Estos dos conceptos suelen generar confusión.
EGOÍSMO
El egoísmo se refiere a la preocupación excesiva por los propios intereses y necesidades, a menudo a expensas de los demás. A una falta de empatía y consideración hacia los sentimientos y necesidades de los otros. Esta actitud puede llevarnos a dañar a los que tanto queremos. El egoísmo nos aísla, nos hace creer que somos el ombligo del mundo y que nuestros deseos son los únicos que importan.
AMOR PROPIO
Por otro lado, el amor propio es esencial para nuestro bienestar y autoestima. Implica reconocer y valorar nuestras propias necesidades emocionales y físicas, y satisfacerlas de manera saludable. El amor propio nos permite desarrollar una relación positiva con nosotros mismos, lo que a su vez nos permite establecer relaciones más reales con los demás. Se refiere a la valoración y al respeto hacia uno mismo, que en su conjunto hacen a nuestra salud mental.
El amor propio es esencial para nuestra felicidad, mientras que el egoísmo puede generar sufrimiento.
EQUILIBRIO
Al encontrar un equilibrio saludable entre ambos, podemos cultivar relaciones relevantes y una autoestima positiva.
Entonces, ¿cómo distinguir entre egoísmo y amor propio? La clave se encuentra en la intención y el impacto en los demás. Cuando nos enfocamos en nuestras propias necesidades y deseos de manera que no perjudiquemos a otros, estamos practicando el amor propio. En cambio, cuando nuestra búsqueda de satisfacción personal se convierte en una excusa para ignorar o dañar a otros, estamos cruzando la línea hacia el egoísmo. El amor propio no debe convertirse en egoísmo, ni la generosidad debe llevar a la negligencia de nuestras propias necesidades.
Tenemos que tener presente que nuestras acciones tienen un impacto en los demás.
Y recordá que cuidar de uno mismo no te convierte en mala persona.
Al encontrar este equilibrio, podemos cultivar relaciones sanas y duraderas, y vivir una vida más plena y feliz.
Mat. Núm 67035
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