sábado 27 de julio del 2024

Dra. Alfonsina Dominguez: “No sé qué tengo, debe ser estrés…”

Partiendo de esta frase que se repite una y otra vez, en las charlas cotidianas y en el ámbito de la consulta profesional, la Dra. Alfonsina Dominguez explica causas y consecuencias del devenir crónico del estrés y la importancia de su gestión para prevenir la respuesta inflamatoria que genera un sinfín de enfermedades.

CREDITO CARAS

No sé qué tengo, debe ser Estrés. Pero, ¿Qué es el Estrés?

Para hablar sobre este gran comodín a todo, empecemos por decir que el estrés es algo normal y favorable: el denominado eustrés, fundamental para despertarnos día a día, hacer ejercicio, etc. A medida que fuimos evolucionando a lo largo de miles de millones de años, teníamos que hacer frente a estresores físicos como el ataque de animales, inclemencia climática, estar alerta a tribus rivales, etc., para lo cual necesitábamos que se manifestara el estrés agudo, de intensidad leve a moderada, pero de corto tiempo.

El tipo de estresor fue cambiando a medida que empezamos a formar comunidades, apareciendo el estrés psicofísico, y se lo experimenta en poca intensidad pero sostenido en el tiempo, pudiendo durar meses, años o toda la vida como estrés crónico. Hablamos del distrés, que se vuelve patológico y va generando una respuesta inflamatoria subclínica, leve, que a la larga va dejando huella principalmente con un fuerte impacto a nivel cardiovascular.

Hans Selye, profesor e investigador considerado “el padre del estrés”, lo definió como una respuesta inespecífica del organismo ante cualquier demanda que se le imponga, ya sea mental o física. Él consideraba al estrés como el “síndrome de estar enfermo”, porque al estudiar diversos pacientes con diferentes patologías, veía muchos síntomas similares y en simultáneo.

Estresores y Estilo de vida: Sus efectos en nuestro cuerpo

Actualmente, con la modernización en el estilo de vida que llevamos, nuestro sistema de estrés aún no se adapta y sigue respondiendo como lo hacía en los tiempos donde la prioridad era mantener nuestra supervivencia, entonces el cuerpo y la mente no pueden distinguir una amenaza real de una imaginaria, y es así como el organismo reacciona de la misma manera en ambos casos.

Hoy los principales estresores son los relacionados con el trabajo, la depresión, trastornos de ansiedad, status socioeconómico bajo, estrés del cuidador, soledad, exámenes, entregas, frustración, enojos, entre otros.

Todos ellos generan un aumento de marcadores inflamatorios en nuestro organismo que llevan a lo que se conoce como inflamación crónica de bajo grado, con aumento de glucosa en sangre y, por ende, resistencia a la insulina con aumento en la apetencia por lo dulce y acumulación de grasa en el abdomen, debilitamiento de piel y uñas, aumento de secreción de ácido estomacal que predispone a gastritis, úlceras, alteración en el tracto gastrointestinal con aumento de predisposición al SIBO, síndrome de intestino irritable y permeable, intolerancias y alergias alimentarias, reflujo gastroesofágico, alteraciones del sueño, ciclo menstrual, función tiroidea, cambios en el humor, etc.

Una persona que presenta estrés crónico, vive con altos niveles de cortisol, la principal hormona del estrés. Ese estado de alerta constante, trae como consecuencia sentir bajos niveles de energía durante el día: cuesta salir de la cama y el sueño no es nada reparador, hay incapacidad para bajar de peso, mareos al ponerse de pie, presión arterial baja, agotamiento mental, falta de fuerza y/o motivación, el cuerpo tiene más dificultad para defenderse contra las amenazas y, por ello, en estas situaciones nos volvemos más vulnerables para contraer infecciones.

El problema con el cortisol es su liberación constante. Esto explica el porqué tras semanas de mucho trabajo, comenzamos las vacaciones y el cuerpo se enferma, y es porque estamos más propensos a desarrollar, por ejemplo, una infección urinaria o una gastroenteritis. Ese nivel de inflamación leve está en la base de muchas enfermedades inflamatorias o autoinmunes.

Tratamiento desde la mirada de la Medicina del Estilo de Vida

La importancia en tener una vida con hábitos saludables y aprender a gestionar el estrés (porque lleva a enfermedades), implica trabajar sobre el buen descanso, las relaciones, el movimiento y la conexión con la naturaleza. Si bien es complejo poder abordar todos los ámbitos y puede generar frustración, la idea es empezar con algo, por mínimo que sea, y con acompañamiento profesional siempre que sea posible.

El tratamiento es multidisciplinario y se trabaja en pautas como:

  • No sumar actividades que saturen la mente y el cuerpo por compromisos aprendiendo a decir NO.
  • Tomarse 15 minutos diarios para hacer una respiración consciente y practicar la gratitud: dar las gracias por 3 cosas y enfocarse en cosas positivas, ayuda a aumentar el bienestar propio. Cómo nos vamos sintiendo, influirá en el proceso de sanación de las distintas enfermedades.
  • Hacer ejercicio, ya que elimina los estresores, aumenta la confianza, da claridad mental, oxigena el cerebro y simplemente mejora la salud.

Es importante aprender a gestionar lo que podemos controlar y lo que no; habrá cosas que dependen de nosotros y otras que no. Cargar con mochilas genera angustias y malestar, fomenta la irritabilidad y la negatividad, impidiendo disfrutar el momento presente.

Las preocupaciones son como montar una bicicleta estática: cansan, pero no llevan a ninguna parte.

Dra. Alfonsina Dominguez

MN: 190.587

Médica posgraduada en Medicina del Estilo de Vida y docente de la Universidad de Buenos Aires.

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