Carolina de Mónaco y Ernesto de Hannover (X)
REALEZA

Ernesto de Hannover y Carolina de Mónaco: una historia de amor, títulos y tensiones

Un romance nacido entre castillos y tragedias, marcado por títulos reales, amistades rotas y escándalos mediáticos.

Carolina de Mónaco y Ernesto de Hannover protagonizaron una historia que parecía escrita por los mismísimos guionistas del destino. Cuando se casaron en 1999, todo apuntaba a una fusión de sangre azul digna del sueño de Grace Kelly: la heredera de la familia Grimaldi unía su camino al del príncipe jefe de una de las casas reales más antiguas de Europa, descendientes de los monarcas británicos previos a la reina Victoria.

El romance no fue inmediato. De hecho, Carolina y Ernesto se conocían desde siempre. Se cruzaban en veranos soleados de la Costa Azul y en los inviernos nevados de las pistas austriacas. En los años setenta, incluso Grace intentó acercarlos, quizás intuyendo un destino compartido. Pero él estaba casado con Chantal Hochuli, hija de un magnate suizo y madre de sus dos hijos, y ella construía su propia historia con Stefano Casiraghi. Ambas mujeres, curiosamente, amigas íntimas.

El inicio de la historia de Ernesto de Hannover y Carolina de Mónaco

La tragedia marcó el rumbo: Grace muere trágicamente en 1982, y años después, en 1990, Carolina pierde a Stefano en un accidente náutico. Fue recién a mediados de los años noventa cuando los rumores comenzaron a hacer ruido: Carolina y Ernesto, viudos de distintas formas, aparecían cada vez más juntos. Chantal, aún casada con él, lo negó con firmeza. Pero las imágenes de Carolina y Ernesto en Bangkok, en un supuesto "viaje cultural", confirmaron lo que muchos ya sospechaban. El divorcio llegó en 1997.

La historia de amor se hizo oficial. Recién en 1999, el mismo día en que Carolina celebraba sus 42 años, la pareja se casó en una ceremonia íntima en el palacio de Mónaco. Vestida con un sobrio conjunto de Chanel en tono gris perla, Carolina se convirtió en Su Alteza Real, Princesa de Hannover y Duquesa de Brunswick-Lüneburg. Nueve meses después, nacía su hija Alexandra.

Durante años, el cuento de hadas parecía mantenerse intacto. Residencias entre París, Mónaco, los castillos alemanes y austríacos, escapadas a Lamu, Kenia... Carolina irradiaba estabilidad, y todo indicaba que había encontrado un nuevo equilibrio tras años marcados por la pérdida.

Pero Ernesto, siempre impredecible, comenzaba a mostrar un costado oscuro. Ya en 1998 había sido condenado por agredir a un fotógrafo. Lo apodaron "el príncipe peleas": excesos de alcohol, escándalos en público, episodios de violencia verbal y física. La presión mediática parecía superarlo. Y aunque Carolina hizo todo por apoyarlo, en 2009 la pareja comenzó una separación de hecho. Nunca firmaron el divorcio.

Carolina de Mónaco

El vínculo, sin embargo, nunca se cortó del todo. Carolina mantiene una relación cercana con los hijos de Ernesto y, a pesar del distanciamiento, sigue involucrada en momentos críticos de su vida. En su último episodio judicial, el príncipe fue condenado a diez meses de prisión condicional por insultar y agredir a policías austríacos en estado de ebriedad. Además, se le impuso la obligación de abandonar su residencia, iniciar psicoterapia y abstenerse de consumir alcohol.

Hoy, la historia de Carolina de Mónaco Ernesto de Hannover, la cual alguna vez fue símbolo de la unión entre dos casas reales emblemáticas, sobrevive entre silencios nobles, residencias separadas y un vínculo que nunca fue sellado oficialmente

 

F.A

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