Luego de la presentación de la primera nota hoy siento compartir cómo comienzo en este camino.
Tenía 37 años, estaba separada con 3 hijos a mi cargo de 1, 4 y 7 años, muy chiquitos, atravesando un conflicto laboral de gran escala, que no sólo era personal sino institucional y ministerial. En ese momento la vida se había transformado en un lugar oscuro y violento. La crisis no sólo era emocional, laboral y económica sino también interna y profunda.
¿Te has sentido así alguna vez? Si es así sabrás comprenderme. En mi caso no sería la única oscuridad que debería atravesar para encontrarme.
Un día cualquiera, se acercó a mí una mujer que nunca había visto en mi vida ofreciéndome ayuda.
Perdida y confundida como estaba, es fácil desconfiar, dudar, no creer, buscar excusas, pero el deseo de moverme a un sitio un poco más aliviado y amable me sedujo más. A las horas, ahí estaba yo, accediendo a mi primer nivel de Reiki.
Así, sin saber qué era o para qué me serviría, me abrí a recibir lo que el Universo me tenía preparado, acepté la ayuda de ese ángel, de esos que abundan en el mundo dispuestos a ayudarnos, siempre que nos dejemos ayudar.
Estaba lista para entrar en un camino diferente donde lo trascendente sucede en lo invisible y la intuición es nuestra guía. Comencé a aprender sobre energías, técnicas de manejo, cómo limpiarlas, equilibrarlas y armonizarlas y pude experimentar en mí, siempre aclaro que soy mi propia conejilla de indias, notando cómo, a medida que practicaba, con paciencia y sostenimiento, me iba sintiendo más tranquila, con mayor claridad y seguridad. Estaba dando los primeros pasos para cocrear una nueva vida, pero tenía que romperme, desarmarme, morir para volver a nacer, como tantas veces antes, como tantas veces después.
Lo único permanente es el cambio decía Heráclito en la antigua Grecia. Para crecer tenemos que animarnos a cambiar, a mudar de piel, a poner en tela de juicio todo lo que creemos, hasta lo más sagrado e íntimo. El trabajo es con un@ pero se hace más liviano cuando recibimos ayuda de los demás, la experiencia de un otr@ siempre enriquece la propia, por eso me ofrezco a ayudar desde mi experiencia, sabiendo que siempre lo que recibo es más de lo que doy.
Si en este momento tu vida se ha vuelto vacía y oscura, estoy para vos.
Namasté
Clara Isabel Mato
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