El ex "Puma", Manuel Contepomi presenta su familia en Chapelco
Uno de los históricos jugadores de la Selección de Rugby fue a esquiar con su esposa y sus hijos. ¿Cómo vive el Mundial desde afuera?
Está acostumbrado a ser familia numerosa, ya que en su casa eran ocho hermanos que luego se transformaron en doce cuando sus padres decidieron adoptar a los hijos de un matrimonio amigo fallecido en un accidente. Todos juntos se criaron en San Isidro bajo el legado paterno que siempre les inculcó la unión y las libertades individuales. “Papá y mamá fueron dos bestias, nos dejaron un lindo legado, de chicos nos acostumbramos a ser familia numerosa”, le confiesa a CARAS Manuel Contepomi (42), uno de los más conocidos del clan por su pasado –al igual que su mellizo Felipe (42)– en el rugby y en Los Pumas. “Pero el más famoso de la familia es ‘El Bebe’, aparte de la música tambien sabe de rugby”, acota “Manu” con respecto a su hermano Carlos Contepomi (48), reconocido especialista musical del canal TN. Retirado del rugby en el 2008, un año después de acariciar la gloria con Los Pumas en el Mundial de Francia, el mellizo siguió involucrado con el rudo deporte como entrenador, periodista y dirigente, hasta que hoy reparte su tiempo entre ESPN, donde trabaja en el área comercial, y “ayudando” en alguna división infantil del Club Newman. “Ahora entreno a la categoría de mi hijo Silvestre (9), la Menores de 9. Pero sigo muy involucrado con el rugby, también estoy en la Comisión de Rugby de Newman y en el Consejo de la URBA”, explicó.
Apasionado por el esquí a pesar de no haberlo podido practicar durante sus épocas de rugbier, Manuel viajó con su mujer y sus cuatro hijos a Chapelco para pasar unas vacaciones bien grupales, ya que también las compartió con cinco amigos y sus respectivas familias. Se alojó en el Ski Village Las Pendientes, en plena montaña, y todas las mañanas salió a esquiar las pistas del cerro con su mujer, Clara, y tres de sus herederos, Celestino (11), Silvestre y Esmeralda (7), mientras que Nieves, de apenas once meses, se quedaba en la cabaña. “A todos nos gusta esquiar, nunca lo había hecho en Chapelco y me fascinó. Retomé después de dejar el rugby en la medida que la rodilla derecha me lo permita, ya que me la operaron cinco veces. Tanto me gusta que antes del viaje me fui con un amigo a Chile para bajar esquiando un par de volcanes”, destacó.
—Ahora que comenzó un nuevo Mundial de Rugby, ¿Le provoca nostalgia su época de Puma?
—Soy más bien racional en mi proceder, creo que fue una época muy bien vivida y la recuerdo con mucho cariño, pero hay que saber dar vuelta la página porque la vida continúa. Sí sigo muy de cerca todo lo que tenga que ver con la evolución del rugby argentino y su infiltración en el mundo. De hecho, el 2 de octubre viajo a Japón para ver el Mundial.
—¿Qué diferencias advierte entre su generación de Pumas y la actual?
—La actual logró llegar, gracias al gran trabajo estructural de la UAR, a un status de competitividad que nunca tuvimos, y ese es uno de los pasos más grandes que dio el rugby argentino. Antes, si nosotros le ganábamos a una potencia era un resultado heróico, épico; hoy sos competitivo con ellos desde el minuto cero. Y las chances de ganar son cincuenta y cincuenta.
—Sus dos varones, ¿Emularán a su padre y a su tío?
—Los dos juegan en las infantiles de Newman y les divierte, pero a esas edades sos cero competitivo. Silvestre es más habilidoso, rápido y movedizo; Celestino, que juega en la Menores de 11, es más bien de físico grande para su división, pinta para tercera linea o centro. Pero hay que ver cómo se desarrollan, todavía son muy chicos.