Tendemos a buscar la homeostasis, este término fue introducido por el fisiólogo estadounidense W. B. Cannon en 1932, y designa la tendencia general de todo organismo al restablecimiento del equilibrio interno cada vez que este es alterado.
Las crisis son eventos o períodos de tiempo que marcan una ruptura o un punto de inflexión en la vida de una persona y alteran el equilibrio. Son disruptivas e inesperadas y pueden provocar sentimientos de ansiedad, tristeza, confusión y miedo.
Una crisis se produce cuando una persona se enfrenta a un obstáculo que resulta insuperable a través de sus métodos habituales de resolución de problemas; valga la redundancia es por eso mismo que “entra en crisis”. Entonces aparece el desafío, encontrar nuevas formas, nuevos métodos de resolución para volver al equilibrio.
Podemos hablar de tres fases:
- Shock: Impacto inicial e incertidumbre. Muchas veces en esta primera fase aparecen emociones de angustia y desesperación.
- Respuesta adaptativa: Aparecen las estrategias de afrontamiento (buscar apoyo, revisar los propios recursos: emocionales e intelectuales, poner en práctica nuevas herramientas, buscar información, etc.). Baja el nivel de estrés de la fase inicial. Empieza un periodo de afrontamiento y aceptación de la realidad.
- Adaptación y cambio: Adaptación a la nueva realidad. Puesta en marcha de nuevas formas, nuevas herramientas y cambios en la perspectiva. Cambió el rumbo y ahora hay una nueva realidad. Continúan los ajustes para llegar al equilibrio pero se trata de una etapa avanzada donde el contacto con la realidad y el paso a la acción y al movimiento bajan el estrés.
Como mencioné más arriba, ante toda crisis aparece un desafío: encontrar nuevas formas, nuevos métodos de resolución para volver al equilibrio. Las crisis muchas veces son dolorosas, pero también son una fuerza impulsora.
Un factor fundamental, que influye sobre si el resultado de esa crisis será positivo o negativo, es la resiliencia. La resiliencia es la capacidad para adaptarse y recuperarse ante situaciones adversas, no significa “resistir” el impacto, sino también aprender de la experiencia y superar la adversidad con nuevas herramientas y más confianza en uno mismo. La resiliencia implica la capacidad de ajustar las propias actitudes, comportamientos, recursos, herramientas ante cambios inesperados. Es la habilidad que nos permite aceptar una nueva realidad y encontrar la mejor manera de lidiar con ella.
Las crisis irrumpen y mueven las formas en la que estábamos acostumbrados a funcionar, las formas en las que solíamos manejarnos. Remueven nuestros cimientos, nuestra seguridad y estabilidad. Nos plantean un reto: restablecer el equilibrio, pero de un modo distinto, ya que lo que antes nos sostenía o lo que hacíamos ya no es efectivo.
Las olas se rompen y se vuelven a armar.
Lic. Clr. Denise V Tognolotti
Consultora Psicológica - Counselor
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