S e llevará muchos logros de su período como embajador en los Estados Unidos, pero sin duda, el campeonato mundial que vivió como un hincha más será un recuerdo inolvidable. Le sirvió para conocer la verdadera pasión argentina y para darse cuenta de que cuando el país funciona como un equipo, los logros llegan. Dueño de un gran sentido del humor, hasta le hizo una apuesta a los embajadores estadounidenses de los siete países que la Selección enfrentó en el Mundial: el que perdía, debía donar pelotas. Y hasta el día de hoy, Marc Stanley –este texano demócrata que dejó atrás su Dallas natal para aventurarse al “fin del mundo”– reparte ese objeto tan redondo como preciado y que convirtió a Lionel Messi en un embajador mundial venerado tanto en estas tierras como por las máximas estrellas norteamericanas.
Pero Stanley, quien comparte apellido con los mates más famosos de su país y usa ese cotizado símbolo como souvenir, quiere comprender a la Argentina más allá de su deidad futbolística. Por eso se propuso visitar en dos años las 23 provincias argentinas, más allá de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Y le quita el sueño mensurar lo que define como las heridas abiertas de la Argentina: las víctimas por la última dictadura militar y los atentados a la AMIA y a la Embajada de Israel. Quiere entender esta tierra de contrastes permanentes. Y en 2023, sueña con “tirar la casa por la ventana” –ambiciosa misión tratándose del mítico Palacio Bosch– para celebrar los 200 años de las relaciones bilaterales entre ambos países.
En esa grandilocuente residencia que este verano llenó de familia y amigos para darle calidez humana, Marc recibe a CARAS junto a su mujer Wendy Hillebrand, con quien celebra 40 años de ca sado.
—¿Qué sabía de la Argentina antes de asumir como embajador?
—Nosotros habíamos visitado Argentina cinco años antes de venir. Tuvimos una experiencia de apenas unas semanas y no llegamos conocer todo el país. Visitamos Buenos Aires, Bariloche e Iguazú. Antes de venir, mi lugar favorito era Nueva Zelanda, increíble, pero al conocer su país, con mi esposa nos enamoramos de Argentina. Es uno de los países más bellos que conocí.
—¿Qué descubrió al instalarse aquí?
—Lo que más nos llamó la atención es lo amable y dulce que es la gente. Cuando ves amigos abrazarse, familias caminando juntas, y hasta en discusiones acaloradas tanto sea de política como de empanadas (risas), eso refleja cuánto las personas valoran la amistad y el amor por la familia. Wendy y yo nos sentimos muy identificados.
—¿Se pudieron adaptar de la vida en Dallas a la de Buenos Aires?
—Fue muy sencillo. Y además mi familia y amigos quieren venir a visitarnos y a conocer el país. Sólo en diciembre nos visitaron unas 75 personas. Eso ayuda. Y muchos conocidos vienen porque quieren disfrutar el verano, dado que en Estados Unidos es temporada de invierno ¡Estamos colaborando con la economía!
—¿Cómo le explica a sus amigos cómo es Argentina?
—Les digo que de todos los lugares en Latinoamérica, Argentina es el que tiene más cosas en común con Estados Unidos. Ambos somos jóvenes democracias forjadas por inmigrantes, tenemos una historia similar, las personas aquí son increíbles y a su vez es muy diverso en el norte, en el centro y en el sur. Les digo que deberían pasar un fin de semana en Buenos Aires para verme y luego ir a Mendoza, Cafayate, Iguazú, Ushuaia o Córdoba, por nombrar sólo algunos lugares maravillo - sos. Salta, Jujuy, también. Conoz - co muy bien el país y cada lugar tiene algo de genuino que vale la pena conocer.
—¿Cómo es vivir en Dallas?
