Sábado de diciembre, 17:00 horas. Lo que según la más refinada tradición inglesa debería ser la hora del té, se convierte en una tarde de caipirinhas. El gesto del anfitrión tiene tres posibles explicaciones: el elocuente anuncio de boda, una coincidencia geográfica dada por la cercanía con el territorio brasileño y la inminente temporada estival, o el simple gusto etílico que une a entrevistado y entrevistador.
Lo cierto es que motivos para brindar sobran y tanto Jorge Lanata (61) como Elba Marcovecchio (44), de aquí en adelante “los novios”, lo saben. “Los novios” no lograron borrar la sonrisa ni por las travesuras más audaces de Salsa, su pequeña bulldog francesa que dispone de la casa construida sobre una misma planta con vista al mar como si le fuera propia. Y es que en esta familia conformada por “los tuyos y los míos” –el periodista es padre de Lola (17) y Bárbara (32), y la abogada de Valentino (13) y Allegra (12)–, “el nuestro” vendría a ser esta simpática mascota tan fotogénica como sus protagonistas.
Ubicada sobre la ruta 10 que une Punta del Este a José Ignacio, la residencia bautizada como “The Old Man and The Sea” –en honor a la obra de Ernest Hemingway y que se ordena en un cartel de seis líneas de tres letras cada una– se convirtió en el refugio perfecto de verano para “los novios”. Por si algún visitante distraído no la encuentra, sobre la ruta recientemente colocaron otro cartel: “Es acá”, junto a una flecha que apunta al hogar dulce hogar. Por favor, paparazzi, abstenerse.
En la casa de Jorge Lanata no sobra ni falta nada. Una piscina –obra de la arquitecta–, un jardín que tiene la mano experta de la letrada, y una decoración que combina arte clásico uruguayo con muebles de diseño, cuya autoría se adjudica el conductor. “Elegí los muebles a ojo”, dice el periodista con aires de Philippe Starck, el prestigioso diseñador industrial francés.
Cigarrillo en mano, Jorge Lanata toma la posta y devela el misterio por el que convocó a CARAS hasta Punta del Este. Con oficio de editor, resuelve en una frase la cabeza de la nota: “Anotá: nos casamos”. Con ustedes y en exclusiva: “los novios”.
—¿Por qué eligieron dar esta nota?
—Jorge Lanata:-Por la insistencia del periodista y porque nos vamos a casar…
—¿Se van a casar?
JL:—Sí, le hice la propuesta engañada diciéndole que era un viaje a Hawaii.
Elba Marcovecchio:-Fue el jueves 18 de noviembre. Fui totalmente engañada. El me dice que en la cena iba a haber una sorpresa y me pregunta si tenía Visa como para despistarme.
JL:—Yo la desinformé en términos técnicos. Le hice una pregunta que no tenía nada que ver pero que era verosímil.
EM:—Me preguntó qué canción me gustaba de Maluma y yo le dije “Hawái” y pensé que ese era el destino. Me llamó la atención que fuera mucho viaje, pero no dudé.
JL:—Lo que fue un quilombo fue esconder el anillo y la caja (risas). Estuve toda la noche con la caja en el bolsillo pero nunca se dio cuenta…
EM:—Y fue al final de la cena el pedido. Fue hermoso, re lindo.
—¿Desde hace cuánto están juntos?
JL:-Un año y medio, capaz un poquito más.
—¿Por qué la decisión a esta altura del partido?
JL:—Porque quiero estar con ella y también es algo que ella respeta como institución. Y está bueno, ¿Por qué no hacerlo?
—¿Ya se había casado?
JL:-—Me casé mucho (risas). Por Civil, dos veces: con Silvina Chediek en Nueva York y con Sarah (Stewart Brown) en Buenos Aires después de mucho tiempo de estar juntos, unos 15 años.
—¿Los divorcios están en regla?
JL:—Todo en regla. Y Elbita es viuda… (NdR: su marido falleció en 2012)
EM:—De hecho, Jorge fue la primera pareja que le presenté a mis hijos. Va a ser una ceremonia muy emotiva. Jorge nunca se había casado por Iglesia.
JL:—Es cierto eso, me voy a casar por Iglesia por primera vez.
—¿Se va a confesar?
JL:—Me confesé, ahora capaz lo tengo que hacer de vuelta. Estoy bautizado y tomé la comunión, no fui monaguillo pero siempre digo públicamente que creo en Dios porque creo que hay un orden. Capaz no creo en el Dios de los dibujitos pero sí en que hay un sentido, un orden, y va a estar bueno casarse por Iglesia.
