Reflexioné mucho sobre esta pregunta en el último tiempo, mientras empezaba a aplicar la medicina funcional y me volvía más consciente de mi propio cuerpo.
Mis pacientes llegan a la consulta con dolores crónicos que afectan su vida diaria, como inflamaciones intestinales y dolores de cabeza insoportables. Cuando les pregunto por qué deciden atender ese malestar ahora, la respuesta es: "No me había dado cuenta" o "Prefería aguantar porque después mejoraba".
La resignación ante el malestar me entristece. Pero también me motiva a buscar que los pacientes sean más conscientes de sus hábitos y dolencias, para trabajarlas desde la raíz.
En estos años de trabajo, surgieron las preguntas: ¿cómo normalizamos sentirnos mal?
¿Por qué aceptamos vivir con dolor, fatiga, alergias o caída del cabello?
Y descubrí que las razones son diversas:
- Patrones aprendidos: internalizamos la idea de que el malestar es normal. Frases como "la vida es dura", "hay que sufrir para ser feliz" o "es normal sentirse estresado", nos condicionaron a aceptar el dolor como parte de la existencia.
- Falta de autoconciencia: ignoramos el cansancio, la tensión muscular o las emociones negativas, permitiendo que se instalen en la vida diaria.
- Miedo al cambio: salir de nuestra zona de confort y buscar alternativas que ayuden a sentirnos mejor, puede generar incertidumbre.
- Baja autoestima: pensamos que no merecemos estar felices o plenos y aceptamos el malestar como parte de nuestra realidad.
- Entorno negativo: rodearnos de personas o ambientes tóxicos puede afectar significativamente nuestro estado de ánimo.
Acostumbrarnos a sentirnos mal tiene consecuencias severas, por ejemplo:
- El estrés constante, la ansiedad y la falta de bienestar emocional pueden debilitar nuestro sistema inmunológico, aumentar el riesgo de enfermedades crónicas y afectar nuestra calidad de vida en general.
- La energía, motivación y creatividad se ven afectadas. Esto influye en el desempeño en el trabajo, los vínculos y el desarrollo personal.
- Aceptar el malestar como parte de la vida nos impide experimentar la verdadera plenitud.
Recordá: tu cuerpo es la base de todo lo que hacés y experimentás. Merecés sentirte bien. Empezá a cuidar tu salud física y mental y verás cómo tu vida se transforma.
¿Te animás? Yo estoy disponible para ayudarte. Contactame y accedé a una consulta en Metanoia.
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