Conocé a Amparo, la hija artista de Manuela Pal
Las integrantes del clan familiar expresan: "Todas tenemos algo de cada una".
Suena “El Olé” pero en versión a capella y las mujeres de la familia se maravillan de solo escucharla. Es la voz de Amparo (4), la hija de Manuela Pal (36) a la que ni su corta edad le impide conectar con sus raíces.
“¡Le encanta! Escucha alguna canción que tenga un dejo de flamenco, aunque sea infantil, y conecta automáticamente. Nunca tomó clases pero le gusta mucho, repite las canciones que le cantan mi mamá y mi tía, porque ellas vivieron en España, fueron a la feria de Sevilla y vivieron con su madre que era andaluza y recontra flamenca”, explica la hija de Graciela Pal (74) y sobrina de “Mery” (84), a la que apenas vio dos veces en lo que va del año tras la pandemia. “Nos extrañábamos mucho.
¡El tiempo pasó para todos! El primer encuentro de mi mamá con Amparo por ejemplo fue rarísimo, nos juntamos a tomar algo a un bar y Amparo estaba muy nerviosa y muy tímida. Desde marzo que no se veían pero al toque ya empezó a ser la misma relación de siempre. Fue muy loco y muy hermoso porque en el camino me decía: “mamá estoy nerviosa, me duele la panza, hace mucho que no veo a los abuelos”. La cuarentena también hizo que crearan otro vínculo. Hablan todos los días, juegan mucho más por Skype que presencialmente y su relación creció mucho”, reconoce “Manu”.
Y señala: “Nos llevamos muy bien y nos matamos porque somos una familia de mujeres fuertes. Obviamente tenemos mucha diferencia de edad entre todas pero somos unidas, nos queremos, nos cuidamos, nos protegemos y nos admiramos. Nos unen muchas cosas, sobre todo lo artístico. Porque si bien mi tía Mery no fue actriz podría haberlo sido porque canta y baila muy bien, tiene mucha gracia y en su vida es una actriz claramente. Trabajó muchos años en televisión, acompañó mucho a mi abuelo Pablo Palitos y la tiene muy clara. Pero ella labura en una fundación –“Salud”, presidida por Stella Maris Maruso– donde trabajan mucho con la energía y ayudan mucho a las personas enfermas. ¡Mi tía es pura energía positiva! Pero por sobre todas las cosas nos une la sangre, que no es agua, y tenemos todas algo de cada una. ¡Eso es espectacular! De repente no estamos haciendo nada y mi mamá y mi tía se ponen a cantar, de la nada. Y a Amparo le encanta, lo disfruta mucho”.
Atravesada por la cultura andaluza, la hija de Pablo Palitos creció escuchando flamenco en una casa “de puertas abiertas”.
“Nuestra mamá és andaluza del Puerto de Santa María, nació en el sur de España, y mi papá era aragonés. Pero después de casarse de adolescente con mi mamá –en Gibraltar haciendo gira de una compañía de teatro– se volvió más andaluz que aragonés y el flamenco siempre estuvo en la sobremesa, con una guitarra y unas cancioncitas flamencas de postre. Venía mucha gente a casa y el flamenco nos unía a todos”, revive quien se llevaba diez años de diferencia con sus dos hermanas. “Al igual que Mery, que fue la que me ayudó a empezar en la profesión porque trabajaba en Canal Once, Carmen, mi otra hermana que le decíamos “Tati”, también hubiera sido muy buena actriz. Tati partió pero no de nuestras vidas ni corazones. Fue de oro y vivió dedicada a nosotros y pendiente de Manuela porque yo trabajaba mucho”, reconoce y su hija completa: “Carmen no tuvo hijos pero seguro si hubiera tenido hubieran sido mujeres también”.
Honrando la tradición, en el jardín de la casa de Manuela como escenario alternativo, la diferencia de edad desaparece cuando las distintas generaciones de mujeres se encuentran.
“Las cuatro somos mujeres de mucho carácter pero mi tía, que tiene mucho empuje y mucha pila, al ser la más grande es la consulta siempre de todos. Mi mamá también pero es más de pedir opinión y yo soy un poco más parecida a mi tía aunque también tengo mucho de mi mamá. Y Amparo es chica pero ya toma muchas decisiones sola”, sentencia “Manu” y su mamá, que en épocas de pandemia se las ingenia para visitar cada 15 días a su nieta.
“Creo que gracias a ella no nos volvimos locos en estos meses de encierro, ella nos llena la vida de simpatía, de amor, de dulzura, de gracia y nos dice cosas maravillosas que a veces nos emociona. Me cuesta mucho no verla pero hacíamos Skype todas las noches. Fue dolorosísimo dejar el escenario. Extraño mucho, sobre todo 'Cabaret' que fue lo último que hice. Extraño pisar el escenario y es un ritual subirme, mirar, saludar a la platea vacía y observar el teatro. Que te devuelve todo lo que das. Tiene una magia muy particular que es muy difícil de igualar”.
Prod Alicia Blanco