miércoles 15 de enero del 2025

Lic. Laura Ortega: “Me da mucha satisfacción cuando mis pacientes cambian el clásico ‘estoy a dieta’ por un ‘estoy haciendo algo por mí’.”

A partir de sus propias vivencias, eligió la nutrición como carrera para transformar su relación con la comida. Hoy, desde su consulta, promueve un enfoque desde la educación y la empatía que prioriza el bienestar integral por encima de las dietas restrictivas. Galería de fotosGalería de fotos

Lic. Laura Ortega: “Me da mucha satisfacción cuando mis pacientes cambian el clásico ‘estoy a dieta’ por un ‘estoy haciendo algo por mí’.”
Lic. Laura Ortega: “Me da mucha satisfacción cuando mis pacientes cambian el clásico ‘estoy a dieta’ por un ‘estoy haciendo algo por mí’.” | CREDITO CARAS
CREDITO CARAS

Se viene el verano.

Tengo que llegar.

Flaca, claro.

El lunes empiezo la dieta.

Alguna que me haga bajar mucho. Y rápido.

Voy a dejar las harinas.

Se terminó lo dulce, al menos hasta que me vaya de vacaciones.

Me pago estos dos meses de gimnasio, así bajo más.

Espero que esta vez funcione.

 

Seguramente te repetiste un texto como este muchas veces a lo largo de tu vida, o se lo escuchaste decir a tu amiga, a tu hermano o a tu mamá. Año tras año, dieta tras dieta, restricción tras restricción. Y este texto no son solo palabras. Se entrelaza con creencias personales y modelos culturales que a la vez desencadenan emociones. A veces de frustración, de culpa y de angustia, cuando no se llega “al ideal”, cuando el foco no está puesto en vivir de manera saludable, sino en bajar kilos y entrar en la bikini.

 

Es indiscutible que en los últimos años venimos asistiendo a un profundo cambio de paradigma en la nutrición. Las redes sociales se han inundado de información brindada por profesionales médicos y nutricionistas, en el mejor de los casos. Empezamos a abrazar conceptos nuevos que suenan y resuenan reel tras reel, como “cambio de hábitos”, “no dieta”, “composición corporal”, sumados a las nuevas tendencias “keto”, “ayuno intermitente”, entre tantas otras. La información se convierte en sobreinformación, y a veces en mala información. Alimentos que antes creíamos saludables hoy son muchas veces demonizados y también etiquetados con sellos, aparecen nuevas enfermedades que antes no se diagnosticaban, y muchas de las conocidas ahora se asocian a hábitos no saludables.

 

Si juntamos los dos párrafos anteriores en una misma persona, la cosa se pone, al menos, confusa. Alguien que vivió toda su vida a dieta, hoy se enfrenta con mucha información nueva que le plantea un camino diferente a seguir. ¿Pero cómo? ¿Cuál es el camino hacia los hábitos saludables, de todos los escenarios posibles que me plantean en las redes sociales? ¿Qué está bien y qué esta mal? Es en estos momentos de desconcierto en los que uno agradece encontrarse con personas como Laura Ortega, que viene a poner claridad en el asunto y que, además, nos muestra que ella también estuvo en el mismo oleaje. 

 

Laura es Licenciada en Nutrición, Especialista en Atención Nutricional y Educación en Diabetes en Adultos y Niños, y está certificada como Nutricionista en Método No Dieta, aunque su recorrido como profesional de la salud transcurrió anteriormente en los pasillos hospitalarios de terapia intensiva como Lic. en Enfermería. Estaba claro que el área de la salud era lo suyo, pero es esta segunda carrera la que le hizo vibrar el alma y la vida. Laura fue muy valiente, porque se animó a romper los moldes de una sociedad que nos indica cómo debe ser un cuerpo para “encajar” en el deber ser de una nutricionista y en la imagen que da, pero sobre todo a desafiar sus propios prejuicios al respecto. Y lo hizo por ella. Por amor propio. Cansada de embarcarse en dietas que la envolvían en un laberinto que volvía siempre al mismo punto, decidió que era hora de aprender y emprender su propio proceso de cambio. Se recibió de Lic. en Nutrición desafiando sus propias creencias limitantes, y no solo logró ayudarse a sí misma, sino que hoy es un espejo en el que sus pacientes pueden reflejarse para saber que sí se puede. Hoy continúa capacitándose para poder brindar lo mejor en el ejercicio de su profesión, promoviendo una alimentación saludable de forma individual y/o grupal, acompañando a sus pacientes hacia una mejor calidad de vida.

