Julieta Díaz abrió su corazón y habló de su nueva pareja, Tute
La actriz de "Pequeña Victoria" recibió a CARAS y además contó cómo es su relación con su heredera y su papá.
Entre ellos hay una química que trasciende lo biológico: es un amor filial, pero también artístico, existencial, profundamente inspirador. Son tres generaciones comunicadas desde el corazón que no dejan de irradiar luz. Julieta Díaz (42) recibe a CARAS en su departamento de Barrio Norte “custodiada” por dos de sus grandes amores: su papá, el actor Ricardo Díaz Mourelle (70) y su hija Elena (4). “A los 12 años empecé a estudiar teatro en un grupo barrial, y a los 15 de una manera más formal con Alicia Dolinsky, que era una amiga de mi viejo. Y también iba mucho a los ensayos de mi papá, estaba todo el tiempo en bambalinas, y cuando lo vi a mi padre arriba del escenario y observé cómo con sus compañeros se disfrazaban o inventaban historias, quedé fascinada con ese mundo. Más tarde estudié con Alejandra Balado, con Javier Margulis, todas personas que me recomendaba mi padre. También Rubens Correa, Cristina Moreira, todos ex compañeros, directores y maestros de mi padre. Cuando fui más grande estudié con Gabriel Chamé Buendía y Ana María Bovo. Pero mi papá fue mi primer maestro de teatro y sigue siéndolo”, dice Julieta, que se luce en “Pequeña Victoria”, la nueva ficción de Telefe, en la que comparte elenco con Natalie Pérez, Inés Estévez, Mariana Genesio, Facundo Arana, Luciano Castro, Daniel Hendler y Nicolás Francella.
A su lado, papá Ricardo sonríe orgulloso.“Yo empecé a estudiar tarde, a los 28 años, cuando estrené ‘Los Siete Locos’ en el Picadero—afirma Díaz Mourelle, destacado actor que se lució en obras teatrales como “Sacco y Vanzetti”, “Fuenteovejuna”, entre otras, además de actuar en películas como “Diarios de Motocicleta”, “Nueve Reinas”, “Juan y Eva”, entre otras; y en TV brilló en “Vientos de Agua”, “Padre Coraje”, “Soy Gitano”, “Los Simuladores” y “Mujeres Asesinas”, entre otras—. Ahora soy más conocido por ser el papá de Julieta Díaz, lo cual es un orgullo. Más que un orgullo, un verdadero honor. Soy muy fan de ella, creo que es una actriz con una gran capacidad para construir diferentes personajes”, agrega el actor que en la actualidad protagoniza la obra “Tomar la Fábrica”, junto a Joselo Bella, con dirección de Pedro Sedlinsky, todos los domingos en el Centro Cultural de la Cooperación (Corrientes al 1500).
Julieta y Ricardo actuaron varias veces juntos, y muchas de ellas hicieron en la ficción de padre e hija. En teatro trabajaron en una obra que se llamaba “Tontos por Amor”; también en varias películas (“Norma Arrostito, La Gaby”, “Maradona, la Mano de Dios” y “Juan y Eva”, entre otras); y en televisión (“Cuando me sonreís”, “Soy Gitano” y “099 Central”, entre otras ficciones). “Fue raro porque, la primera vez que trabajamos juntos, en ‘099 Central’, papá hacía de un delincuente y yo de una policía. Debía perseguirlo y él después me daba patadas en el piso y hasta me tiró un tiro en la pierna. Nos pasa que cuando actuamos nos ponemos a jugar. En la película ‘Maradona, la Mano de Dios’ también hicimos de padre e hija. Yo hacía de la Claudia y mi viejo de Coco Villafañe. En la miniserie ‘Silencios de Familia’ también hicimos de padre e hija”, dice Julieta.
