Es menester pensarnos siendo parte de la naturaleza, observar el afuera con conciencia nos invita a mirarnos. Ser parte en esta ciclicidad, es saberme sabia/o de mi ser, conocerme, respetarme, comprender mi sentir y accionar sin cuestionamientos, solo dejarme atravesar por procesos naturales del ser. Esto es autoconocimiento, validación y amor propio. Trascender la mirada y ver que, en otoño, por ejemplo, caen las hojas muertas del árbol porque cumplieron su ciclo, siendo abono para sus raíces, es ver cómo en nosotros mismos comenzamos a conectar con todas aquellas tristezas y miedos que no atravesé, situaciones que no me permití sentir y que ya están listas para ser miradas, atravesadas, sanadas e integradas en mí para nutrir mi interior. Y así mi ser pueda crecer. Luego, con el invierno, metidos en nuestra cueva interna, conectando con el vacío, la oscuridad y la vulnerabilidad, hacen que continuemos conectados con los miedos internos. Comienzan hacerse presentes emociones como templanza, incertidumbre y síntomas como la ansiedad, generada por una mayor actividad de pensamientos. Pensamientos que me invitan a direccionar y reflexionar sobre mi ser, mis proyectos, mis formas, sobre lo que quiero que florezca en mí, en la estación de la primavera.
Aquí y ahora nos encontramos comenzando a transitar la estación de la primavera, la cual nos trae el reverdecer y los florecimientos en la naturaleza. En sincronía, nuestro ser comienza a reverdecerse, comenzamos a sentir emociones de felicidad y amor; lo pasional y lo intenso comienza a hacerse presente, emanando en nosotros como una fuente de agua, de vida. Nuestra vibración energética comienza a estar más alta. Es una estación que nos invita abrirnos, a estar más en conexión con el afuera, ir a la naturaleza, conectar con la luz solar. Necesidades como ir al encuentro con otras personas, risas y compartires. Todo esto nos genera sabia y naturalmente dopamina, serotonina y oxitocina necesaria para regular nuestro organismo después de haber estado muy adentro. Con el comienzo del verano, emociones como la alegría, el disfrute, placeres; es la estación de las celebraciones. Seguimos en una frecuencia vibracional alta, nutriéndonos de felicidad.
Es necesario hacer dicha aclaración: conocer nuestra ciclicidad no implica que no transitemos como seres humanos, por ejemplo, en verano, situaciones que nos generen tristeza (muerte de un ser querido). Atravesar esa situación no implica la conciencia de aceptación y sanación. Por lo que será un transitar distinto, que luego se retomará con mayor profundidad en otoño, para adentrarse en un proceso de duelo, en sincronía con la estación.
Somos por naturaleza sabios de nuestro ser; si estamos en conexión con el todo y con nuestro centro, estamos en equilibrio. La conciencia de nuestros ciclos internos en sincronía con la naturaleza, nutre nuestra inteligencia emocional y por ende el amor propio, proporcionándonos mayor seguridad, autoconocimiento, aceptación y validación de mis emociones, como así también de los procesos naturales de nuestro ser.
Lic. Siomara Valente
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