sábado 14 de diciembre del 2024
ACTUALIDAD 04-11-2020 21:49

Florencia Peña, íntima y reflexiva, se confiesa: "A los 45 soy mi mejor versión"

La actriz asegura que vive un presente inmejorable. Galería de fotosGalería de fotos

FLOR PEÑA CELEBRA LA VIDA
FLOR PEÑA CELEBRA LA VIDA | Caras

Se mira al espejo y aprueba con un súper 10 la imagen que ve reflejada en él. Pero no es un ejercicio de soberbia. A días de celebrar los 46 años (el 7 de noviembre) Florencia Peña confiesa que aprendió a escucharse, aceptarse, valorarse y respetarse, sin condiciones, con sus cualidades y defectos.

Por eso vive plenamente cada oportunidad que le presenta el destino. Y lo hace a su manera, lejos de las críticas, con la fuerza que caracterizó cada paso de su vida. Florencia Peña se reconoce como una mujer libre, plena, luchadora que consiguió todo lo que se propuso.. En la intimidad de su mundo más privado – en el que convive con el abogado salteño Ramiro Ponce de León (46), y con sus hijos, “Toto” (16) y Juan Otero (10) y Felipe Ponce de León (2 y medio), hace un alto para responder a CARAS.
FLOR PEÑA CELEBRA LA VIDA

   —A punto de celebrar los 46, ¿Se siente una mujer autosuficiente, independiente?

   —Sí. Me considero una mujer empoderada en el sentido de que siempre hice lo que quise. Nada nunca me impidió hacer lo que quería e ir en busca de todo eso en lo que creía y que debía conseguir para convertirme en quien quería ser. Y eso es una búsqueda infinita. Por mi naturaleza curiosa, hasta que me muera voy a estar buscándolo. En un medio machista en el que debí luchar contra todos los mandatos y prejuicios, me considero una mujer que no sólo siempre hizo lo que quiso sino que me permití ser libre y hablar de cosas de las que no debería hacerlo para no quedar como una libertina, como solemos ser señaladas las mujeres que hablamos de sexo, las que somos muy sexuales o que entendemos la vida desde un lugar en el que no solamente vinimos a este mundo a ser madres… Yo siento que soy muchas mujeres dentro de una sola; y entre todas hay una faceta más que es la maternidad. Porque no hay una sola parte mía que me defina sino un conjunto.

   —¿Nunca nada la frenó cuando se puso un objetivo?

   —No. Cuando tengo un deseo muy fuerte y siento que tengo ganas de ir en busca de algo, le pongo acción y voy por él. Obvio que a veces tengo un objetivo y se va transformando porque en el camino suceden otras cosas. Pero siempre fui en busca de lo que quise. Me puedo jactar porque cumplo 46 y siento que hoy soy mi mejor versión. Me he reconstruido muchas veces, me he vuelto a construir y me he reinventado. He dejado viejos hábitos para adquirir nuevos. Me he caído; he fracasado. Tengo una intensidad para vivir que todo me atraviesa; nada me pasa por el costado.

   —¿El miedo no es un obstáculo en su vida?

   —El miedo siempre está presente y está bueno como una alerta. No creo que ningún ser humano pueda decir no tengo temor. Pero no debe ser como un impedimento. A mí no me paraliza. Tengo miedo frente a los riesgos que he corrido. Pero el miedo me ha acompañado como un estado de alerta. Hay un lema que dice “¡Aunque tenga miedo hágalo igual!” y es mi frase de cabecera.  
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   —Y ¿Cómo lo supera? ¿Cómo lo vence?

   —Con gran autoconocimiento. Me he analizado mucho y de muchas maneras. Tengo una vida con gran autocrítica. Estoy todo el tiempo observándome. Trato siempre de ver dónde fallo y dónde debo modificar; qué cosas están buenas y qué no tanto. Estoy atenta,  mirándome, y entonces el miedo se convierte en un punto más de mi existencia. Y no es algo que rige mi camino. Mi vida se rige desde la valentía. ¡Tampoco soy una kamikaze! Porque nunca fui de lanzarme a la pileta vacía. Desde pequeña me arriesgaba a hacer cosas que otros no hacían. Ya en la escuela era una chica controversial. Iba a un colegio religioso, de alemanes, de mujeres, y para ellos era una loca de atar y fui víctima de bullying. Yo trabajaba desde los 7 y me “gastaban” porque era la “famosa” de la escuela. ¡Pero nunca me importó nada! Sí tuve que hacer terapia para creer en mí y entender que nunca el poder está afuera que siempre está dentro mío. Y mientras yo me sentía fuerte y segura, nada que viniera del afuera podía importarme. Obvio que pasé por situaciones públicas, difíciles y dolorosas, que atravesé. Pero nada me rompió como para decir no voy a hacer nada más. Todo me fortaleció, me generó templanza y me hizo más fuerte y valiente.

