Ser cuidadosos, responsables, conscientes, empáticos: ingredientes fundamentales.
El arte de saber relacionarnos con los demás.
La base de la responsabilidad afectiva, está en saber que lo que decimos y lo que hacemos impacta en las personas con las cuales interactuamos y viceversa. Si yo te pregunto a vos: ¿cómo te gusta ser tratado/a?, ¿qué respondes?, seguro me dirás “¡bien!”: con respeto, claridad, sinceridad y unas cuantas cosas más (lindas, sanas). Ahora aparece la pregunta, vos ¿cómo tratas a las personas con las que te vinculas?
El concepto de "responsabilidad afectiva" comenzó a gestarse en las comunidades de "amor libre" durante la década de 1980. Estas comunidades desafiaban las normas tradicionales de las relaciones monógamas y exploraban nuevas formas de vinculación afectiva y sexual, promoviendo relaciones más libres y no exclusivas. En ese contexto, surgió la necesidad de manejar de manera ética y consciente los sentimientos y emociones de múltiples personas involucradas en una red de relaciones.
A lo largo del tiempo, los principios de la responsabilidad afectiva se extendieron más allá de las comunidades de amor libre, generando discusiones más amplias sobre relaciones interpersonales y bienestar emocional. Hoy en día, el concepto es relevante en diversos contextos y tipos de relaciones, incluyendo amistades, relaciones familiares y vínculos laborales. La responsabilidad afectiva se está convirtiendo en un componente fundamental para promover relaciones basadas en el respeto mutuo, la comunicación efectiva y el bienestar emocional compartido.
En cada nuevo conocerse, hay del otro lado una persona, que viene con una historia, con propias heridas y expectativas. La responsabilidad afectiva es un concepto que, en su esencia, nos invita a ser más conscientes y cuidadosos con las emociones de las personas con las que interactuamos. Reflexionar sobre esto nos lleva a considerar aspectos fundamentales de nuestras relaciones y de nuestra propia conducta emocional.
La responsabilidad afectiva implica, entre otras cosas:
- Reconocer la humanidad del otro. Cada persona tiene un mundo emocional complejo y digno de respeto.
- Ser responsables del impacto de nuestras acciones y palabras.
- Hablar honestamente sobre nuestros sentimientos y necesidades, escuchar y validar los de los demás.
- Cuando empezás a sentir "algo más" por la persona que estás conociendo, y necesitas ir despacio para ver qué te pasa, decirlo, comunicarlo.
- Respetar los tiempos propios y los del otro.
- Respetar los límites emocionales y físicos.
- Pensar en el bienestar de ambos, implique seguir juntos o no.
…Y si sentís que no, que ahí no es, ¡mejor decilo! El vacío de palabras hace mucho daño, lleva a la otra persona a sobrepensar dañinamente, a cuestionarse y daña la autoestima.
Ser responsables afectivamente, es ser buena persona, no es magia, no es algo imposible, te invito a que te preguntes ¿qué es para vos ser buena persona?
Reflexionar sobre la responsabilidad afectiva nos lleva a una comprensión más profunda de nosotros mismos y de nuestras relaciones. Nos invita a ser más conscientes, empáticos y considerados. En un mundo donde las interacciones superficiales y el egoísmo pueden prevalecer, la responsabilidad afectiva es revolucionaria.
Se trata de poner en práctica la honestidad y la sinceridad, primero con vos. En definitiva… no le “haces algo a otro” te lo haces a vos mismo/a. Lo que vos haces habla de vos.
Atención: empatía no es simpatía!
Atención: sinceridad sin empatía es crueldad / sinceridad sin empatía es violencia!
Atención: no des por sentado, ¡preguntá!
Atención: HABLAR te permite saber si están en la misma sintonía.
Seamos responsables, seamos revolucionarios.
Lic. Clr. Denise V Tognolotti
Consultora Psicológica - Counselor
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