—¿Van a hacer Fiesta?
—EM:-Gran fiesta no vamos a hacer…
JL:—Algo tranquilo, unas 8 mil personas… (risas)
EM:—¡Un Lanatapaloozza! (risas)
—Es decir que va a ser completa la boda…
JL:—Gorro, bandera y vincha (risas). Y va a ser en abril, todavía no podemos decir la fecha. Va a ser en Buenos Aires, hay lugar definido pero todavía no se puede adelantar. ¡Bastante que ya te dije el mes! (Risas) Va a ser una comida chica para unas 50 personas, algo chiquito. En algún momento saldremos a hacer fotos para la prensa si alguien va…
—¿Cómo imaginan la boda?
EM:-Todavía no lo pensamos. De hecho, todo lo que es la comida surgió porque a Jorge no le gusta tanto bailar, por eso decidimos hacerlo a nuestra medida. La idea es hacer una comida extensa, relajada, como una cena con amigos.
—Arriesgo: ¿Será en el Palacio Duhau?
JL:—No, va a ser lejos… hasta ahí llegamos.
—¿Habrá shows?
JL:—No, es una comida. La idea es no meterle nada, sólo una comida en un lugar.
EM:—Algo que lo disfrutes, que sea relajado y no estrese, lindo. Una comida más grande que si fuera en tu casa.
—¿Eligió diseñador para el vestido?
EM:—Me encontré con un diseñador muy conocido pero todavía no cerré. Pensá que esto es muy reciente. Fue el 18 de noviembre la propuesta y el 29 nos vinimos para acá.
JL:—Yo terminé el 28 la televisión, y el 29 me vine. Radio no hago desde el 26. La idea es diciembre y enero no hacer nada, está Gonzalo Sánchez en mi lugar. En teoría, en febrero salgo desde acá en la radio.
—¿Lo viven con ansiedad?
JL:—Como es algo simple y ya está casi todo definido, hay que esperar que llegue abril nada más.
EM:-—Yo estoy feliz y la fecha me parece genial porque nosotros llegaremos para principios de marzo. La otra fecha probable era mediados de marzo y nos pareció muy pronto. Es gracioso porque cada vez que decimos algo estamos de acuerdo, todo sale fácil.
—¿Con qué momento de la vida coincide esta decisión?
JL:—Yo soy un hombre mayor, ya sabés. En un momento con menos presión capaz, a esta edad hacés lo que querés. Entrás a pensar más en el tiempo, te das cuenta que no es infinito. Siempre digo que después de los cuarenta uno de deja de ser inmortal. Empezás a tomar conciencia de cuánto tiempo te queda. En resumen, lo vivo con menos presión y más decisión e independencia de todo. No tengo una independencia total en términos económicos. En ese sentido, siempre pude elegir en que laburar aunque ahora es mucho más profundo, realmente puedo elegir. Trato de no tomarme el trabajo como tal sino que lo hago si tengo ganas y sino no. Igual hace ya mucho tiempo que tome conciencia que me puedo ir de donde quiera. Si me tengo que ir me voy y no pasa nada, no es un drama. De algo viviré, de escribir libros o algo inventaré. Sin laburo no me voy a quedar, eso ya no me da miedo.
—A los 26 años fundó Página/12, empezó a tomar decisiones fuertes desde joven…
JL:—Llegué al tope de la carrera siendo muy joven. Eso también me hizo tener que reinventarme todo el tiempo porque me podría haber quedado a los 26 en la dirección de Página y haber estado ahí 30 años, ¿me entendés? Pero no quise hacer eso, me fui. Y después fue la radio, luego la tele, cosas cada vez más difíciles.
—¿Cambió la ecuación entre el tiempo que le dedica a la profesión y a su vida personal?
JL:—Estoy en un momento en el que tengo menos presión del exterior para hacer las cosas. Me importa menos el qué dirán.
—¿Esta entrevista estrictamente vinculada a lo personal es parte de ese desprejuicio?
