Así era la vida de Natalia y Soledad Pastorutti antes de ser famosas: de la infancia tranquila a sus primeros trabajos

Natalia y Soledad Pastorutti son de las folcloristas más queridas y admiradas de Argentina. No solo por la calidad vocal y musical que caracteriza a las hermanas, sino porque también comparten su carisma, su energía arrolladora y su cercanía con la gente. La infancia que tuvieron junto a sus padres en Arequito fue sin dudas un aspecto clave para su desarrollo personal y artístico.

Así era la vida de Natalia y Soledad Pastorutti antes de ser famosas: de la infancia tranquila a sus primeros trabajos

Desde Arequito al corazón de todo un país, Natalia y Soledad Pastorutti construyeron una carrera marcada por el arte, la familia y el amor por sus raíces. Antes de convertirse en referentes indiscutidas del folclore argentino, las hermanas vivieron una infancia simple, llena de valores, anécdotas y esfuerzo compartido en familia.

Soledad Pastorutti con su típica soltura expresó que su infancia en Arequito fue feliz, aunque sus padres estaban ajustados económicamente. En diálogo con Jey Mammón, la cantante contó que fue canillita: “Era un diario que se llama ‘La Vidriera’ y era para avisos clasificados. Yo no lo podía vender, era de distribución gratuita".

Y luego continuó: “Yo lo distribuía, pero como quería sacar un manguito, hacía la carita del Gato con Botas. Tocaba la puerta y te hacía la carita del Gato con Botas y me daban”.

Mientras que, por su parte, también en conversación con el conductor, Natalia Pastorutti contó: “Yo tengo recuerdos de linda infancia, de lindos momentos”. Habló de su niñez en el pueblo, de cómo pasaba su tiempo de adolescente perfeccionándose en la música junto a su hermana, del único boliche que había en esa época y de sus amigos de toda la vida que aún conserva, con quienes fue al jardín, a la escuela primaria y a la secundaria.

La historia de Natalia y Soledad Pastorutti es la prueba de que el éxito puede construirse desde la humildad, la familia y el trabajo constante. Aquella infancia en Arequito, rodeada de afecto y aprendizajes, forjó no solo a dos grandes artistas, sino también a dos mujeres profundamente conectadas con su gente.

J.O