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REALEZA

La verdad detrás de la guerra familiar que llevó a Felipe de Bélgica al trono

Un joven que jamás quiso ser rey.

El 21 de julio de 2013, Felipe de Bélgica cumplió el mayor deseo de su difunto tío, el rey Balduino: convertirse en el séptimo rey de los belgas. Sin embargo, este ascenso al trono no fue un camino fácil ni exento de conflictos familiares.

La verdad detrás de la guerra familiar que llevó a Felipe de Bélgica al trono

Detrás de la corona, hubo años de tensiones, rumores y luchas internas en el seno de la familia real belga que casi llevaron a un desenlace muy diferente.

Felipe nunca quiso ser rey. De hecho, confesó en más de una ocasión que hubiera preferido ser médico antes que heredar el "negocio familiar". Pero la vida real no es como en los cuentos, y su destino se vio marcado por la ausencia de hijos del rey Balduino y su esposa, la reina Fabiola, quienes adoptaron a su sobrino como el heredero natural de la corona belga.

Desde niño, Felipe fue preparado para el trono bajo la atenta mirada de Balduino y Fabiola. Ellos veían en él la continuidad de un estilo monárquico basado en la discreción, la solidaridad y la seriedad.

Sin embargo, Felipe tuvo una infancia solitaria, marcada por la frialdad de su padre, el entonces príncipe Alberto, y la ausencia emocional de su madre, la princesa Paola. Este distanciamiento familiar contribuyó a una juventud casi depresiva para él. 

Pese a las tensiones, Balduino y Fabiola mantenían su respaldo incondicional a Felipe, viendo en él la continuidad de la monarquía que deseaban para Bélgica.

El 31 de julio de 1993, la repentina muerte del rey Balduino durante unas vacaciones en España cambió el curso de la historia. Nueve días después, en un gesto de unidad, la reina viuda Fabiola apareció en el balcón del Palacio Real junto a los nuevos reyes, Alberto II y Paola. A pesar de las tensiones y las intrigas, la monarquía belga se mantenía firme.

Felipe, que entonces tenía 33 años, no estaba casado y no parecía preparado para asumir el trono. El gobierno belga también compartía esta preocupación, por lo que decidieron que Alberto asumiera la corona. 

Los temores sobre el futuro de Felipe de Bélgica como rey desaparecieron cuando en 1999 presentó a Matilde d'Udekem d'Acoz como su prometida. La joven logopeda, bonita y ferviente católica, fue vista como la pareja ideal para el príncipe. Su matrimonio no solo consolidó la imagen pública de el heredero, sino que también cumplió el sueño de Balduino de ver a su sobrino en el trono.

AM 

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