 

Laura, tu camino como profesional de la salud comienza por la enfermería. ¿Qué fue lo que te motivó a comenzar una nueva carrera y formarte como Lic. en Nutrición?

 

Bueno, fueron varios los motivos, pero el principal fue el querer y necesitar un cambio para mí misma, en el sentido de la salud.

Por un lado, al trabajar toda mi vida profesional en una terapia intensiva, con lo que eso implica, pensaba en el futuro buscar algo que no fuera tan estresante y que, por otro lado, me gustara. Siempre me interesó todo lo relacionado con las ciencias de la salud, y la nutrición por sobre todas las cosas. Pero claro, lógicamente por prejuicios que tenía con mi propio cuerpo, nunca me animé a esa rama. Hasta que hace algunos años me decidí; luego de vagar de tratamiento en tratamiento y volver siempre al mismo punto, pensé ¿por qué no estudiar para, en un principio, ayudarme a mí misma? Y así fue como comencé la carrera, luego de un arduo trabajo personal para quitarme el peso de no tener un “cuerpo de nutricionista”, ¿no?

 

¿Cómo se fue relacionando tu historia personal con tu aprendizaje en la carrera?

 

Justamente comencé la carrera en primer lugar como una forma de ayudarme a mí misma. En mi vida pasé por mil dietas, las que te imagines, mil tratamientos, siempre con el objetivo de bajar de peso para el verano. Lo lograba, claro, pero luego volvía al inicio, porque todo lo que hacía era solamente para llegar a eso, sin aprender nada, sin tener conciencia de todas las consecuencias que podían traerme esos extremos.

Es por ello que me embarqué en esta nueva carrera, ¡y agradezco tanto haberlo hecho! Mi formación me permitió entender en profundidad cómo responde el cuerpo ante los diferentes estímulos, como cada célula está perfectamente diagramada para realizar determinado trabajo, y cómo influyen los nutrientes en nuestra salud. Entender cómo funciona nuestro cuerpo, y todas las reacciones que ocurren en él a nivel celular, nos permite comprender por qué fracasan las dietas restrictivas, por qué es tan importante la educación, que las personas comprendan que restringir o eliminar grupos de alimentos sólo lleva a un estado de estrés, que muy probablemente, más tarde o más temprano, termine en una recaída.

Me gustaría recalcar la importancia de llevar a cabo un tratamiento de la mano de un profesional idóneo, para que el camino de cada uno sea completamente individualizado, ya que, como sabemos, todos somos diferentes; lo que a unos le resulta, a otros quizás no.

 

Antes hablabas de esto de “no tener un cuerpo de nutricionista”, lo cual está claramente ligado a un prejuicio que aún perdura en la sociedad que asocia la nutrición más a lo estético, al peso, que a la verdadera función de una buena alimentación. ¿Cuál crees que es el principal objetivo de una buena alimentación?

 

Considero que una buena nutrición es la primera defensa con la que cuenta nuestro organismo para hacer frente a enfermedades, además de ser la fuente de energía que necesitamos para vivir y estar activos. La forma más natural y amable de estar sanos es alimentarnos bien, de forma consciente, porque no debemos olvidar que los alimentos no solamente cumplen un rol nutricional, también tienen una función social y emocional.

 

¿Cuál sentís que es tu diferencial como profesional y cómo lo llevás a la práctica en las consultas?

 

Creo que, por un lado, el tener mi propia experiencia suma mucho, porque me permite empatizar realmente con lo que siente y necesita el paciente. Para quien estuvo (y está) en ese lugar es muy difícil sacar el foco de la balanza. Siempre se ha pensado que el obeso es obeso porque come mucho, y te digo que si así fuera, no existiría la obesidad. Hay tantos, pero tantos, factores que influyen en que una persona desarrolle obesidad, desde psicológicos, neuroendócrinos, hormonales, que es imposible pensar que dejando de comer se soluciona.

 

Tus pacientes acceden a un grupo de Whatsapp que acompaña todo el tratamiento. ¿Cuál es el objetivo con el cual incorporaste esta herramienta y qué resultados logras?