   —¿Reinventarse todo el tiempo es un trabajo doble..?

   —Sí. Pero yo tengo una cabeza muy libre entonces no me cuesta ubicarme en las nuevas formas. Todo el tiempo mi mente va mutando, me va acompañando a entender estas nuevas maneras de vivir. Tengo un poder de adaptación muy grande… Siempre les digo a mis hijos que lo único que quiero es que aprendan ese poder de adaptación o resiliencia. Porque el mundo está cambiando todo el tiempo. La tierra se mueve, entonces ¿Cómo no vamos a modificar nosotros cosas que tienen que ver con el avance del tiempo, con tener más conciencia? Yo no soy la chica que está de moda porque eso significa tener una etiqueta de vencimiento y yo me construí más allá de los tiempos. Soy una actriz, una comunicadora o como quieran definirme. Me construí de tal manera que pueden pasar adelante mío y voy a seguir siendo quien soy. Lo entendí con el tiempo y por eso me aggiorno, crezco y continúo. Yo me operé para sacarme lolas y para mí fue un acto de libertad porque me podría haber quedado cómodamente y ser “la tetona” y ganar mucha plata.

   —¿Haberse convertido nuevamente en madre a los 43 le hizo un click en la cabeza?

   —Absolutamente fue otro acto de valentía. La maternidad después de los 40 es un desafío grande, un riesgo a ciegas, porque a esa edad da más de abuelazgo. Siempre bromeo cuando se porta mal Felipe y le digo a Rama “¿Cuándo va a venir a buscarlo la madre de este chico? Porque los abuelos ya nos damos más…”, y él se muere de risa. Fui madre a los 28, a los 34 y a los 43 y he atravesado todos los estados. Y con el primero estaba en el mundo de fantasía de Narnia. En otro plan, con cuatro trabajos, todo el día afuera. Vivía sola desde los 18 años y de golpe quedé embarazada. Pensé “¡Chau, se viene la cárcel para mí!” No sólo creí que iba a perder mi libertad sino que se iba a transformar mi vida. Algo de eso lo tuve que aceptar, entender, transitar, atravesar y continuar. Por eso a los 43 la maternidad fue una fiesta. Los hijos vinen al mundo por uno pero no te pertenecen. Los podés guiar, acompañar, observar pero no coartarlos. Hay que darles las herramientas para que vayan en busca de lo que quieren; y como madre hay que estar mirándolos.

   —¿Y esta última maternidad la llevó a replantearse cosas?

   —Por un lado fue la revancha de muchas cosas que pude haber hecho mal con mis otros hijos pero también fue bueno para poner en práctica todo lo aprendido y entender un poco más de lo que se trata. ¡Tener tres varones también es muy loco! ¡Hay una supremacía masculina en mi casa! Por otro lado soy una mujer con gran tendencia masculina en el sentido de manejarme en la vida… Y está bueno para mí ser así.
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   —¿El disfrute es mayor gracias a la experiencia?

   —Hoy disfruto a full todo lo que vivo. El lado B es que me agarró más cansada y no es lo mismo. La maternidad después de los 40 es hermosa, es una fiesta. Para mí la maternidad debe ser deseada aún cuando no haya sido buscada. Porque en el último tiempo las mujeres parecía que habíamos venido al mundo sólo a procrear; y si no éramos madres teníamos que dar explicaciones. Entre nuestra generación si no querés serlo está bueno porque es una elección personal. Un hijo es una responsabilidad que no solamente conlleva la obligación de mantenerlo, de criarlo y de darle las cosas indispensables para vivir. Sino que también es responsabilidad de uno que se realicen y para eso tenés que estar muy bien plantado en la vida. Porque sino podes ponerle a esa personita todas tus carencias. Me considero una buena madre sólo por el hecho de sentirme una mujer realizada y por ayudar a mis hijos a que se realicen sin ningún otro objetivo más que sean felices.

   —¿Es muy ambiciosa en lo que espera para ellos?

   —Sí pero no en un deseo material. Porque la felicidad no es algo que está afuera. Está adentro de cada uno. Se puede tener todo en la vida… Ser millonario, no tener ninguna carencia y ser infeliz. Hay una construcción de la felicidad que es interna. Tiene que existir la necesidad de poder llevar a cabo el deseo sin frustración. Lo que quiero es que mis hijos tengan las herramientas para trascender, levantarse, ser fuertes, tener resiliencia, ser valientes… Para saber que la vida no es fácil pero lo que vale es seguir y siempre voy a intentar ser un faro de luz para mis hijos y alejarlos de la oscuridad.

