Cuando nos enfermamos; desde un acné o rosácea, sobrepeso, diabetes, hipertensión, alzhéimer, o cáncer, la forma de alimentarnos tuvo mucho que ver en lo que nos pasó, porque la genética predispone, pero es nuestro hábito el que dispone.
La alimentación antiinflamatoria es una gran herramienta y se basa en el consumo de alimentos que reduzcan la inflamación del cuerpo, mejorando salud cardiovascular, intestinal, articular, muscular, anímica, reduciendo el riesgo de enfermedades crónicas incluidas las graves como el cáncer.
Los sí:
Elijamos frutas, verduras, carnes pastoriles, pollos y huevos orgánicos, y pescados pequeños que tienen menos mercurio.
Frutas; ideal 2 por día. Tips: no jugo, eleva el índice glucémico; no deshidratadas, concentra demasiada azúcar; si trituradas con cáscara, tienen más polifenoles; cocidas pierden valor biológico, aunque mermelada natural (cocino la fruta) en pequeñas cantidades podemos.
Frutos secos y semillas, siempre activados. Activar un alimento, elimina saponinas y anti nutrientes, evitando el intestino permeable, los sumergimos en agua, durante una a dos horas y luego secamos con un deshidratador, “hornito” que elimina el líquido, y evita que después tengan hongos o se pudran y, les da un sabor rico. Entonces, las harinas de frutos secos, al estar activadas, son más saludable que si no lo están. Con las semillas pasa lo mismo.
Harinas: de coco, frutos secos y lino; Aceites: de coco para las cocciones, de oliva extra virgen para los crudos, MCT OIL (es una parte del aceite de coco), y manteca GHEE g clarificada.
Endulzantes: Stevia en hojas, o las marcas con Stevia pura, mirando ingredientes sin agregados de edulcorantes no aptos; xilitol y eritritol, que son azúcares de marlo de maíz y de abedul; aunque la alulosa sería la más saludable, todavía no hay en Argentina.
Sales orgánicas, marina o del himalaya por los altos contenidos de minerales nutrientes celulares.
Los no:
Debe ser alimentación baja en carbohidratos que no provoque elevación de la insulina, ni cambie la microbiota de nuestro organismo. Suspendemos procesados y refinados, ricos en azúcares y carbohidratos de alto índice glucémico
La miel del paleolítico tenía, medio ambiente, insectos, flora, fauna y polinización diferentes; no elevaba la insulina, mientras que la de hoy sí lo hace.
Otro alimento que debemos evitar es el arroz, cereal que también eleva la insulina. aunque, para los fanáticos arroceros, se baja el índice glucémico para darse un gustito. ¿Cómo? Elegimos un arroz de bajo contenido de almidón, (basmati o yamaní orgánicos), se lava varias veces, sacando el almidón, lo cocinamos, se guarda en heladera o freezer.
Para volverlo a comer, se vuelve a cocinar, así es más fibra y menos hidrato, bajando el índice glucémico. Finalmente, la avena, contaminada con gluten (es tacc -trigo, avena, cebada y centeno-) tiene índice glucémico alto, elevando la insulina, hormona que despierta inflamación. Los alimentos con índice glucémico alto y que rompen el cemento de las células intestinales entre sí se consideran inflamatorios, por lo que envejecen, engordan y enferman. Incorporemos esta herramienta progresivamente, para lograr rejuvenecer, desinflamarnos adelgazar y sanar.
No quería perder la oportunidad de mostrarles algunos resultados de mi tratamiento
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