 

Me gusta decir que el Club de Hábitos es un tratamiento mixto, ya que integra los beneficios de un aprendizaje tanto grupal como individual. Por un lado está el grupo, donde los participantes interactúan despejando dudas, nos motivamos a diario para no bajar los brazos, hacemos retos y desafíos para aumentar la motivación y la disciplina; es decir, hay un acompañamiento diario que aumenta el sentido de pertenencia, esto de no estar solos en el tratamiento. Pero a la vez los pacientes tienen también su consulta individual, el clásico “consultorio”, donde estamos profesional y paciente cara a cara, donde se pueden hablar cosas que quizás en un grupo no se animarían, donde el tratamiento se hace más personalizado e individualizado a cada uno, donde evaluamos en conjunto las metas y objetivos de cada uno.

 

¿Cuánto influyen los factores emocionales en el vínculo que tenemos con la comida?

 

¡Muchísimo! Pensemos que si solamente comiéramos para darle a nuestro cuerpo las calorías y nutrientes que necesita, no existirían las patologías relacionadas al peso, como sobrepeso, obesidad, desnutrición… Comemos por muchos motivos, ya que existen diferentes tipos de “hambre” o ingestas. Comemos por placer, porque nos gusta mucho un alimento, comemos porque hay alimentos disponibles, comemos para celebrar, por aburrimiento… las razones son muchas y es importantísimo detectar individualmente en cada paciente qué situación o emoción lo lleva a realizar determinada ingesta.

 

¿Qué es lo más gratificante de tu trabajo?

 

Lo que más satisfacción me da es que la mayoría de mis pacientes logra los objetivos que se propuso en el tiempo que necesita cada uno. Que entiendan que se requiere de tiempo, perseverancia y paciencia, que los hábitos se construyen en el día a día, y que hay días mejores y otros no tanto, y que éstos no son motivo de frustración ni de abandono. Me da mucha satisfacción cuando, con el pasar del tiempo, cambian el clásico “estoy a dieta” por un “estoy haciendo algo por mí”, cuando reconocen sus logros más allá del número en la balanza. Cuando me comentan que se sienten mejor, más activos, que ya no se agitan tanto, por ejemplo, al subir una escalera; o que se levantan con ganas de salir a caminar, o que su pareja les dice “anoche no roncaste”, o que mejoraron sus valores de laboratorio.

 

¿Y el desafío más importante?

 

Justamente lo mismo. Como sociedad estamos acostumbrados a “todo ya”, queremos resultados rápidos y para siempre, y aquí estamos hablando de alimentación y estilo de vida. No podemos cambiar hábitos y costumbres que traemos arraigados desde la infancia de un día para el otro. Porque justamente hablamos de alimentación, y los alimentos rigen la mayoría de las horas de nuestro día. Cuando nos sentamos a la mesa no solamente lo hacemos para ingerir alimentos, sino que también traemos un montón de costumbres, de sentimientos, de emociones, de recuerdos. Y no alimentarnos no es una opción, no podemos dejar de hacerlo. Por lo cual, mi objetivo principal es ese: aprender a comer, con conciencia, sin restricciones y sin abusos, entendiendo que la forma en que nos alimentemos hoy definirá cómo estará nuestra salud y la de nuestros hijos en el futuro.

 

Habiendo atravesado tu propio proceso de cambio de hábitos, ese mismo por el cual están atravesando tus pacientes, ¿qué sentís de todo lo que lograste y qué mensaje te gustaría dejarles a ellos y a los que estén leyendo del otro lado?

 

Atravesé y atravieso, porque como dije antes, esto es un proceso, que lleva tiempo y que día a día debemos recordar. Todas las personas que atraviesan o atravesaron algún tipo de trastorno de la conducta alimentaria deben saber que necesitarán hacer elecciones a diario para no volver a caer en él. En cuanto a la obesidad, me gusta decir que toda persona que la padeció es una persona con obesidad “en pausa”, porque con alcanzar un peso saludable no basta, hay que mantenerlo por el resto de nuestra vida y aquí es donde cobra verdaderamente importancia la educación alimentaria. Más allá de incitar a comer sano, mi meta es brindar información nutricional clara, intentando recuperar el sentido común en medio de tanto auge de dietas de moda y recomendaciones de hambre o no adaptadas a todos.

 

¡Gracias, Laura!

 

Laura R. Ortega

Lic. en Nutrición MN 12.294

Contacto:

[email protected]

IG: @sweetyntegral

Cel. +54 9 113-117-0101

Galería de imágenes
EN ESTA NOTA