JL:—No doy notas porque todo el mundo me pregunta lo mismo y me aburre responder. Doy pocas notas, de manera aleatoria, de repente a un estudiante de Comunicación y no a medios importantes de acá o de afuera. Uno da notas en determinado momento por necesidades profesionales, pero eso no lo necesito hace mucho. No necesito dar notas, suena pedante dicho así, pero no necesito promocionarme. Cuando saco un libro, no hago prensa y no voy con el libro en la mano de un canal a otro. Me parece muy miserable. Compren el libro y sino metanselo en el cu… (risas). No lo necesito y no me gusta abrir puertas de lo personal porque después no hay límites. La gente a veces hace preguntas muy idiotas. Qué color de calzoncillos usás, cuántas veces se acuestan por semana… ¡Qué carajo les importa! No es importante y abrís una puerta que después resulta difícil cerrar. Cuando tengo algo importante para decir, como en este caso, digo que nos vamos a casar, estamos contentos y eso es todo. Lo que pase adentro de la casa depende de nosotros y no de los demás. Ahora, mi relación con el público es mía, lo que digan los demás no la influye. Es una relación muy directa con la gente, afortunadamente son más los que me quieren que los que me odian.
—¿Jorge es Lanata o la persona es distinta del personaje?
JL:—El periodista es cada vez más Jorge. Lo que pasa es que hay gente que lo ve y gente que no. Cada día tengo menos esa contradicción entre ser periodista y ser persona. Trato de ser cada vez más persona. Hablá con Marcovecchio un rato… (risas)
—Elba, ¿En qué momento la sorprende esta propuesta?
EM:—Pese a la diferencia edad, que no son muchos años pero es una diferencia al fin, estamos en etapas de la vida parecidas. A mí me toca en un período muy libre, más de lo que siempre fui. Cuando vos estás en una etapa así, elegís lo que realmente querés, sin vueltas ni condicionamientos. Eso es lindo porque es hermoso y es puro.
JL:—En el caso de ella, se fue del estudio de Burlando y puso su propio estudio. También tiene que ver. Las cosas se fueron dando sin forzarlas.
EM:—Los dos somos muy libres y compañeros desde la elección. La libertad te hace estar donde sos feliz y construís felicidad. Porque la felicidad no es sólo el instante en el que estás, sino que también se construye. Es una cuestión de actitud. En el lugar en el que no estás feliz como me pasó en el estudio, elegí con libertad y me fui. A Fernando le dije que no era feliz en ese lugar. Entonces, este casamiento me agarra en un momento de libertad. Y respecto a nuestra relación, se da en un momento en donde no nos buscamos, sino que nos encontramos. Eso también es porque estás libre en el sentido de que no estás presionado por buscar, sino que estás libre y feliz.
—¿Cómo se conocieron?
JL:—Ella tenía una cita conmigo y yo no la atendí. Apareció un día en mi casa y la chica que trabaja en mi casa me dice: “Está Elbita abajo”. Encima odio que le digan Elbita, se llama Elba, tiene un nombre raro pero es su nombre, qué le vamos a hacer. Mi apellido es Lanata así que no me puedo reír de nadie… Volviendo al tema, le dije que no conocía a ninguna Elbita, miro la agenda y no la encuentro. Estaban por decirle que se vaya y ahí me acordé que era por el juicio que habíamos tenido con el estudio de Burlando con Flor de la V. Como ella se estaba especializando en Derecho de Imagen, quería consultarme algo del tema Medios.
—¿Es común que tenga reuniones en su casa o hizo una excepción por tratarse de ella?
JL:—Siempre tengo reuniones en mi casa. Recibo a todo el mundo, van políticos, todo el mundo, y es un mensaje que no tengo problema en verme con nadie. No me encuentro en un hotel a las dos de la mañana como hacen todos, sino que los invito a mi casa. Nos quedamos charlando como dos horas, tenía gente y la hice esperar, todo mal. Y a partir de ahí, nos quedamos juntos.
—Elba, ¿Tenía muchos prejuicios para bien o para mal respecto a Lanata?
EM:—Para nada, yo soy muy distraída. Iba por una reunión de media hora y porque en la audiencia de Flor de la V lo tuve de contraparte y fue mi contracara durante dos horas y me pareció brillante. Era increíblemente brillante. Nunca tuve un oponente abogado el nivel de él en el tema. Estaba con mi abogado Patricio Carballés, pero argumentaba yo. Terminamos conciliando, pero él contrarrestaba lo que yo le exponía y me atacaba. Yo le contestaba y lo volvía a atacar, así estuvimos dos horas. Por eso le pedí una reunión. Y ese día, en su casa, cuando empezamos a hablar, yo me flasheé.
JL:—Y yo también (risas).
EM:—Fue una conversación linda. Otro día cenamos y fue muy lindo porque siempre estuvimos juntos. Estuvimos tranqui que quiere decir sin conflicto, no porque yo lo deje tranquilo (risas).
