Desde tiempos antiguos, se reconoce al agua como esencial para tratar ciertos síntomas, siendo fundamentalmente el origen de la vida. El agua de alta calidad actúa como medicina preventiva. La OMS indica que la falta de agua provoca la muerte de más de 300 mil personas diariamente. Consumir suficiente agua pura podría prevenir numerosas enfermedades, incluyendo las degenerativas.
El agua expuesta a campos magnéticos de imanes se ioniza y polariza, recomendándole para problemas circulatorios, digestivos, nerviosos y urinarios. Contiene dos átomos de hidrógeno y oxígeno, en lugar de uno como el agua común, y se usa como antiséptico general, incluso para la higiene externa.
Comúnmente se menciona el término "agua magnetizada", lo cual es incorrecto, ya que al alejarse del imán, el agua retorna a su estado original. No actúa como materiales ferromagnéticos, pero sí experimenta cambios. Su pH puede aumentar (alcalinizarse) al exponerse a un campo magnético de 3800 gauss. Aunque no retiene propiedades magnéticas permanentes, beber agua tratada altera la polaridad de los átomos en el cuerpo, en especial los de hidrógeno.
Beber agua tratada con imanes mejora la diuresis y afecta los tóxicos acumulados. Los beneficios principales se observan tras dos semanas de consumo. Para prepararla, se coloca un imán de 86 mm de diámetro bajo un recipiente con hasta 2 litros de agua por un mínimo de ocho horas. Para uso diario, se recomienda una botella de medio litro con 4 imanes de 24 mm adheridos, con la polaridad seleccionada hacia el agua. Se requiere un tiempo de exposición de 8 horas antes de su consumo. Desde ese instante, es necesario que los imanes estén en constante contacto con la botella para preservar la ionización adecuada.
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