Cada vez que miro a Dante, Indio o Almendra, no solo veo a mis compañeros de vida, sino también a verdaderos aliados terapéuticos. Su presencia me abraza el corazón y tiene efectos profundos en mi cuerpo, mi psiquis y mi campo energético.
Desde la medicina, está demostrado que el contacto cotidiano con mascotas reduce el cortisol (hormona del estrés), aumenta la oxitocina (amor y apego), mejora la presión arterial y estimula serotonina y dopamina, claves para el equilibrio emocional. Un estudio del NIH reveló que acariciar a un perro durante 15 minutos genera un efecto relajante comparable al de una meditación. Otros estudios muestran cómo las mascotas ayudan a disminuir síntomas de depresión, ansiedad y soledad, especialmente en adultos mayores.
Desde una mirada holística, nuestras mascotas actúan como espejos y transmutadores. En consultas de biodecodificación o constelaciones familiares cuánticas, aparecen como guardianes del sistema: absorben tensiones del campo emocional, detectan síntomas antes que nosotros y a veces enferman por amor. Son sostenes invisibles, sin pedir nada a cambio.
Almendra, mi gata, apareció en mi vida en un momento en que yo no me animaba a sostener el silencio. Su ronroneo me enseñó a respirar distinto. Dante me devolvió la alegría después de una pérdida importante. Indio, con su sensibilidad, capta mis emociones antes que yo. Ellos no solo están: sanan, contienen, ordenan.
Una mascota no reemplaza vínculos, pero transforma la calidad del vínculo con uno mismo. Nos invitan a estar más presentes, a regularnos con amor, a volver a lo simple. Y sobre todo, a reconocer que el amor incondicional existe.
En un mundo acelerado, tener un animal cerca es un acto de autocuidado. Como médica, como terapeuta y como humana, creo profundamente que los animales son medicina viva.
Quizás por eso, cuando un paciente me dice que no tiene red afectiva, le pregunto si alguna vez consideró adoptar. A veces, lo que cura no es una receta, sino un latido suave con cuatro patas.
Lo interesante es que estos efectos no dependen únicamente del “tipo” de mascota. Sean perros, gatos, conejos o incluso aves, lo que se genera es una interacción bioemocional que regula nuestro sistema nervioso. El cuerpo responde a ese amor simple con reacciones complejas y profundamente saludables.
Y no es casual que tantos espacios terapéuticos integren animales en sus prácticas: la zooterapia, los perros de asistencia emocional, las intervenciones asistidas con caballos (equinoterapia), son cada vez más validadas por la neurociencia y la psicología clínica. Hoy sabemos que los animales pueden ayudarnos a procesar duelos, bajar el umbral de ansiedad, mejorar la conexión social y hasta aumentar la adherencia a tratamientos médicos.
Pero además de lo visible, también está lo sutil. Desde la mirada energética, los animales vibran en frecuencias más altas y puras. No están cargados de mandatos, ni de pasados no resueltos. Por eso, cuando los abrazamos o simplemente nos miran, sentimos paz. Es como si, por un instante, entráramos en una dimensión más amorosa del mundo.
Muchos pacientes me cuentan que sienten que sus mascotas “llegaron justo cuando más lo necesitaban”, o que “las eligieron ellos”. Y no me extraña. En biodecodificación hablamos de mascotas como extensiones del sistema familiar: vienen a cumplir un rol, a mostrar algo, a acompañar un proceso.
Por eso, también es importante cuidarlas y honrarlas. No son objetos, ni “mascotas” en el sentido utilitario. Son seres sensibles, con alma, con memoria emocional. Cuando las respetamos, nos espejan. Cuando las amamos, nos enseñan a amar mejor.
Hoy, en un mundo que busca salud integral, bienestar y sentido, mirar a nuestros animales puede ser un acto revolucionario. Son anclajes, raíces, brújulas.
Y si alguna vez dudás de si vale la pena adoptar, recordá: no estás solo. Tal vez ya te esté esperando alguien con bigotes, patitas y un corazón que late por vos.
Como médica integrativa, facilito talleres, sesiones individuales y cursos donde integro medicina del estrés, biodecodificación, constelaciones familiares, Biotarot y recursos para el alma. Muchas veces, nuestras mascotas también participan simbólicamente en estos espacios, ayudando a revelar lo que necesita ser sanado.
Si querés profundizar en estos temas, te invito a escribirme. Me encontrás en Instagram como @dra.lorena.aquino, por WhatsApp al +54 9 11 3353-3513, o por mail a [email protected].
Con amor y al servicio del alma,
Dra. Lorena Aquino

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