—¿La conocía a Elba como figura pública?
JL:—No, yo soy un marciano, no veo casi televisión, pregunto quiénes son los actores, soy muy bruto, tengo mi mundo de lo que yo laburo, pero de lo demás no conozco a nadie. No tenía idea quién era.
—¿Qué le sorprendió de ella?
JL:—Es inteligente y es linda, es las dos cosas, y está bueno, es una buena combinación. ¿Vos sabés que ella se recibió libre en Derecho en tres años? Con 8,60 de promedio, en la Universidad de La Plata.
—Hay que estar a la altura…
JL:—(Risas) Yo no di ninguna carrera, soy estudiante irregular. Di todo libre (risas). En algún momento estudié Derecho pero abandoné. Todo argentino tiene que estudiar Derecho, es una obligación. En el pasaporte dice “estudió Derecho, sí o no”. Digo que soy periodista porque soy curioso. Cualquier tema si te lo cuentan bien es interesante. Recuerdo que en la revista “Ego”, que fue un fracaso asegurado (risas), escribí hasta de la historia del cangrejo. Recuerdo que la primera tapa fue “Pampita”. No la conocía, recién empezaba.
—¿El espectáculo es una materia que lo atrae?
JL:—Me divierte porque es frívolo. Nosotros no sabemos ser frívolo. En eso Perfil siempre fue mejor que nosotros, me refiero a las generaciones que se formaron conmigo, yo los llamo “gente nuestra”. La revista “Noticias” sabe ser frívolo, pero nosotros no porque nos sentimos culpables. Está bien, en ese sentido la actitud que tiene Perfil es más inteligente que la nuestra, porque no hay porqué sentirse culpable siendo frívolo. Decía hace años que si hubiera una cruza del periodista ideal era la cruza del de Página/12 con el de Perfil. Porque los de Perfil no tenían escrúpulos, eran capaces de hacer una guardia un día y medio, le robaban las fotos a las abuelitas para publicarla, pero no entendían una mierda de política, y los de Página/12 no levantaban el culo del asiento, pero entendían de política. La cruza ideal eran los dos, el periodista que podía pensar y tenía formación política y el que tenía hambre, que es buenísimo tenerla porque es lo que te mueve para laburar.
—¿Es tema de conversación la farándula con Elba que tiene clientes famosos?
JL:—Al comienzo le preguntaba por algunos clientes que ellos atendían. A mi me causa gracia el periodismo de espectáculos porque es muy impune. Y después a mi me causa gracia porque hay gente que no hizo nada para estar ahí. Alguien sale con alguien conocido y después es la ex del conocido y sigue por sí misma (risas). Yo por eso la jodo a Marina Calabró y le preguntó “¿de qué trabaja este hombre?” (risas). Donde discutimos con Elba es sobre el derecho a la imagen. Todos tenemos derecho a nuestra propia imagen. En una serie, ahora que están de moda las biopics, ¿Los personajes secundarios tienen derecho frente al personaje principal? Tendrían que tenerlo. Si en cada serie, hay que pagarle a todos los que aparecen, desaparece el género porque es imposible de financiar. Aún cambiándole el nombre, porque si se interpreta de quién se trata, ya está. Elba trabaja en ese tema. Para mí, los personajes secundarios no tienen derecho, pero para ella sí y tiene razón jurídico, el tema es que yo lo planteo desde la industria.
EM:–Lo que digo es que todos tenemos derecho a contar tu propia vida, y eso no me lo podés discutir porque no tengo obligación de registrar mi propia mi vida. Si una persona relata su vida, no puede contar la mía. No puede ser un derecho más extenso sobre el que tiene. Dependerá de cuánto se relate en cada serie sobre la vida de ese personaje secundario.
JL:—Elba explica que en el caso de los documentales no hay una vulneración del derecho porque es derecho a la información, esto sólo sucede en la ficción.
EM:—El documental tiene fuentes y está amparado por diversos tratados. Eso abarca la actividad periodística como es un documental. En el caso de las biopics, es una ficción, por ende, no es real y no tiene el amparo de los derechos a la información.
JL:—Todas las distribuidoras están previendo una cantidad de guita antes de los estrenos por este tema. Hay un pasivo contingente porque no hay manera de parar la filmación durante el rodaje, sino una vez estrenado cuando se consuma el daño.
EM:—El caso de Claudia Villafañe o de Humberto Grondona sentarán precedente.
