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En la terapia regresiva, muchas veces el origen de algún síntoma a sanar, se encuentra en la vida intrauterina, y es allí, donde regresa el alma para resolverlo, porque ha quedado atrapada.
Dentro del útero, el bebé no tiene la personalidad desarrollada, ni puede diferenciar sus emociones de lo que la mamá siente.
Todo lo que le pase a la madre en esta etapa va a afectar al feto, si, por ej. es un embarazo no deseado, el bebé sentirá ese rechazo. Los miedos, las angustias, las ausencias, etc. serán experimentados por el feto como propios.
En la vida intrauterina, el alma del bebé puede adquirir mandatos, que serán también mecanismos para sobrevivir.
A veces, debido a las circunstancias en la que se produce el embarazo, o se desarrolla el mismo, se imprime en el bebé un mandato determinado, por ejemplo: que el bebé sienta que es una carga para su mamá, o que se van a frustrar los planes de sus padres por su existencia.
Si el padre o madre desea que ese hijo sea de un determinado sexo, (distinto al que tiene el bebé) posiblemente éste siga el mandato de hacer todo lo posible en su vida para agradar o ser aceptado por sus padres y no decepcionarlos.
El alma de ese bebé no tiene manera de tomar distancia ni modificar las emociones, los pensamientos sentimientos o creencias de la madre durante la gestación.
El bebé recibe y reacciona a la energía y emociones de la madre, todo eso afectará su alma, y quedará grabado para toda su vida, debido a que la vida intrauterina es el período más extenso de nuestra vida en donde el subconsciente, reina totalmente.
En una regresión, podemos volver al vientre materno y al nacimiento, para sanar esos síntomas que mantienen el atrapamiento del alma.
