Estamos atravesando un tiempo de muchos cambios, si bien se vienen gestando hace años, hoy los estamos visualizando y transitando en muchas áreas de nuestras vidas. Estructuras muy fuertes están en reconstrucción, no sólo afuera, sino en nuestro interior. Posiblemente hace 5 años teníamos ciertas ideas, expectativas y proyecciones sobre la familia, la pareja, el matrimonio, los hijos; y hoy quizás no sean las mismas.
Estos cambios producen movimientos fuertes porque tienen que ver con la muerte y transformación de una imagen interna que se corresponde a: lo que “esperábamos de nosotros en ese rol y en esa estructura” y “que tan parte nos sentimos hoy de eso”.
¿Cuánto pertenecemos a eso que construimos?
Recibo consultas a diario de parejas que se están separando, estos últimos dos años las consultas sobre esta temática han aumentado exponencialmente. Considerando que una separación es una situación muy compleja y a veces traumática. No solo por la pérdida emocional, energética y material que el individuo atraviesa, si no por cómo “salimos” de esta situación.
Y uno de los aspectos fundamentales en esto es considerar que, aunque nos retiremos de la relación, ese vínculo va a ser parte de nosotros y nuestra historia siempre. Querer extirpar eso de nosotros es el primer error que se comente por miedo a no saber cómo lidiar con el dolor que conlleva aceptar que ya no pertenecemos ahí. Haya sido por decisión propia, del otro o de ambos.
Sin embargo, cuando podemos entrar en el dolor y aceptamos que lógicamente vamos a sufrir porque una parte de nuestra vida queda atrás y buscamos apoyo, contención y herramientas para mejorar la manera en la que vamos a traspasar esto: Sanamos! No porque olvidamos, aceptamos o perdonamos, sanamos porque incluimos y no buscamos excluir esto que nos acompañó un tramo de la vida.
Si incluimos con amor nuestros errores, si usamos el pasado para impulsarnos y no para castigarnos, vamos a conseguir que nuestro corazón haya superado una prueba más, por ende, seremos una persona un poco más sabía que ayer. Pero si le echamos la culpa al otro, si buscamos escapar, si no aceptamos lo que ya no es; corremos el gran riesgo de volver a repetir el mismo escenario, con distintos actores, reproduciendo la misma escena.
El problema no es Amar, el problema es no amar lo que fue y buscar excluir el dolor que genera la pérdida de ello y la decepción. Cuando observemos nuestras expectativas acerca de estás grandes estructuras y nuestros roles en ellas, vamos a podes ver al otro sin estos filtros que han sido creados en nuestra mente y poco tienen que ver con el verdadero Amor de aceptar-nos tal cual somos.
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