JL:—El caso de Grondona es llamativo porque nunca ni siquiera fue procesado, y se lo acusa de las peores cosas.
EM:—Volviendo a nuestras discusiones, Jorge tiene argumento para todo, pero cuando se le terminan, me dice que al final ¡todo es por plata! (risas) Y yo le respondo: “Bueno, vos querías ser mantenido? ¡Entonces no te quejes!” (risas).
JL—Toda la vida busqué ser mantenido por una mujer y todavía no lo estoy logrando, pero en unos años lo voy a lograr, así que ese día dejaré de laburar (risas).
—Volviendo al presente, ¿Cómo es la rutina uruguaya?
JL:—Hace muchos años que vengo acá, tuve otras dos casas. Una la perdí con el diario “Crítica”, la casa de los 800 mil dólares, y otra la tuve 20 años que estaba en la manzana del Faro de José Ignacio y se llama “La Sarita”. Esa la vendí porque era ridículo que tuviera una casa acá y alquilara en Buenos Aires. En un momento, vendí acá y compré en Buenos Aires. Dejé de venir unos años y después alquilé. El Pueblo cambió mucho. En una época decíamos que nunca iban a construir en la playa porque esto es Uruguay y respetan las leyes, y es todo mentira. Hice dos programas de televisión acá, en un canal de cable y otro abierto. En el cable era TV Libre del diario La República, y de ahí me fui, y el canal abierto era el 4, que es como Telefe acá, y me echaron. Soy un echado del Mercosur (risas). El programa se llamaba “Prohibido Mentir” y en un corte se me ocurre una sección, y cuando vuelve al piso la anuncio: “Los Intocables del Uruguay”. Al cuarto intocable, me echaron. Quiero mucho a Uruguay porque mi tío bisabuelo tenía un hotel en Montevideo en 1900, frente a la Plaza Matriz, se llamaba hotel Lanata. Por eso lo puteó a Uruguay, porque también lo quiero. Uruguay tiene muy buena prensa de sí mismo, pero son igual de chorros que nosotros, aunque afanan menos porque hay menos plata. La Justicia es distinta porque es bastante más independiente que en Argentina. Volviendo a José Ignacio, cambió mucho, se lleno de negocios, no me gustaría tener un lugar adentro del pueblo porque parece la avenida 3 de Villa Gesell. Por eso este lugar está cerca pero no en el centro de José Ignacio.
—¿Cuándo compró esta casa?
JL:—Hace cuatro años. Hice la casa de cero y la agrandé el año pasado. La hizo Laura Marino, una arquitecta que siempre hace mis casas, pero la decoración es toda mía. En Buenos Aires, tengo más de 200 obras. Esta casa la decoré sin verla, compré los muebles y los puse sin verla, y anduvieron.
EM:-Mi estudio también lo decoró él. Yo me ocupo de las flores, es algo que me encanta. Pusimos Santa Rita, unos rosales que estaban bien contenidos, un jazmín más, el resto ya estaba. Ahora trajimos de la ruta rayitos de sol que te crecen en el medio del pasto como si nada. Lo vamos a plantar porque con la obra se estropeo bastante el parque. Me encantan las plantas, es un legado materno.
—Fueron mucho más que un amor de verano teniendo en cuenta que vinieron el año pasado…
JL:—(risas) Sí, el verano pasado estuvimos diciembre y enero, y no pude venir en el año porque hago televisión el domingo, más las restricciones.
—¿Pensó en hacer la radio desde Uruguay?
JL:-No me gusta, sólo si estoy en vacaciones.
—¿Sigue en Radio Mitre?
JL:—Sí, lógicamente.
—¿Leyó las declaraciones de Marcelo Longobardi que dijo en el marco de su salida de la radio que “todos somos commodities, sacando a Lanata que es un rockstar, un personaje de otra envergadura”?
JL:—Le agradezco que diga que soy un rockstar. Lo que pasa es que también se puede decir alguna otra cosa más de mí. Suponete, que soy un editor, que hice dos diarios, que hice cinco o seis revistas, que tengo 23 Martín Fierro, que escribí 14 libros, hay alguna cosa más, pero aparte soy un rockstar (risas).
—¿Hablaría con él?
