jueves 19 de junio del 2025

Rosácea: mucho más que una cara roja

¿Te sonrojás fácilmente? ¿Tu piel reacciona con ardor, granitos o sensibilidad sin razón aparente? Podrías estar frente a algo más que una piel “reactiva”: la rosácea, una condición inflamatoria crónica de la piel que va más allá del rubor ocasional.

Dra. Ma. Florencia Osca2
Rosácea: mucho más que una cara roja. | CREDITO CARAS
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¿Por qué es mucho más que una piel enrojecida?
Aunque su síntoma más visible es el enrojecimiento facial, es mucho más que eso. La rosácea puede manifestarse con brotes de granitos, ardor, picor, tirantez y ojos irritados. A menudo empeora con ciertos alimentos, el estrés, el frío, el calor o incluso algunos cosméticos. Pero lo más importante: es una señal de que el cuerpo está pidiendo atención.

Más allá de la superficie, esta condición puede estar vinculada al estado del intestino, al sistema inmune, al estrés, a desequilibrios hormonales e incluso al tipo de alimentación. La piel es un espejo: lo que pasa adentro, se refleja afuera. Debemos entenderla como una señal de alerta del cuerpo que no debe ser ignorada.

¿Qué la desencadena?
Algunos de los principales factores que pueden activar o agravar la rosácea son:

  • Cambios de temperatura bruscos (como pasar del frío al calor)
  • Climas fríos y secos (el invierno suele empeorar los síntomas)
  • Alcohol, comidas picantes, café, chocolate
  • Exposición solar sin protección
  • Estrés emocional o físico
  • Uso de cosméticos con alcohol, fragancias o texturas agresivas

Durante el invierno, la rosácea suele intensificarse: el frío seco debilita la barrera cutánea, y los ambientes calefaccionados agravan la dilatación de los vasos sanguíneos, aumentando el enrojecimiento y la sensibilidad.

¿Cómo abordarla de forma efectiva? Desde adentro hacia afuera. Con apoyo médico personalizado:  Buscamos identificar y tratar los desequilibrios que la disparan. Revisamos la alimentación (dieta antiinflamatoria, baja en histamina), el microbioma intestinal, los niveles de estrés, y los hábitos cosméticos. Todo esto acompañado de tratamiento médico adecuado según las necesidades individuales: láser vascular, luz pulsada y tratamientos orales o tópicos según el caso.

La rosácea no tiene cura, pero sí tratamiento y control. Con una mirada integral, es posible devolverle el equilibrio a tu piel… y a tu bienestar general.

Escuchar lo que tu piel intenta decirte es el primer paso para sanar.

Dra. Ma. Florencia Osca – Dermatología clínica y estética

 

Datos de contacto:

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