sábado 16 de noviembre del 2024

Sentir envidia, ¿me convierte en una mala persona?

En el auge de series y películas que tocan temas sensibles a nivel emocional y la mencionan a ella, la envidia empieza a ganar un lugar más visible. Esto nos invita a conocerla mejor y demonizarla menos.

Sentir envidia, ¿me convierte en una mala persona?
Sentir envidia, ¿me convierte en una mala persona? | CREDITO CARAS
CREDITO CARAS

¿Cuántos de nosotros podemos reconocer haber sentido envidia en nuestra vida? ¿Y en el último año? ¿Y en el último mes… y en la última semana? ¿Y hoy? Seguro muy pocos, porque a diferencia de otras emociones indeseadas como el enojo, la tristeza o la culpa, la envidia está bastante escondida y muy poco tenida en cuenta.

Ahora bien, solemos sentir envidia cuando una persona tiene algo que queremos o necesitamos y nosotros no podemos alcanzar, cuando recordamos lo que otras personas tienen y nosotros no (comparándonos y quedando en desventaja), cuando conocemos a alguien que parece tenerlo todo y no sentir carencias y cuando alguien con quien competimos (aunque sea sanamente) es más exitoso que nosotros en aquello que nos interesa. Es natural que estos eventos nos produzcan insatisfacción. ¿Por qué? Porque a raíz de estas situaciones, comenzamos a creer que merecemos más de lo que tenemos, que no hemos tenido suerte, que muchas personas tienen más que nosotros, que somos poco valorados e inferiores a los demás y que la vida ha sido muy injusta con nosotros.

Es importante entender que, en muchas ocasiones, el sentir envidia nos permite ponerle palabras a deseos o anhelos que, probablemente, no teníamos presente previamente; ya sea por no contar con las herramientas o porque, de alguna forma, nos enseñaron que nuestros gustos no eran bien recibidos socialmente. La envidia suele ser una emoción “cancelada” por confundirse con las ganas de que a los otros les vaya mal, lo que nos convertiría en pésimas personas.

¿Cuáles son las posibles consecuencias de sentir envidia? Volvernos desatentos, cambiar actitudes propias para parecernos más a quienes admiramos, estar pendientes solo de los demás y no de nosotros mismos, restarle importancia a nuestros logros, evitar a las personas que tienen lo que nosotros queremos y rumiar sobre todo lo que no tenemos. Ignorar que sentimos envidia no sólo no desaparecerá el malestar, sino que provocará que estas consecuencias se vuelvan insoportables.

La envidia, como cualquier otra emoción, se puede aprender a regular mediante terapia cognitivo conductual (TCC) y terapia dialéctico comportamental (DBT).

Lic. Camila Kessler. MN 78121 - MP 190123

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