La crianza respetuosa se define como una forma de vida, tiene su base en la teoría del apego de Jhonatan Bowlby. Con este tipo de crianza los niños sienten pertenencia, se sienten queridos y valiosos.
Se basa en entender al niño y sus necesidades y se fundamenta en los principios de amor incondicional, empatía, igualdad y respeto por nuestros hijos.
Es fundamental: Estimular la autoestima, reconocer las buenas acciones, establecer límites y ser coherentes con la disciplina.
La cantidad de tiempo que pasemos con nuestros niños es importante, debemos ser ser modelos a seguir, la comunicación es prioridad. Ser flexible y estar dispuestos a adaptar nuestro estilo de crianza si fuese necesario.
Demostrar amor incondicional.
No a la violencia, no a los gritos, no a las humillaciones, no se trata de disciplina punitiva, no a premios o castigos. De hecho no existe el castigo en una crianza respetuosa.
Se busca generar una conexión emocional.
Qué difícil ser firme y a la vez amables!
Dado que firmeza sin amabilidad es autoritarismo y amabilidad sin firmeza permisividad.
Se trata de un cuidadoso equilibrio.
Los padres con autoridad son conscientes de la gran responsabilidad que tienen, por lo cual saben utilizar sabiamente su autoridad siempre para el bienestar del niño, nunca para descargar en ellos su frustración.
Saben que deben ejercer autoridad sin lastimar, ni intimidar, tienen claro que deben dejar que sus niños exploren el mundo.
La escucha debe ser activa, caracterizada por disponibilidad física y emocional.
Acompaña las emociones de tu niño sin juzgarlo, permitiendo la expresión de todo tipo de emociones, expresando comprensión, consuelo y sintonía con las mismas.
A través de la comunicación transmitimos al niño información sobre sí mismo, por eso es importante transmitir mensajes positivos que validen sus actitudes y acciones.
Dedica tiempo exclusivo a la comunicación, no interrumpir, no juzgar, no ofrecer soluciones prematuras, no rechazar lo que el niño está sintiendo (‘no te preocupes, no es nada’)
Se trata de empatizar con el niño y darle voz.
Pasar de la teoría a la práctica no es fácil. Venimos de un paradigma distinto, por eso es importante revisarnos y respetarnos a nosotros mismos.
Se trata de educar para la autonomía, la independencia y la confianza.
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