Fue una cálida noche de diciembre de 2017 en Tequila, la disco donde modelos y celebrities suelen converger en sus noches de ocio. Alejandro Fantino (50), en ese entonces ya separado de Miriam Lanzoni (42), comenzaba a frecuentar el lugar como soltero codiciado.
Con un vaso de Coca Light subió al cotizado VIP, donde a metros suyos la modelo Coni Mosqueira (28), también soltera, se divertía junto a su prima y una amiga. “Mirá que lindo, ahí llegó el amor de mi vida”, les dijo, y provocó la risa inmediata de ambas. “Yo soy cero expresiva, no estaba ni borracha ni nada, pero apenas lo vi todo alto, rubio y musculoso me llamó la atención. Nunca lo había visto en persona ni tampoco era alguien que me gustara de la tele. Nos intercambiamos los Instagram y al otro día empezamos a chatear”, recuerda la rubia bahiense de Multitalent Agency.
“La vi ahí en el VIP y me pasó algo por dentro. Charlamos cinco minutos y sentí esa especie de conexión que se da muy pocas veces en la vida, quizás nunca. Me parece muy simplista decir que fue amor a primera vista, pero algo sin dudas había pasado. Esa noche me fui movilizado, al otro día chateamos, la invité a cenar y empezó la relación”, relata el periodista santafesino, conductor de su programa “Animales Sueltos” y parte del staff del canal de deportes ESPN.
Así nació una historia de amor que ya ostenta cuatro años y medio de romance ininterrumpido, y que no sólo atravesó, sino que se fortaleció, durante la desoladora pandemia. “Viste, mi presunción de esa noche no fue nada equivocada... Cuando comenzó la pandemia, en el 2020, Coni se vino a vivir acá. Los griegos dirían que la pandemia separó al caos del orden, yo creo que fue un elemento ordenador para el amor en el mundo. A nosotros nos ordenó, nos unió, así como a muchas otras parejas las destruyó. A partir de ese momento convivimos juntos y felices”, analizó Fantino, próximo a recibirse de Licenciado en Filosofía.
“Cuando nos conocimos no pensé que iba a ser algo duradero. El era un famoso de la tele, así que dije: ‘Ya está, me divierto una semana y listo’. Pero no, nos empezamos a ver y a charlar todos los días, y a la semana me escribió en un mensajecito si no quería ser su novia. Ya pasaron cuatro años y medio, ¡increíble! Eso del ‘amor de mi vida’ se fue cumpliendo, cada vez que la veo a mi prima no deja de recordarme que había dicho eso”, avala Coni.
Cuando la modelo se instaló en la casa que comparten hoy en un barrio de Nordelta, la misma estaba terminada por fuera y decorada con lo básico. Alejandro Fantino, ni bien la compró, le indicó al arquitecto Adolfo Bavio que quería una casa bien italiana, con mucha piedra, ladrillo y paredes anchas. Admite que se construyó casi sola, ya que no supervisó el día a día de la obra, y al verla terminada le encantó: “A Coni le gusta una onda más minimalista, por eso la casa es una combinación de los dos, con elementos mediterráneos típicos de La Toscana y mucho blanco. No hay nada que esté de más ni puesto de casualidad, todo tiene su sentido y su uso. Y esos pequeños detalles son lo que la hacen tan acogedora”, explicó.
Su novia recuerda que al mudarse le puso toda su impronta a la decoración, ya que el diseño interior la vuelve loca. Como sobran los espacios armó un sector femenino en el primer piso, donde tiene su propio vestidor y hospeda a su familia cuando vienen a visitarla: “Amo nuestra habitación y mi espacio, que me sirvió mucho en pandemia para las producciones de las marcas con que trabajo. También me encanta la oficina de Ale, donde desayunamos y arrancamos el día. El gimnasio no lo uso tanto, me gusta entrenar pero hasta ahí nomás”. Fantino reconoce que lo único que se objetó cuando se la entregaron es que podría haber sido un poco más chica, pero como tienen un proyecto de estar juntos con Coni, de formar una familia, “se va a ir habitando. Si Dios quiere, lo que hoy queda grande tal vez en un tiempo va a quedar justo”, anticipó
–¿Quiere decir, Alejandro, que la boda y los hijos son una realidad inminente?
–Nuestra prioridad es estar juntos para toda la vida. Soñamos formar una familia y un día casarnos, ya que no somos una pareja diferente al resto. Pero no tengo previsto pedirle casamiento, así como se dio nuestro encuentro y nos pusimos de novios, así un día decidiremos casarnos.
–¿Qué es lo que más le gusta de ella?
–Que es una persona muy humilde, y no lo digo referido a la plata, sino que humilde en la vida. Es sencilla, simple, pasa desapercibida, me encanta eso.
–Y usted Coni, ¿Sueña como muchas mujeres con casarse de blanco?
–A mí no me vuelve loca eso, tengo amigas que de chiquitas sueñan con su fiesta de quince, con casarse por iglesia, con bailar el vals... Para mí es más importante sentir que encontraste a alguien con el que decís ‘sí, quiero formar una familia y quiero que sea el papá de mis hijos’. Es más profundo encontrar a ese alguien que la fiesta y todo lo demás. Yo quiero pasar el resto de mi vida con él, y si Alejandro quiere casarse por iglesia tampoco me voy a negar.
–Si todos los anhelos compartidos se cumplen, ¿Se siente preparada para ser madre?
–Tengo 28 y en breve cumplo 29, el tema de la maternidad me está empezando a agarrar ahora. Toda la vida dije que a los 30 quería ser mamá, y ya vieron lo que pasa con las cosas que presiento, dan miedo (risas)... Ahora, de golpe, muchas de mis amigas son mamá y una de mis hermanas acaba de serlo, empiezo a ver bebés por todos lados. El año que viene cumplo 30, así que me gustaría.