   —¿El deseo qué lugar ocupa en su vida?

   —Estoy llena de deseos. Yo siempre supe qué deseaba y fui detrás de ello. Soy una mujer muy “deseante” en el sentido sexual y en el sentido de la vida. Deseo muchas cosas y por eso siempre estoy llena de proyectos y me siento afortunada. Ni siquiera he concretado todos mis deseos porque ese no es el fin. En mí tener deseo, levantarme a la mañana y decir quiero hacer ésto, me llena de felicidad. Tener deseos es un motor importante para mi vida.

   —¿Y el pasional..?

   —Siempre he sido una mujer muy sexual y he tenido parejas muy sexuales pero con cada una he encontrado algo distinto. Con Ramiro nos divertimos mucho.  Somos muy curiosos por eso experimentamos muchas cosas y eso nos mantiene vivos, intactos y unidos como pareja; con humor, cada vez mejor. Quizás tengamos una forma de mirar el amor más libre que otras parejas pero para mí no hay una manera de amar. Con él encontramos un contrato que nos sirve a los dos, que nos gusta, que nos complementa... Y estamos todo el tiempo trabajando en eso.

FLOR PEÑA CELEBRA LA VIDA

   —¿Es una manera de alejar el aburrimiento de una pareja?

   —¡Si la rutina me come me muerooo! No sé lo que es eso en la pareja. Obviamente  tenemos una rutina pero hay ciertas cosas que se pueden modificar. Por eso elegí esta profesión porque al igual que en la pareja necesito todo el tiempo estar buscando nuevas formas de divertirnos. Con Ramiro siempre estamos curioseando y descubriendo espacios para hacerlo más allá de la paternidad que nos une. Fue espectacular haber encontrado un hombre que sienta lo mismo porque se te va la vida buscando eso. Hemos construido algo que tiene que ver con ser dos. Todo vale en la pareja mientras el consenso esté. Todo el tiempo nos estamos chequeando; tenemos una manera de vivir bastante filosófica. Es un trabajo constante de ir viendo por dónde es porque uno se va modificando. Hoy no estamos plantados en el mismo lugar que hace casi 8 años cuando comenzamos nuestra relación. Transitamos por un montón de lugares y fuimos encontrando la manera de estar juntos frente a esas nuevas necesidades. No fue fácil pero tampoco necesitamos que el afuera nos entienda; no ponemos a consenso nuestra manera de vivir. No buscamos la aprobación del afuera. Porque no le hacemos mal a nadie como vivimos. Ya no estoy mirando lo que al afuera le pasa con mi vida. No pongo en consenso qué les parece mi pareja. Obvio que cuando pasan cosas públicas que me exceden, le pongo el pecho. No tengo que darle explicaciones a nadie; sólo a los que amo si los daña.

   —¿Y la fidelidad qué papel juega?

   —Para mí también es un contrato. Y en un contrato de monogamia hay infidelidad si el otro la rompe. Un contrato en general es para eso, sin entrar en detalles porque es mi contrato y no tengo por qué contarlo. En esta relación no es un tema porque hay un consenso de cosas que necesitamos, de búsquedas y sin son charladas y nos sirven, están consensuadas, y están buenas, nos divierten…

  —¿En general, parece haber sido una mujer fiel?

   —¡Sí! O quizás fui una mujer muy cuidadosa. Llevo muchos años en esto y sé qué cosas sí y qué cosas no y dónde hacerlas. Hay un aspecto de mi vida personal que no se sabe y está bueno que sea así. Por eso creo que ser una persona pública no nos hace tener que salir a contar todo. Hay que resguardar ciertos detalles. Hay cosas que me han pasado y se han hecho públicas que me hubiera gustado que no se conocieran pero me hice cargo. En ese sentido soy osada, pilla, me cuido y cuido a los demás.

   —¿Se considera celosa?

   —No con esta pareja. Hay cuestiones que tienen que ver con parte del acuerdo que tenemos con Ramiro. Nosotros somos muy libres, charladores de nuestras necesidades. Entonces está todo sobre la mesa. Eso nos hace vivir tranquilos. Es una pareja muy distinta a todas las que tuve. Creo que es la pareja más sana que he tenido aunque de afuera digan “¡Ay no qué horror!” Es la pareja que más se asemeja a mi naturaleza.

  —¿Esto significa que la aparición de Ramiro cambió su vida?

