lunes 16 de septiembre del 2024

¿Por qué propiciamos desde nuestro espacio la empatía con los perros?

Desde Educando a Emma trabajamos mucho en el vínculo entre tutores y perros. Principalmente, manteniendo una mirada empática hacia los animales. Sin esta comprensión, nos sería imposible resolver problemas de convivencia. Tanto humanos como perros nos hacemos compañía desde hace más de quince mil años, sólo que todavía, nos cuesta comprendernos.

CREDITO CARAS

Nuestros queridos perros, tienen la cognición equivalente a la de un niño de dos años. Pero hay una diferencia, los niños siguen evolucionando hasta llegar a la adultez, mientras que los perros crecen y envejecen, aunque su cabecita sigue siempre igual: como un niño pequeñito.

Hablamos entonces de perros neoténicos: perros juveniles, juguetones y cándidos durante toda su vida.
Ahora bien, ¿por qué podemos ser empáticos con un niño de dos años, pero no podemos serlo con un perro de siete años, o con un cachorro de tres meses?

Pareciera que los humanos somos más pacientes con los de nuestra propia especie que con los cánidos. Y es con ellos con quién deberíamos comenzar a ser cada vez más empáticos, ya que no hablamos el mismo idioma.
Empatizar con nuestros perros nos va a permitir llegar a un nivel de comprensión profundo de todo su ser, y ello va a repercutir directamente en el vínculo.

¿Alguna vez te pusiste a pensar qué huele el perro cuando olfatea el tronco de un árbol?
No sólo huele un pis que dejó algún primo lejano, sino que también percibe cuánto tiempo hace que ese pis está ahí, de dónde viene, qué status social tiene el primo, qué información reproductiva deja y además de todo eso, el olor de la corteza húmeda del tronco, de la tierra y de la hojarasca. Un olor multitudinario, acre, ácido y picante.
Nosotros lo describiremos como repugnante. Para el perro es el perfume más maravilloso.

Poder comprender qué huele el perro cuando olfatea incansablemente es volverse empático. Poder estar a su altura en el suelo. Aspirar otros aromas. Mirar el mundo desde unos treinta centímetros del piso hacia arriba. Vincularse a través de juegos de persecución y de acecho. Si queremos ser empáticos con nuestros perros, debemos ser más observadores. Más contemplativos. Imitarlos.

En nuestras clases no sólo vemos las técnicas científicas de educación canina que son ya conocidas, sino que todo el tiempo innovamos en ejercicios que refuercen la empatía entre perros y humanos. Porque si este binomio ya lleva más de quince mil años de historia, vale la pena conocernos cada vez mejor.

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