La frase "para todo hay un tiempo" aparece en la Biblia en el libro de Eclesiastés 3:1-8. Tiempo de sembrar y de cosechar, tiempo de pensar, meditar y tiempo de actuar.
Cuando era joven deseaba que los resultados fueran los que yo quería, en los tiempos en los que yo pretendía. Si no era posible, me esforzaba el doble o el triple para torcerlos a mi favor. Cada vez que nadaba contra la corriente terminaba con un gran agotamiento físico, mental y emocional.
Aun así, no siempre obtenía lo que quería. Si por fin alcanzaba el objetivo en lugar de disfrutarlo sentía el cansancio de la lucha. Lo peor, es que muchas veces lo que obtuve a fuerza de tanto sacrificio, no fue bueno para mí.
La vida me demostró que lo único que debía haber hecho era dejar que las circunstancias se acomodaran y decantasen.
La incertidumbre de lo desconocido, lo imprevisto, nos asusta. Dejamos que el ego nos dirija con sus miedos, incertidumbres, inquietudes, indecisiones. Elucubramos tratando de prever lo desconocido y, la vida es imprevisible
Los años me revelaron el significado de una palabra: Fluir.
La naturaleza nos enseña a respetar los ritmos, primavera, verano, otoño e invierno. Cada estación nos brinda la posibilidad de algo diferente; cada una tiene su objetivo perfectamente establecido. Necesitamos la vitalidad del verano y la pasividad del invierno, el renacer de la primavera y la sensibilidad del otoño.
Por fin entendí las palabras de mi abuela Aniceta, la sabia: “Todo sucede por alguna razón y siempre es para mi bien”.
Cuando tengo una meta doy lo mejor de mí para alcanzarla, trabajo a conciencia y despliego todos mis conocimientos y capacidades. Luego aplico una de las leyes espirituales del escritor y conferencista indio Deepak Chopra: la intencionalidad y el deseo. La ley establece que uno debe actuar de la forma más eficiente para concretar su objetivo, luego soltar el deseo y, si es lo mejor para nosotros, el éxito está asegurado. Si no lo logramos, cultivamos la fluidez, asumimos que es lo más conveniente y continuamos nuestro camino.
Trabajo con constancia la aceptación, recojo los frutos en serenidad y paz interior.
Sigo aprendiendo a fluir con lo que la vida me ofrece en la certeza de que todo lo que sucede es lo que necesito en ese momento.
Las invito a mandarme sus comentarios sobre el tema.
Adriana Francia
@adrianafrancia.escritora







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