—Es un lugar donde es fácil vivir, como Buenos Aires. Esta ciudad es muy sencilla, podés llegar a cualquier lugar fácilmente, hay shoppings, supermercados, esta - ciones de servicio, al alcance de la mano. De todas maneras, me gusta remarcar que Argentina no es sólo Buenos Aires. Es mucho más. No puedo comparar Dallas con el país, pero sí con Buenos Aires. El clima en Dallas es muy parecido al de Buenos Aires con la excepción de que en enero y febre - ro solemos tener nieve y algún que otro tornado también.
—¿Extraña la gastronomía de Dallas?
—Ese es uno de los puntos en los que siento que estoy para competirle a la Argentina (risas). Tenemos un increíble bife ahumado, es de gran calidad, aunque el bife argentino también es delicioso. Lo que nosotros tenemos es comida picante, y eso es algo que aquí no se usa mucho. Un amigo dice que han venido los españoles e italianos pe - ro se olvidaron la pimienta (risas). Me encanta la pimienta y eso lo extraño. Y también comemos más pescado fresco.
—¿Qué potencial tiene la Argentina en el contexto mundial?
—En el actual contexto debido a lo que (Vladimir) Putin hizo en Ucrania, el mundo necesita recursos que la Argentina tiene en de - masía. Petróleo y gas, ustedes tienen la segunda mayor reserva del mundo, están entre los cinco mayores productores de soja, tie - nen una gran producción agroganadera, el tercer reservorio de litio, y el mundo necesita comida y combustible y litio para ir hacia un mundo más limpio. Argentina tie - ne todas las respuestas. Por eso si Argentina y Estados Unidos trabajan en conjunto, en términos políticos y de negocios, para pro - mover estos sectores de la econo - mía, podemos alimentar al mundo y abastecerlo de combustible.
—¿Cuál es el problema, por qué la Argentina no crece?
—Hay que dialogar con los pro - ductores del agro, sé que tienen capacidad para crecer. Hubo F.DeBartolo/Per tensiones entre el Gobierno y los productores acerca de cuánto reciben, pero sé que tienen la capacidad para hacerlo. Y sé que a los productores les gustaría ver inversiones en infraestructura también, rutas, trenes y dragado de ríos, para poder exportar más.
—¿Qué consejo le daría a la clase política argentina?
—Lo primero que me gustaría decir es que ellos no quieren mi consejo (risas), pero lo único que les diría es que así como en mi país, aquí también hay fracturas políticas. Mi consejo si me lo pidieran es de mirar hacia adelante y no hacia atrás. La “Grieta” ha dejado una cicatriz respecto al mirar hacia atrás. Las personas suelen pelearse, en mi país ocurre entre demócratas y republicanos, pero ahora este país tienen muchas oportunidades para impulsar los sectores que mencioné anteriormente, y eso puede llevar a la Argentina a estar entre los 20 países más pujantes económicamente hablando. Eso se logra mirando hacia adelante pensando en cómo aumentar la producción de dichos sectores. Ese sería mi consejo.
—¿Qué le gusta hacer cuando no se desempeña como embajador?
—Tengo una agenda muy ocupada porque para algunos, tres años, que es el tiempo que me queda como embajador, es mucho, pero para mí es poco tiempo. Estoy aquí desde hace un año pero siento que llegué ayer. Así que ocupo mi tiempo para aprovechar cada instante. En mi tiempo libre, hago ejercicio y estoy con mi familia. Todavía no me acostumbré a cenar a las once de la noche porque no estamos acostumbrados a cenar tan tarde y luego ir a dormir. Ando en bicicleta a diario. Uno de los grandes desafíos personales es no controlar mis mensajes de whatsapp y mi e-mail aunque sea por un momento.
—¿A qué se dedica su esposa?
—Wendy se dedicaba a las finanzas y ahora es “ingeniera maternal”, eso significa, ser madre (risas). Ella ocupa el directorio de varias organizaciones sin fines de lucro en los Estados Unidos, pero también se ocupa de organizar la logística del Palacio Bosch y las actividades de la embajada.
Producción: Sol Miranda
Fotos: Federico de Bartolo
Gentileza Prensa Embajada de los Estados Unidos.