La palabra “vulnerabilidad” ha sido históricamente asociada con debilidad, pero investigaciones recientes en neurociencia y liderazgo demuestran que es, de hecho, una de las herramientas más poderosas para crecer y liderar en un mundo en constante cambio. Aceptar nuestra vulnerabilidad no es un signo de fragilidad, sino de autenticidad y valentía.
Mostrar vulnerabilidad significa abrirse a compartir nuestras emociones, aceptar errores y pedir ayuda cuando es necesario. En el ámbito organizacional, esta cualidad se traduce en líderes más cercanos, capaces de construir equipos cohesionados y fomentar una cultura de confianza. Según Brené Brown, investigadora en el tema, “la vulnerabilidad no es debilidad, es la valentía más pura que podemos mostrar”.
Desde la perspectiva del bienestar organizacional, la vulnerabilidad impulsa el liderazgo humano. Cuando los líderes reconocen sus límites y comparten desafíos, inspiran a sus equipos a hacer lo mismo. Esto no solo fortalece la confianza, sino que también promueve la creatividad y el compromiso, generando entornos laborales más saludables y productivos.
En el plano personal, aceptar nuestra vulnerabilidad es un camino hacia el crecimiento. Nos libera de la presión de la perfección, nos ayuda a manejar el estrés y nos conecta con quienes nos rodean de una manera más profunda y auténtica. Reconocer que no somos invencibles nos da la oportunidad de encontrar equilibrio entre nuestras metas personales y profesionales.
El paradigma ha cambiado: el liderazgo y el éxito ya no se miden por la capacidad de aparentar fortaleza, sino por la habilidad de conectar con los demás desde un lugar auténtico. Ser vulnerables no nos hace menos fuertes; nos hace más humanos.
La vulnerabilidad es para valientes.
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Carolina Olazagasti
Coach Ontológica | Especialista en Bienestar y Liderazgo Consciente
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