La actriz que interpreta a Jazmín en “Pequeña Victoria” confiesa que en su familia todos son fans de todos. “Mi papá me tiene de ídola a mí, y no le queda otra porque soy hija única (Risas). De él, cuando actúa admiro la potencia y su capacidad de ser austero e intenso al mismo tiempo. Son las características de los actores que más me gustan. No es barroco, pero por dentro es barroco porque le pasan un montón de cosas. Yo de chiquita lo veía arriba del escenario y aprendí a disfrutar de esa potencia y claridad. El siempre‘está ahí’, tiene una presencia muy fuerte. Yo mamé eso, es lo que me gusta pero también es lo que yo busco. Con los años armé mi propia técnica, pero hay algo que tiene que ver con la verdad, con tener clara la circunstancia del personaje. Eso lo aprendí de papá”, explica Julieta.
A la hora de definir el amor que se tienen fuera de la ficción, son muy contundentes.“Es un gran papá, muy presente, muy amoroso. Los padres hacemos lo que podemos, lo sé ahora que soy madre, pero su amor y presencia siempre fueron muy fuertes. Papá hasta se está transformando en un feminista, vamos a las marchas de ‘Ni una Menos’, todos ‘juntes’ (Risas)”, dice la actriz. A su lado, Ricardo interviene: “Es mi única hija, pero vale por diez. Me da una gran felicidad que tenga tanto éxito, se lo merece. No solo es una gran actriz sino que es una muy buena persona. Todo el mundo la quiere”, agrega.
Hace cuatro años, a esta familia de artistas llegó una nueva “estrellita” para incluir en la “marquesina afectiva”. Julieta Díaz se convirtió en mamá de Elena, hija que tuvo junto al norteamericano Brent Federighi (44), de quien se separó hace un año y medio luego de una década de relación. La beba nació tras sufrir Hipoxia (deficiencia de oxígeno en la sangre, células y tejidos del organismo), lo que le generó diferentes secuelas.“Yo tenía 37 años cuando tuve a Elena, la tuve de grande. Fue un nacimiento difícil, nos tuvimos que acomodar un poco a eso. Estuvimos juntos con el padre hasta que Elena cumplió tres años. El vínculo con mi padre, a raíz del nacimiento de mi hija, mejoró un montón. Aunque no me gusta hacer apología de la maternidad, te confieso que es una experiencia que me atravesó y me cambió”, comenta la actriz. Ricardo, orgulloso abuelo, agrega: “Julieta es mi única hija y Elena mi única nieta. Mis grandes amores son mujeres. Mi madre, mi hija, mi nieta y mi actual compañera (Laura, con quien está hace 30 años)”, dice.
Julieta Díaz volvió a apostar al amor y está iniciando una relación con el humorista gráfico Juan Matías Loiseau (45), más conocido como “Tute”, hijo del recordado Caloi. “Estoy muy bien, estoy muy bien (Risas), recién empezamos a salir y estamos muy bien. No sigo hablando porque me da vergüenza hablar de esto”, afirma.
Durante la producción fotográfica, Ricardo, Julieta y Elena se disfrazan y juegan con gran histrionismo. ¿Una señal de que el ADN de la actuación se transmite de generación en generación? “No me gusta mucho pensar eso. Todos los chicos tienen algo histriónico, esa cosa de jugar y disfrazarse. Elena es re coqueta, no salió a mí: yo soy un poco más rea. Pero ella está con los vestiditos y el maquillaje, y a full con el tema de las princesas… Es chiquita. Le gusta también dibujar y pintar. No proyecto absolutamente nada sobre ella, estoy tratando de seguirla en todo lo que le gusta—confiesa Julieta Díaz, mientras mira con un amor infinito a su hija—. Para Elena deseo la mejor vida posible, que siempre pueda expresar lo que quiere y lo que no quiere, que siempre podamos conversar. No pretendo que haga las cosas para hacernos felices a nosotros. Solo quiero que siga sus sueños y los concrete”, concluye.