgió en su reciente viaje a Ginebra en donde tenía programada una pequeña intervención para cambiar las pilas del marcapasos, un procedimiento rutinario que no requería anestesia general. Sin embargo, durante su estadía en el hospital La Tour de Ginebra, los médicos decidieron realizar una serie de estudios adicionales que derivaron en un duro diagnóstico: la artrosis avanzada que padece desde hace años ha llegado a un punto sin retorno.
La peor pesadilla de Juan Carlos I
Juan Carlos arrastra problemas de movilidad desde hace más de una década, con numerosas operaciones en las rodillas y la cadera que nunca lograron devolverle la calidad de vida. Se sometió a terapias con células madre y tratamientos de medicina regenerativa, pero los resultados fueron, en el mejor de los casos, temporales. Ahora, con su pierna izquierda totalmente inmóvil y la imposibilidad de nuevas cirugías, la única opción viable es el uso de una silla de ruedas de por vida. Una condición que impactó profundamente al exmonarca.
Aislado en su habitación en Ginebra, donde permanece desde hace días, Juan Carlos decidió cortar todo contacto con el exterior. No quiere recibir visitas, apenas come y se niega a que lo vean en silla de ruedas. Incluso canceló su regreso previsto a España, donde se esperaba su presencia en eventos familiares importantes como el cumpleaños de su nieta, la infanta Sofía, el próximo 29 de abril.
La noticia movilizó a toda la familia. Sus tres hijos están pendientes de su evolución médica y emocional. La infanta Cristina ya se encontraba en Ginebra al momento de la intervención, mientras que la infanta Elena llegó días antes tras recibir el diagnóstico. Felipe VI, en medio de una apretada agenda institucional, logró estar presente solo durante el procedimiento quirúrgico y parte de las pruebas.
Según fuentes cercanas a la familia, nunca habían visto al emérito tan decaído. Su miedo a la dependencia y a la exposición pública en este nuevo estado físico están afectando seriamente su psiquis.
En un momento donde la salud del emérito es una incógnita y su ánimo está por el piso, la Casa Real guarda silencio, mientras muchos se preguntan si volverá a aparecer en público.
VO