Eduardo Kovalivker (80) nació y se crió en La Plata, una ciudad que la recuerda en los ‘50 como “el centro político y gubernamental de una poderosa provincia de Buenos Aires, con universidades brillantes y muy buenas escuelas”. Allí cursó la primaria, después se mudó a Avellaneda con sus padres y volvió en los ‘60 para estudiar en la universidad local. También en la capital bonaerense nació su amor por la poesía, ya que su madre le recitaba poemas épicos como ‘Marcha triunfal’ para que se durmiera, y cuando se enamoró por primera vez, a los 10 años, le escribía versitos de amor a su compañerita.
Pero además de su pasión por la escritura, Kovalivker siente “locura” por las Ferraris; los autos de lujo que colecciona y junto a los que posó para CARAS en su chacra esteña ‘Granaderos’, en los altos de La Barra, bautizada así por su admiración a quienes con tanta “valentía” defendieron la patria.
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La historia de vida de Kovailvker: de la empresa familiar a la literatura.
Ni bien se recibió de Ingeniero Químico, consiguió una beca en Israel, a la par que su padre farmacéutico ya había comprado una droguería. Paris fue su segunda escala, donde además de capacitarse en la universidad, conoció a Nicole, la madre de sus tres hijos, Jonathan, Emanuel y Sofía. Más tarde regresó a Buenos Aires, en épocas de revuelo social con los montoneros y la dictadura, y se acercó a su padre que necesitaba ayuda en la empresa. Ya era ayudante de cátedra universitaria y comenzaba a forjar su exitosa gestión al frente de la hoy droguería Suizo Argentina.
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¿Cómo afloró el escritor y poeta? “A mis veinte años, estando en Israel, empecé a escribir poesías. Pero fue recién a los cuarenta que publiqué mi primer libro, ‘Las horas que quedaron’, y quince años después lo repliqué con el doble de poemas.
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Luego de contactarse con la Sociedad Argentina de Escritores, y a medida que fue delegando la empresa a su hijo mayor, Kovalivker comenzó a escribir mucho más. "En total tengo nueve libros de poesías que ahora Planeta los unificó con la obra ‘Una vida de Poesía’”, admite.
Tras el éxito de ‘Cincuenta sombras de Grey’, el escritor incursionó también en la literatura erótica, publicando primero una novela, ‘El Informe’, y más tarde otras cuatro más que lo identificaron de lleno con el género: ‘Jannah’, ‘Bianca’, ‘Clevelina’ y ‘Mali’. “Todas me encantaron, aparte de contener mucho erotismo en los momentos del acto sexual tienen mucha argumentación de novela. Y hace poco, para divertirme, le sumé ‘Nueve novias para nueve Ferraris’, donde uno mis dos pasiones: la escritura y los autos de la marca italiana”.
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“De chiquito me gustaban y de grande, a partir de la primera que me regaló mi hijo mayor, me convertí en coleccionista. Sobre todo me encantan las antiguas, como la 274 del año ‘64 que compitió en carreras de montaña en Europa. Con ellas participo en competencias de regularidad en todo el mundo”, un hobby que alterna con su afición por de portes como el golf, el tenis, y la natación, los tres que practica actualmente.
Abocado hoy a la escritura de dos libros más, uno sobre su infancia en La Plata y otra novela histórica en la que cuenta como los argentinos “regalamos el Alto Perú y lo que hoy es Uruguay”, Eduardo se refugia en la chacra que hace diez años le compró a un sudafricano y a la que sólo le hizo puntuales refacciones. Dueño de una energía vital admirable, anhela que sus tres hijos y sus seis nietos queden a cargo de la empresa familiar en el futuro. “Quiero que mis nietos se involucren, que no pierdan la óptica de lo que es una empresa familiar en la que trabajaron miles de personas y que tanto dinero le aportó al país”, concluye.
Texto: Carlos Cervetto.
Agradecimiento: Florencia Pérez Roldán.