   —Sí, es el amor más sano y real que tuve. Porque además soy una mujer que nunca creyó en la monogamia. Siempre pensé en el amor sobre bases sólidas y en el sexo como algo más instintivo. Y hay algo en ese pensamiento que tuvimos coincidencia asombrosa con Ramiro. Y hacernos cargo de esa naturaleza sexual fue genial… Tenemos una conexión buenísima. En general amor y sexo no van unidos y encontrar eso es genial. Tengo una naturaleza sexual muy a flor de piel. Hoy puedo ser honesta con ese costado mío y eso no tiene precio. Amo la pareja que hacemos con “Rama” y estamos muy felices de habernos encontrado en la vida.
FLOR PEÑA CELEBRA LA VIDA

   —¿Después de los 40 se sintió más libre?

   —Sí, me quité de encima muchas mochilas pero es parte del aprendizaje, de la experiencia. Y eso no tiene nada que ver con los 40 sino con vivir intensamente. Aprender, equivocarme pero siempre buscar. Sigo siendo una niña en muchos aspectos lúdicos. Me sigo sorprendiendo y asombrando. Y eso es maravilloso. Cada oportunidad es un nuevo desafío. ¡Siempre fui en busca de lo que quería! Y soy quien soy por mucha gente que me acompañó, que creyó en mí y me ayudó. Y agradecer es una linda manera de pararse frente a la vida.

   —Nunca se queda quieta… ¿Ahora también tiene su espacio en la web en la que quiere empoderar a las mujeres?

   —Lo que quiero es servir de inspiración. Creo que las mujeres tenemos que poder inspirarnos mutuamente. Inspirar no es que hagan lo que yo hago sino que vayan en busca de lo que quieren. Las personas que me inspiran son las que les ponen acción a sus sueños. Quiero pararme y decir yo pude y no soy extraterrestre. Soy una mujer común, perseverante;  soy como todas, con miedos, certezas y no certezas. No puedo pasar por este mundo sin haber generado nada. ¡No me puedo imaginar sin mi pedacito de inmortalidad que ansío tenerlo cuando no esté! Espero dejar el legado de haber construido algo que ayude a los demás. No puedo cargar con algo semejante como haber creado cosas sólo para mí y mirarme sola el ombligo. Siempre fui una mujer combativa. Peleo por las cosas en las que creo. Pero aprendí a pelear porque cuando era chica creía que tenía que lidiar todas las batallas para ganar la guerra. Y me di cuenta que no se deben lidiar todas las batallas que hay que dejar pasar algunas y bajar la intensidad de gritar lo que pienso. No quiero imponer ninguna verdad sólo puedo expresar la mía. No es que cambié de parecer, sólo que soy más cauta. Me cuido un poco.

   A punto de debutar en Telefe con su ciclo, “Flor de Equipo” en el que todos los días a las 11.30 estará acompañada por Marcelo Polino, Campi, Jorgelina Aruzzi, Nancy Pazos, Paula Kablan y la cocinera Karina Gao, Florencia cuenta que allí marcará su impronta con humor, anécdotas, entrevistas, consejos y pequeños secretos de su propia rutina.

   —¿Cómo cuida su físico y no siente vergüenza de mostrarlo en sus redes?

   —¡Yo me quiero mucho! Pero no porque me creo mil. Porque soy recontra imperfecta. Entendí que este es el envase con el que vine al mundo, que es el recipiente que contiene mi universo entero, mi ser, mi alma, mi interior… Mi discurso no es de cosificación de chicas que si no se muestran no son nada. Yo soy tantas; tengo tantas facetas y como estoy segura de quien soy, de lo que doy y de lo que me interesa, mi cuerpo es una faceta más. Me siento segura, conforme y tengo ganas de mostrarlo como cualquier mujer… La belleza es  subjetiva. Si una mujer se siente bella está buenísimo y si tiene ganas de mostrar su cuerpo también está buenísimo. Lo que no está bueno es que el discurso sea “Si no sos divina, si no sos perfecta,..” Mi discurso es sé quien quieras ser. Buscá contenido y no te quedes en la forma porque tiene vencimiento… El culo se cae y siempre va a existir una mujer más joven que una. Entonces el envase como construcción de algo no es efímero. A mí nada me da vergüenza y por eso me critican, por mi desfachatez. Me dicen “¡Cómo puede ser que a los 45 años te pongas así!” La cronológica no tiene que ver con la edad de la mente y del cuerpo. Hoy estoy mucho mejor que a los 20 pero eso también tiene que ver con que tengo más consciencia. Me cuido, como muy sano, mucha proteína, voy a mi doctora, me controlo la piel. A mis 20 no había esta consciencia del cuidado del cuerpo. Siempre tuve mucho culo y tetas porque mi mamá los tiene y mi hermana también. Este es mi envase y tengo una belleza que a alguien le puede molestar porque puede ser hegemónica. Pero ésta soy yo. Y mi discurso jamás va a ser otro; que cada uno sea como quiera ser y alcance la felicidad…

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