Amarse, disfrutarse, compartir la vida hoy y para siempre. Con esa promesa de amor y fidelidad eterna Abel Pintos y Mora Calabrese se unieron en matrimonio el sábado 25 de septiembre, frente a los ojos de su círculo más cercano. “Decidimos dar este paso porque no tenemos dudas de querer compartir nuestras vidas en todo lo que nos quede por recorrer. Además de todo lo que hemos vivido en nuestra historia, que cuenta 8 años de conocernos, en distintas etapas y procesos de cada uno, con encuentros y desencuentros pero sobre todo, con una enorme claridad del deseo de compartir una vida juntos”, expresó el popular artista que junto a la empresaria –a quien conoció en Pampa del Infierno, una localidad del interior de Chaco en un festival donde el cantante había sido convocado– dieron el sí a casi un año de la llegada de Agustín, su primer hijo.
“Cuando uno le propone matrimonio a la persona que ama la situación es romántica pero, sobre todo, muy emocionante. En nuestro caso fue todo muy sencillo, sucedió una tarde tranquila en Resistencia. Nosotros tenemos una vida muy sencilla y hacemos todo de esa manera. Entonces una mañana desperté, me di cuenta que no quería pasar un día más sin proponerle matrimonio, compré una alianza, volví a casa y en una especie de parque, me arrodillé y a eso de las 18hs le pedí que se casara conmigo”, recuerda Abel Pintos, sobre el video que no tardó en recorrer el mundo.
Y aquella promesa de amor, que inundó de emoción a sus protagonistas desde entonces, tuvo su broche el fin de semana en la majestuosa Estancia Villa María, un espacio de estilo romántico y con aires toscanos elegido por los novios para sellar formalmente la unión, después del civil (la semana anterior) y la ceremonia religiosa. “Era un lugar bellísimo y también muy adecuado para poder realizar un evento así, en un contexto como el que estamos aun viviendo en esta pandemia. Todo se puede hacer al aire libre y eso tuvo mucho que ver en nuestra elección”, señaló uno de los músicos más populares de la escena musical argentina, a la vez que Mora, junto a Javier Pita, Ambientador y Wedding planner del evento, no dejaron ningún detalle librado al azar.
Desde el estilo de la decoración, inspirado en las bodas italianas, hasta crear una atmósfera ideal para que el contexto pandémico no opacara el espíritu festivo. “Esa fue la primera tarea a enfrentar: encontrar el espacio perfecto que nos permita realizar la boda de ensueños. Fue luego de una gran búsqueda que encontramos La Estancia Villa María. La ceremonia se realizó dentro del bosque que esta por atrás de las caballerizas y junto a la casona de estilo francesa. Para ingresar a la ceremonia, se realizó un camino cercado por coronas de novia y orquídeas. Sobre el mismo, volaron seis arañas de caireles, las cuales estuvieron protegidas por sutiles cortinas blancas que acompañaron la espalda del vestido de novia. A cada lateral del camino se ubicaron los bancos de campo, donde se sentaron familiares y amigos”, detalló Pita, con el seguimiento permanente de la novia, y agregó: “Todas las mesas ratonas estuvieron adornadas con la más selecta variedad de flores coloridas, ubicadas en distintos floreros realizados a mano (pottery). Entre la carpa de lucecitas y la carpa principal se encuentra un vagón de tren restaurado, donde se ubican los baños de invitados. En el centro de la carpa central se ubicó la pista de baile dorada, sobre la cual colocamos estratégicamente el logo familiar diseñado por la pareja, que es una ramita. Con este mismo logo, diseñamos de forma sorpresa para los novios las servilletas y los porta vasos”.
De la mano de su padre y con el Ave María entonado en frances por el mismísimo Jairo, amigo personal del cantante, hacía su ingreso Mora, generando y contagiando a los testigos uno de los instantes más emotivos de la velada.
Días atrás, la pareja había consumado su matrimonio por civil en una ceremonia reducida, a orillas del Río Paraná en Chaco. “Sábado para siempre. Te amo Mora”, escribió Abel Pintos develando en redes sociales, y para sorpresa de muchos, que finalmente había concretado el sueño de casarse ante la ley con el amor de su vida.
La unión religiosa tuvo lugar el jueves anterior en la iglesia Nuestra Señora del Carmen, de Cañuelas, y el responsable de oficiar el sacramento fue el Padre Marcos Cabrera, párroco de Alta Gracia, elegido por ser amigo cercano de Abel desde hace más de una década. A diferencia de lo que se estila, Abel y Mora ingresaron juntos y la Marcha Nupcial fue la única pieza musical que se escucho al inicio y al final. Concluida la ceremonia, los novios se dirigieron a la estancia donde días después transcurrió la fiesta con un cupo limitado de asistentes.
Los looks de los novios fueron pensados con antelación y la dedicación que ameritaba la ocasión. En el caso de la novia se decidió por un vestido largo fourreau al bies en seda natural color Ivory, de corte sirena y de inspiración años ‘30. Mora impactó con un escote americano con espalda baja y falda con apliques de volados en organza de seda y plumas en cascada que dan forma a una gran cola. Remató con capa de organza de seda al tono de corte imperio y cola catedral. Además llevó pines en el cabello de perlas, cristales y plumas sobre un recogido desestructurado. Los zapatos fueron al tono en cabritilla nacarada de corte retro, todo firmado por el diseñador Fabián Zitta. El peinado estuvo a cargo de Juan Olivera de Estudio Olivera y el maquillaje por Sofía Riboldi de Estudio Aragón.
Para el total-look de Abel, by José Valosen, un esmoquin inspirado en los años 70s, con líneas suaves y elegantes. Totalmente artesanal y hecho a medida, con hombros suaves y combinando tela italiana con un suave ratier lineal en seda natural. Solapa en punta y negro pleno. Moño negro con volumen siguiendo con la inspiración del smoking y acompaño con camisa con pechera en contra textura. Zapatos acordonados y de charol negro. “Para cerrar el estilismo total se decidió llevar a cabo una pieza (bañada en oro), inspirada en un símbolo que representa la familia que están formado. Dicha pieza fue realizada por Fendra, de manera artesanal en color oro fino con una terminación en baño de oro puro pulido espejo”, contó el estilista y diseñador Martín Ceballos, que estuvo a cargo del Styling del novio.
Sin perder el espíritu de celebración, se tomaron todos los recaudos necesarios para cuidar a los invitados dado el particular contexto, cuya lista no superó las 90 personas. Sin invitados famosos, ni canciones en vivo del artista –que lleva más de 25 años de éxitos musicales– se priorizó un ambiente íntimo y familiar. “Nosotros vivimos en Chaco que es un lugar muy tranquilo. La gente allá nos respeta y nos quiere mucho. A mí me sirve porque cuando voy descanso realmente y puedo conectar con mi familia. Es un tiempo que dedicamos a estar juntos de verdad y sin interrupciones”, declaró Abel y respecto a la Luna de Miel, aseguró que el viaje quedará en stand by. “Más adelante nos tomaremos ese momento”, confirmó el artista cuyo más reciente y más íntimo lanzamiento discográfico –El Amor en Mi Vida– lo remite a su ideal presente. “Es una canción que escribí justamente en esos días y cuenta que el amor me rodea de muchas maneras y que había venido a concretarse y a terminar de completar cada uno de mis días y para siempre a través de Mora y de la familia que estamos formando. Si vamos a agrandar la familia, veremos, ya lo dirá Dios, nos encantaría una familia numerosa”.