JL:-—Yo no estoy peleado. No entendí muy bien. No fue mediático porque él realmente se puso mal con lo que pasó. Se lo tendría que haber tomado con humor, pero no pudo, por alguna cosa personal que no termino de entender, el asunto lo superó. Lo que hice fue lo que ya había hecho en América TV, estuve ocho minutos leyendo un libro al aire. Imaginate lo que es eso en televisión, salió en todos los diarios del mundo. Esta vez fueron dos o tres minutos, tampoco fue tanto, se lo podría haber tomado con humor. Además, le había advertido el día anterior, y fue lo que hice. Su salida debe tener que ver con lo que él plantea como un cambio de vida, pero no tengo ningún rollo con él, de mi lado está todo bien.
—Para él, es un rockstar, ¿Qué es él para usted?
JL:—El es un periodista que tuvo muchos años de éxito haciendo algo que había inventado Julio Lagos que es leer las noticias de los diarios.
—¿Es cierto que Elba se suma como columnista de “Lanata sin Filtro”?
JL:—No, ella sale hablando pero de sus casos. Mil veces le dijeron de trabajar como panelista en otros programas, pero no quiso.
EM:—En la radio salí una vez al aire.
JM:—Justo cuando todos hablaban de nosotros, entonces dije que sólo me podía entrevistar Marina Calabró y tenía derecho a hacer preguntas.
EM:—Fue muy divertido.
—¿Se vendría a vivir a Uruguay al mejor estilo Susana Giménez?
JL:—Viviría alternativamente entre los dos lados si pudiera elegir. De hecho, vengo a Uruguay desde hace muchos años. No me iría completamente de Buenos Aires. Hace muchos años pensé establecerme en Estados Unidos, pero finalmente no lo hice y no se dieron las circunstancias, y a partir de ahí decidí quedarme en Buenos Aires. Soy muy argentino y tengo todos los defectos argentinos juntos. Me siento en mi lugar cuando estoy en Buenos Aires.
—¿Qué defectos argentinos tiene?
JL:—Todos: la improvisación, la pasión, la cólera, el enojo, la cosa de atarlo con alambres… soy argentino y me gusta serlo, de hecho, mi nacionalidad es argentina y no tengo pasaporte europeo.
—¿Qué opina acerca de las críticas a Susana por cuestionar a la Argentina desde Uruguay?
JL:—Creo que Argentina puede ser mejor en 30 años, no en cinco. Quiero que sea mejor porque tengo hijos que quiero que crezcan en Argentina. Me gustaría que mi hija menor estudiara afuera pero que también volviera. Irse no siempre es definitivo, podés irte y volver. Quiero que la Argentina esté mejor de lo que está, y por eso hago lo que hago, sino haría ShowMatch, no lo digo despectivamente porque es difícil hacerlo, pero haría un programa de entretenimiento. Yo hago “Periodismo para Todos” porque quiero que el país mejore.
—¿Cuántos años de Periodismo tiene?
JL:—Más de cuarenta…
—¿Cambió en algo el país?
JL:—Algunas cosas cambiaron, en algunos negocios no los dejamos que los llevaran adelante y es plata que en algún lugar fue a la gente… pero si me preguntás si vamos perdiendo, y sí, vamos perdiendo. Pero eso no quiere decir que no des la pelea. Para nosotros todo lo que pasó con las causas de Cristina (Fernández), la mitad fueron denuncias nuestras. Y laburamos mucho tiempo en la Ruta del Dinero K… es terrible lo que está pasando. No es la primera vez, Argentia es un país muy impune. Cuando uno dice: “Lo peor que le pasa al país es por la Justicia”, por algo lo decimos. En resumen, me imagino en los dos lados, yendo y viniendo. A lo mejor sí fuera de la televisión abierta o fuera de la radio, escribiendo más y haciendo documentales.
—¿Cómo se imaginan a la pareja en 10 años?
JL:—Juntos (risas). Espléndidos, unos pendejos.
EM:—Yo me imagino en los dos lados, acá me encanta.
—¿Por qué van a brindar en Año Nuevo?
JL:—Por el futuro, no hay atrás y no hay al costado.
—¿De salud cómo está?
JL:—Estoy bien, aparte es una cosa loca, pero los pocos problemas que tengo los tengo allá y acá no. Acá ando bien de la presión, es increíble. Y duermo como un hijo de puta… tengo el sueño atrasado. Tenemos que inventar cómo pasar más tiempo en Uruguay (risas).
—¿Qué reseña haría sobre usted mismo si ya no estuviera en este plano?
JL:—Yo soy periodista más que nada. Querría que me recordaran como alguien que intentó ser cada vez más libre desde el punto de vista de cabeza. Eso.