L a extendida luna de miel de Alejandro Fantino y Coni Mosqueira sigue escribiéndose desde las paradisíacas islas Maldivas, un destino de ensueño para los recién casados.
“Es el paisaje más maravilloso que he visto en mi vida, aunque he estado en lugares tremendos y Egipto me impactó. El sur argentino es magnánimo, la montaña en Mendoza también, pero a nivel, mar, arena y naturaleza, creo que es el lugar más bello que he visitado en mi vida”, cerciora el conductor con la experiencia de despertar cada día con un amanecer distinto a todos.
“Pedimos especialmente dos cabañas. Una casita que da al atardecer, los primeros tres días y ahora hacia el amanecer. En esta segunda estadía hay arena blanca, que parece talco debajo del agua y caminas 600 metros y tenes el agua hasta las rodillas. ¡Es agua caliente, no se puede entender! Y se ve todo: a la noche se llena de pescados comiendo. Despertarse así no tiene razón de ser”, suma el conductor, sobre la estadía que se prestó a más de un plan romántico como cenar cada noche al lado del mar.
“Después venirnos caminando hasta la cabaña agarraditos de la mano, con un viento cálido pegándote en la cara, es perfecto. A la noche me quedo a veces viendo las estrellas. Abro un mapa de estrellas en el celular, porque tengo una aplicación para tratar de descubrir qué estrellas están arriba y me enloquece pensar que es un terreno en el medio del índico, de la nada. Eso es muy loco y me parece que lo vuelve más romántico. Un gesto de amor de la naturaleza para con nosotros”, agrega.
Alejandro Fantino y Coni Mosqueira, coinciden en que el balance de esta primera etapa, de muchas por delante, es perfecto. “Cada lugar fue más mágico que el otro. Arrancamos con Estambul, ahora tenemos una segunda etapa allá porque nos quedaron cosas por visitar. Egipto se nos abrió de una manera inconmensurable y el crucero por el Nilo, que eligió especialmente Coni, te diría que fue realmente mágico. Si lo ves con ojos diferentes a los que traes, es un lugar impensado”, repasa Fantino, que destaca su fascinación por los sabores gastronómicos de otras culturas como la comida libanesa, japonesa, mediterránea y maldiva.
“Tenemos té beduino que nos trajimos especialmente del desierto en Jordania”, cuenta entusiasmado y se sincera: “Yo redescubro cosas en Coni permanentemente. Y estar 35 días juntos, 24 por 24 no te digo que es un desafío, pero redescubro cosas y profundizo su ternura, su empatía, su compañerismo y el amor que siento por ella. Este viaje me sirve para categorizar el nivel de mujer que tengo en mi vida”.
Una vida que ya empezaron a escribir y que no tardaran en ponerle broche. “Ser papás es un plan que ya empezamos a vislumbrar con posibilidades para el tiempo que viene. No tenemos diseñado cuándo va a ser, pero en los próximos tiempos, no muy lejano, queremos encarar el agrandar nuestra familia. Sería una bendición hermosa que Dios nos permitiera ser padres”