Lo peor de todo es que lo único que se hace es perpetuar el estrés, la desconexión y la frustración, porque nada cambia. En cambio, se transforma en: “Ahora no duermo con una excusa supuestamente más integrada al grupo de pertenencia”.
El acto de dormir es solo un recordatorio de volver a encontrarnos con nuestra esencia espiritual y vibracional, solos con el todo. Es poder confiar en el ciclo de la vida, saber que al día siguiente estaremos aquí, y nuestros hijos, allí. Es soltar el control, es continuar conectándonos con todos a través de otro espacio de tiempo. Es resetear la información vivida en el día para guardar en la mente lo que deseamos y borrar lo que ya no nos hace falta. Es una pausa al personaje que elegimos ser (mamá, papá, hijo, enfermero, mecánico, médico, periodista, víctima, villano, sumiso, alumno, profesor, etc.).
Por ello, antes de querer mover al niño como en una lavadora para que se duerma, céntrate en ti mismo. ¿Qué situaciones de tu vida necesitan ser liberadas, soltadas, amadas, respetadas, aceptadas o cambiadas para que ambos logren un sueño en amor y respeto?. Es necesario ponerse lejos de la ansiedad de marcar un horario o un formato rápido y efectivo para que el niño haga lo que nosotros aún no nos animamos a aceptar y transformar.
Muestra tú cómo llegar al equilibrio y a la serenidad media hora o una hora antes de dormir, y tu niño te imitará. Permite que exprese sus emociones y siga sus propios horarios. Sólo muestra cómo lo haces tú: siéntate en el piso a su altura, respira, evita hablar de más y moverse de un lado a otro. Invítate a la quietud, y tu niño te acompañará.
Tan simple como eso: suelta el control.
Si necesitas saber más, puedes contactarme al +5491161706061 o en mi página web www.metododralelis.com.
Dra. Lelis




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