lunes 07 de octubre del 2024

De la Pandemia a la Destilería

La Historia de DUBA, la creación de BIOMA GIN. Galería de fotosGalería de fotos

CREDITO CARAS

El asunto comenzó con una contravención. Como los bares ocultos (Speak easy) durante la ley seca en los Estados Unidos. Al final de la pandemia, no se podía circular sin autorización. Uno de nosotros la tenía, pero con restricciones de horario. El otro (éramos dos al momento) cocinaba en su departamento y desempolvaba viejas botellas que se habían ido acumulando con los años. La moto, quedaba en el hall y en el tercer piso con balcón a las vías del ferrocarril Sarmiento, en medio de una Buenos Aires vacía nos sentábamos a la mesa a comer, beber y divagar entre cuentos de toda especie. El encierro y las restricciones agudizan los sentidos abstractos. Volábamos por la ciudad, por el mundo sentados en una silla. Se hacía tarde cada vez. Afuera los controles policiales, adentro comenzaban las estrategias para evitarlos, durante esta especie de toque de queda eterno que marcó nuestras realidades, cuando la pandemia se iba extinguiendo.

-¿Qué hacemos, amigo, cuando salgamos de ésta?...

-Brindamos, loco, con todos, con las viejas, los amigos, la familia. ¡Vos cocinás y yo les lleno las copas!

Nos quedamos en silencio, como despidiendo a los que ya no iban a estar. Hicimos foco casi en sincronía, en la etiqueta deslucida de una vieja ginebra, que ponemos siempre a la mesa. -¡Y si destilamos nuestra propia bebida!, dijimos todos a la vez…

-¿Whisky?, propuso el más audaz. 

-¡Nah!, demasiado pretencioso y mucho tiempo además. Tenemos poco de eso. 

-¿Ginebra?

-¡Gin!

El encierro y las restricciones agudizaban los sentidos abstractos. Volábamos por la ciudad y por el mundo sentados en una silla. Se hacía tarde cada vez. Afuera, los controles policiales. Adentro, comenzaban las estrategias para evitarlos durante esta especie de toque de queda eterno que marcó nuestras realidades cuando la pandemia se iba extinguiendo.

Las bebidas espirituosas alteran los sentidos. Nosotros nos propusimos esa noche lograr el mismo efecto, pero antes de consumirlas. Donde lo lúdico estuviera presente a través de una historia, de un concepto. En cada encuentro en ese mismo departamento durante los meses que siguieron, leímos hasta la madrugada sumergidos en el universo de los destilados. El aislamiento terminó y un fin de semana cualquiera nos subimos al auto rumbo a Miramar. Por allá, unos jóvenes emprendedores sueldan cobre y acero inoxidable, le suman manómetros y bridas y le dan forma a distintos alambiques de producción o de laboratorio. 

Mudamos todo a Villa Adelina. Uno de los nuevos tenía un espacio en el fondo de su casa, un cuarto separado de todo. Lo que siguió fueron meses de experimentación, lecturas, discusiones y  felicidad. Nombramos a ese espacio DUBA (Destilería Urbana Buenos Aires). Necesitábamos un nombre para ese producto que estábamos buscando, una historia de final abierto como una buena novela y a partir de ese nombre, de esa historia desarrollar perfiles con distintos aromas y sabores. El Gin se diversifica y multiplica exponencialmente en el mundo entero. Argentina no fue la excepción especialmente post pandemia. En nuestras tierras se multiplicaron los perfiles patagónicos, norteños, mesopotámicos, atlánticos y serranos. Estas zonas definen de alguna manera ecosistemas, climas, flora, fauna, altura sobre el nivel del mar, calidad de la tierra y botánicos endémicos o introducidos, pero populares. En la escuela nos los describen como biomas. Ya teníamos nombre: BIOMA. Pero solo hay un puñado de biomas en nuestro país. Esto nos acotaba. Y desde ese lugar caminamos hacia atrás, desandamos la idea. Ingeniería inversa. Alguien habló de un “concepto”, de los “Biomas conceptuales” y allí entendimos todo. 

Nos pusimos a trabajar (a jugar) en un perfil PORTEÑO que encerrarse en una botella el aroma a café de los cafecitos porteños, el perfume de los pétalos en los infinitos balcones, el sabor amargo del ajenjo bien de arrabal, el dulzor de las almendras bañadas en caramelo en las calesitas de las plazas, los kinotos que nos regalaban los feriantes los domingos cuando purretes, ese bálsamo de mil hierbas brotando en los infinitos baldíos, las cortezas de los eucaliptos y de los jacarandás

Y una tarde de jueves, recibimos un llamado desde Villa Adelina del dueño de casa que era el encargado de probar las recetas entre semana ya asentadas en su recipiente: “¡Me parece que acá hay algo, che!”…

@biomagin IG

Gin Artesanal London Dry

Pedidos al WhatsApp: 11 3098-2010

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