En los últimos años, la medicina estética ha dejado de ser un espacio predominantemente femenino. Cada vez más hombres están descubriendo los beneficios de los tratamientos inyectables para verse y sentirse mejor, sin perder su esencia masculina.
La Dra. Majo Toledo, médica estética y Master Injector, ha observado este cambio de tendencia en su consulta:
“La estética masculina requiere un enfoque diferente al femenino. No busco suavizar los rasgos, sino potenciarlos respetando las características propias del género masculino, se inyecta diferente un pómulo masculino que uno femenino”
¿Hay diferencias entre un rostro masculino y uno atractivo?
En el mundo de la medicina estética, existe una línea delicada entre potenciar la masculinidad de un rostro y resaltar su atractivo. Aunque ambos conceptos están relacionados, no siempre son sinónimos.
Un rostro masculino se define por características que reflejan fortaleza, como una mandíbula bien definida, un mentón prominente, arcos supraorbitarios marcados. Mientras que un rostro atractivo, en cambio, está relacionado con proporciones equilibradas y ciertos rasgos que generan interés visual.
¿Se puede combinar masculinidad y atractivo?
La clave está en entender que no todos los hombres buscan lo mismo. Algunos desean acentuar sus rasgos masculinos, mientras que otros prefieren potenciar su atractivo de forma más general. Es ahí donde la expertise del profesional juega un papel esencial.
¿Cuáles son los procedimientos más solicitados por ellos?
Entre los procedimientos más solicitados por los hombres, se destaca la aplicación de toxina botulínica para suavizar líneas de expresión, el perfilado mandibular para un contorno más definido y los bioestimuladores para mejorar la calidad de la piel sin generar volumen ni cambiar sus rasgos.
Cuidarse no es superficial
Hablar de estética masculina también es hablar de autoestima, proyectar fortaleza y seguridad. Pequeños cambios pueden tener un impacto positivo en cómo nos vemos y cómo nos sentimos, ayudándonos a enfrentar cada día con más seguridad y motivación. Además, el autocuidado es un acto de amor propio que trasciende géneros o roles tradicionales.
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Marcelo T. De Alvear 1966, Recoleta, CABA.
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