Cuando comenzamos a emprender, todo es maravilloso. Tenemos muchas ganas, mucha energía y trabajamos en nuestro negocio sin medir tiempos porque lo disfrutamos enormemente.
Yo estuve en ese lugar. Al comenzar mi emprendimiento, trabajaba en relación de dependencia. También atendía pacientes como psicóloga varias horas de la semana. Como me quedaba poco espacio para crear las velas, las hacía de madrugada y los fines de semana con mi música y mi disfrute.
Los primeros tiempos, me sentía súper empoderada, que podía con todo. Sin embargo, no tardé en darme cuenta que la energía es limitada y tenemos que cuidarla.
Los pedidos eran cada vez mayores y poco a poco todo fue transformándose en un caos. Mil mensajes por responder todo el día, control de insumos, de stock, ventas mayoristas, minoristas, establecer costos, generar contenido en las redes, dar cursos online, talleres presenciales, seguir capacitándome, y un sin número de tareas que no hace falta que te enumere ya que, si sos emprendedora, seguramente sabes de qué estoy hablando.
Voy a decirte algo: si no cuidás tu energía puede que te veas tan desbordada, que quieras abandonar tu emprendimiento, aunque lo ames profundamente.
Te cuento cuáles fueron las 5 claves para reorganizar mi negocio, trabajar de manera ordenada y reducir el estrés que sentía:
- Planificar: necesitas tener en claro la visión de tu negocio. Establecer objetivos y formular estrategias y planes de acción que te permitan alcanzarlos. Para ello va a servirte responder, de manera realista, preguntas como estas: ¿Cómo te gustaría que perciban tu negocio de aquí a 2 años? ¿Cuál es tu meta ideal de facturación y/o sueldo a pagarte? ¿Cuáles son los valores y sensaciones que te gustaría que vinculen a tu marca? ¿Dónde imaginas que llegará tu marca de aquí a 5 años? ¿Con locales o venta online?
- Establecer prioridades: ¡Podemos con todo, pero no con todo junto! Armá una lista de tareas diferenciando lo urgente y lo importante. Lo urgente va a necesitar tu atención inmediata y estará relacionado a objetivos a corto plazo, pero lo importante es lo que contribuirá al logro de tus objetivos a largo plazo. En mi caso, por ejemplo, fue invertir en formarme y en pruebas de insumos para recomendarte lo mejor de cada proveedor, ahorrándote tiempo y dinero. Si te cuesta priorizar o decidir qué hacer primero, preguntate: ¿qué acción me ayudará a vender lo más pronto posible y dejar clientes satisfechos? No será una sola tarea, pero siempre hay una que debemos hacer primero para que empiece a girar la rueda y que las demás tengan sentido.
- Organizar tus tareas: cuando empezamos a tener mayor demanda, el control de nuestro negocio se nos va un poco de las manos. Necesitamos contestar mensajes, elaborar productos, generar contenido en las redes, hacer compras, chequear stock, ocuparnos del packaging, etiquetas, y mucho más. Algo que me sirvió, brindándome serenidad, fue ponerme días y horarios para cada tarea. Por ejemplo: contestar mensajes sólo 3 veces al día en un determinado horario; agrupar las entregas en 2 días de la semana, y así con cada una de las tareas. Para aplicarlo a tu emprendimiento, empezá eligiendo qué días vas a elaborar los productos; qué días harás la facturación, control de stock y compras; y así con cada una de las actividades de tu negocio.
- Delegar tareas: Cuando no te alcance la jornada de 8 horas de trabajo para hacer todas las tareas de tu emprendimiento, es momento de delegar. No, no es negociable trabajar 10 o 12 horas al día porque vas a terminar agotada. Mi consejo es que delegues tareas operativas como responder mensajes o mails, ya que te quitan mucho tiempo y es una tarea que puede hacer otra persona con la misma eficiencia que la harías vos. Así podrás dedicarte a crear. Dedicar tiempo y cabeza a la parte creativa del emprendimiento, a pensar productos innovadores. Eso sí te va a diferenciar y determinará el éxito de tu negocio.
- Aprender a poner límites: hay que saber decir que no. No sólo a los demás, sino también a nosotros mismos. En los primeros tiempos tememos rechazar pedidos, perder clientes… A veces es preferible decir que no, que terminar agotada física, mental y emocionalmente. O no poder cumplir con los tiempos y desgastar nuestra reputación como marca. Necesitamos entender nuestros propios límites y respetar nuestros tiempos para no desgastar nuestra energía o nuestro negocio en el proceso.
Te aseguro que cuando seas libre de decir que “no” vas a sentir el poder que tenés de elegir y ser tu propia dueña.
Muchas veces me tocó decir que “no” en mi negocio, como cuando rechacé pedidos del día de la madre porque no tenía el tiempo para realizarlos. En lugar de tomarlo como un fracaso, lo tomé como un aprendizaje. Pude preguntarme: ¿qué podría cambiar en mi negocio para, la próxima vez, poder tomarlo? Y es fundamental siempre tener en cuenta desde dónde estoy decidiendo… ¿Desde la ambición o desde el impacto que quiero generar? Es claro que todos queremos ganar dinero, pero prestá atención si al tomar un pedido lo estás haciendo sólo por el ingreso que genera.
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Marisa CP
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