La recorrida por la casa que comparten despierta la curiosidad de todos los sentidos. El periodista integra en sus espacios propios pasado y presente, conservando latentes objetos que lo marcaron. En el jardín puede observarse una vieja bomba de agua de la casa de su infancia en San Vicente, Santa Fe, pero es en su bunker del primer piso, su “gimnasio de la cabeza” como le gusta llamarlo, donde yacen reliquias que lo identifican. Su primer raqueta, una Beliz con el encordado intacto, un casco de helicóptero que le regaló un combatiente de Malvinas, y un disco dedicado por Charly García (70) son algunos de esos tantos objetos. También lucen en las repisas de madera todos los Martin Fierro a nivel individual que cosechó, salvo uno que conserva su madre. Su pasión por los juguetes y muñequitos se ve representada con uno de Eber Ludueña (56), su referente artístico favorito, y otros de Rambo, Arnold Schwarzenegger (74) y el Chapulín Colorado, además de un robot mecánico que le compraron en la Casa Tía de Rafaela.
Tanta admiración por las culturas griega y japonesa tienen correlato en un busto de Alejandro Magno, muñecos de Platón y Sofocles, y en un delicado set de siete samuráis de plomo que representan la historia de Japón. Tampoco faltan las fotos familiares, en las que están su padre, Jorge, su abuelo Juan Fantino y su primo Elvio. El sector con un significado existencial especial lo integran tres objetos: un embudo manchado que usaba su padre para cargarle combustible al motor del elevador de cereales, un par de botines que uso de pequeño, y la taba con la que su padre jugaba en el campo con los empleados.
“La taba es culo o suerte, y así es en mi carrera o en la vida, una u otra. La puse junto al embudo porque de alguna manera la contradice, ya que mi papá se la pasó treinta años cargando combustible con ese embudo, para él no fue suerte o nada. Mi vida está representada en ese estante”, aseguró.
A pocas materias de recibirse de Licenciado en Filosofía y en pleno estudio del griego antiguo, los libros tienen un valor preponderante en el día a día de Fantino. La biblioteca, con su escalera móvil, alberga tomos de inmenso valor cultural, como las obras completas de Freud, Nietzsche, Platón, Aristóteles, Foucault y Hegel, además del diccionario de filosofía de Ferrater Mora, la Suma Teológica de Santo Tomás de Aquino, la colección completa de Borges y la Historia de Roma de Tito Livio. Enciclopedias con las tapas rotas que delatan su antigüedad se suman a otros tantos libros que muy difícilmente lleguen a ser leídos.
La frutilla del postre de su gimnasio “de la cabeza” es el casco copia del rey Leonidas de Esparta, todo un símbolo de la resistencia, y que el periodista le regaló a al DT de la selección argentina, Lionel Scaloni (44), después de ganar la Copa América. Las “perlitas” no escasean en ese primer piso de la residencia, donde un rincón alberga un prolijo santuario que delata la devoción de “Ale” por San Expedito y la Virgen del Valle de Salta, cuyas imágenes comparten el espacio con una Virgen de San Nicolás: “No soy tremendamente creyente, pero con las cosas que me tocaron de cerca, sí”.
Su vestidor, contiguo al cuarto de la pareja, son dos habitaciones convertidas en un gigante ambiente con un sector de trajes y camisas, otro para el día a día y otro de prendas deportivas. Descendiendo, en la pileta del jardín, con vistas a la vecina cancha de golf, la réplica de un soldado de un emperador chino revela su afinidad también por dicha cultura: “Se supone que cuando lo tenés en el patio te custodia la casa”.
Al costado de la piscina, el gimnasio “físico” con ventanales vidriados limita con uno de los espacios que más disfruta de la casa, el del sauna y el baño de vapor: “Uso mucho el gimnasio, sobre todo las cintas y el rincón de boxeo, con dos bolsas y un Punching Ball. Siempre quise tener un sauna, hace 23 años que me maquillo y para desmaquillarme el vapor es ideal, te cuida la piel de otra manera. A veces llego a casa tensionado por temas de laburo y el sauna me relaja, me hace bien”.
Tatuado íntegramente con imágenes de la cultura nipona como dragones, samuráis y el pez koi, Fantino cuida casi como a un hijo tanto a su lora, “Loli”, como a sus dos perros adoptados de la calle, “Gandalf” y “Negrita”. Este año dice que sorprenderá a su pareja con sendos viajes a Grecia (Atenas más las islas) y Japón, donde quiere conocer Hiroshima y Kioto, además de sostener la promesa de que un día irán juntos a Punta Alta, cerca de Bahía Blanca y de donde es la abuela de Coni.
Laboralmente ambos afrontan un año con expectativas: él espera que ESPN le vuelva a dar la posibilidad de entrevistar, confía en la permanencia de “Animales Sueltos” de cara a un 2023 electoral, y sueña a futuro con un ciclo televisivo de pensamiento filosófico, mientras que la modelo celebra la reactivación de los desfiles y las campañas. El postergó para la primavera la exhibición solidaria de box con Horacio “El Ninja” Enrique, y confiesa que ahora mira al fútbol con otros anteojos, más desde el lado filosófico, y que no tiene ganas de “decir lo que el discurso del periodismo deportivo me obliga a decir”.
Juntos aseguran que no hay temas o situaciones que los distancien, y que además de llevarse “muy bien”, sus personalidades coinciden plenamente... Y así les va, confiando en el destino y en las presunciones, en esa voz interior que hace cuatro años y medio, durante esa imprevista noche mágica, no les falló.
Producción: Sol Miranda
Fotos: Federico Debartolo
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