Johanna Pass: la diseñadora que transforma sueños en vestidos de novia

—¿Cómo comenzó tu historia en el mundo de la alta costura?

Desde muy chica me apasionó la costura. Recuerdo cuando le hacia vestidos a las muñeras y luego me inventaba ropa tejida a mano. Hace más de 11 años decidí dedicarme profesionalmente, y desde entonces, he creado cientos de vestidos únicos para mujeres en los momentos más importantes de sus vidas.

—¿Qué distingue tu trabajo como diseñadora?

Trabajo de forma totalmente personalizada. Escucho a cada clienta, sus deseos, su historia, sus inseguridades y sueños. A partir de ahí diseño un vestido exclusivo, que se adapte a su cuerpo, a su estilo y a su evento. No vendo un diseño: creo una experiencia.

—En especial, ¿cómo es tu trabajo con las novias?

Diseñar un vestido de novia es una de las experiencias más emocionantes y desafiantes. Me emociona acompañarlas desde el primer boceto hasta el último bordado. Muchas veces me dicen: “quiero sentirme yo misma, pero única”. Ahí empieza la magia.

—¿Cómo es el proceso para confeccionar un vestido de novia?

Primero nos reunimos (en el atelier o por video llamada) y me cuentan su idea. A partir de eso realizo un diseño exclusivo y comenzamos con las pruebas. Trabajo con telas Premium, detalles bordados a mano, y terminaciones de lujo. Puedo combinar estructuras como doble corsetería, mangas desmontables, colas, capas, transparencias… cada vestido es una obra pensada al milímetro.

—¿Qué estilos suelen pedirte más las novias actuales?

Hoy las novias se animan a mucho más: vestidos de dos piezas, cortes sirena, espaldas escotadas, bordados con brillo, tules etéreos. Pero también hay quienes buscan lo clásico y elegante. Lo importante es que cada diseño sea coherente con su esencia.

—¿A qué tipo de clientas apuntas?

A mujeres que valoran lo artesanal, lo exclusivo y lo hecho a medida. Que quieran vivir una experiencia y no simplemente “comprar un vestido”. Trabajo con quinceañeras, novias, madres de la novia, invitadas… todas son protagonistas.

—¿Cómo ves hoy tu lugar en el mundo de la moda argentina?

Con mucho orgullo. Ser parte de la historia de tantas mujeres me llena el alma. Mi atelier en Munro se ha convertido en un espacio donde se crean sueños con aguja e hilo. Aparecer en esta revista es un mimo enorme y una confirmación de que el esfuerzo vale la pena.

—Por último, ¿qué te gustaría que las lectoras sepan de vos?

Que cuando me eligen, no solo se llevan un vestido. Se llevan una experiencia, un acompañamiento, una creación pensada en cada puntada. Mi objetivo es que se sientan únicas, seguras, y absolutamente bellas.

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