Confía en los tiempos y en su magia. En la sinergia de lo colectivo y en los logros a largo plazo. Flor Vigna (27) se siente justo donde quiere estar y esa victoria –buscada, explorada, recorrida– excede cualquier resultado futuro.
“La música me apasiona, me toca y me toma mucho. Y trabajar con amigos está bueno porque estamos dispuestos a crear a toda hora y en todo lugar. Este primer tema, que lo hicimos con mi mejor amigo que es músico, lo veo como parte de una obra que fuimos creando juntos y creo mucho en eso. Por ahí, si me preguntas si creo en mí para cantar como Céline Dion, no sé si eso me entusiasma. Me entusiasma la filosofía y todo lo que plasmamos, en la letra, las melodías y el estilo que logramos”, explica Vigna, recientemente lanzada como cantautora con su primer single. Dueña de sus letras, algunas más soul y de carácter reflexivo, cuenta que esperan el momento preciso para ver la luz mientras celebra la libertad de ser su propia productora.
“Esta primera canción es la letra más pícara que escribí. Y no es autorreferencial ni dedicada a mi ex pareja. Habla particularmente de mirar por el retrovisor, observar para atrás y ver que ese lugar o persona o trabajo ya te queda chico. Es verlo desde otro punto de vista, ese algo que antes pertenecía a tu presente y ahora decir “yo no vuelvo ahí”, aclara sobre “Uy!”, el primer sencillo de 12 temas que fue gestado en la casa quinta, o “bunker musical”, que la artista alquiló en febrero y repetirá este verano.
“En algunas canciones escribí mi diario íntimo más o menos. A veces no te das cuenta y sos vos la que estás ahí en la canción y lo ves cuando la terminaste, es algo inconsciente. Nosotros todo el tiempo nos queremos juntar a hacer más y es muy lindo ese momento de búsqueda, donde te sentís donde queres estar. Tener un espacio para hacer lo que te gusta siempre es terapéutico. Cuando empecé a tomar el piano me ayudaba mucho a distenderme, relajarme y volar un poco desde otro lado. Fue el primer instrumento que toqué entonces tiene eso que lo tocas y te vas a otro viaje. Con la música me pasaba que estaba de la mano de otro trabajo siempre, sea del ‘Bailando’ o de ‘MasterChef ‘ y apenas tenía un lugar siempre se lo daba a eso. Era como llegar a tu casa”.
—¿Pero todavía no era su momento?
—En realidad, la gente que me conoce me suele definir como muy autoexigente. Yo pienso que no tanto, pero después me doy cuenta que sí. Por ahí siempre quiero salir cuando está listo para un 10. Y sé que hay muchas cosas que se van a aprender en el camino. Pero siento que si tenía que presentar algo a esta altura, tenía que ser bueno. Tener el tiempo para encontrar eso bien puro e ir haciéndolo despacito.
—Hay una frase que dice: “No apures algo que quieras para siempre”.
—No la conocía, me encanta. Es así. Yo no podía salir a improvisar, necesitaba un respaldo y tener cierta cantidad de canciones para que después no sea en el mientras tanto ir encontrándolas. Después de terminar de grabar el videoclip estuve con 5 días de fiebre fuertísima que yo creo que es por somatizar después de haberme ocupado de todo. Fue la primera vez que yo tenía que conseguir desde las bailarinas hasta los vestuarios, la locación y fue mucho estrés, más todo lo que venimos planificando. Y cuando terminó caí rendida. Ahora me estoy recuperando pero nunca me había pasado así.
—¿Le cuesta ir liviana?
—Lo que pasa es que yo no me doy cuenta. Me gusta lo que hago, no me doy cuenta y de repente “la quedé”. Pero creo que tiene que ver con que uno quiere tanto que salgan las cosas bien que no podes parar ¿viste? También tenes como cierta culpa. Yo sentía que se venía el 11 de noviembre ya y pensaba: ‘Bueno, ¿Qué puedo hacer? ¿Qué video puedo editar?’. Y como todo es para mí y no es para un jefe o una corporación todo lo que puedas ir aprovechando lo haces, pero de una forma que descubrí que no está tan bueno. Pero bueno, tengo una ansiedad tremenda porque creo mucho en la canción.
—¿Tuvo que trabajar mucho en esa confianza?
— No sé si en la confianza en mí, sino en aceptar a abrir nuevos campos, nuevos estilos. Al fin y al cabo todo es volver a jugar, ¿viste? Uno se olvida de eso y se pone más ortodoxo y adulto y duro. Y ahí es donde uno se juzga a uno mismo y por ahí no te dejas tanto fluir. Me pasó que me ayudó mucho tener amigos de la parada urbana. Por ejemplo, tengo un amigo rapero que me ayudó muchísimo a soltarme ante algunas melodías que yo pensaba: ‘Uh, la gente no va a ver que sea tan compatible conmigo o ¿Lo entenderá, o no?’. Y él me decía: ‘Si vos conmigo lo haces, ¿Por qué no es parte de vos?’. Y es cierto. También es estar un poco listo para saber que uno no es monedita de oro para gustarle a todo el mundo, entonces obviamente la música al tener esas cosas que tienen que ser únicas, va a haber mucha gente que te va a querer y mucha gente que no.
—¿Tuvo detractores?
—Por suerte, en lo que fue hasta ahora mi carrera –y me resulta raro decir “carrera”– no soy una persona confrontativa, entonces no suelo tener detractores, aunque sí los normales. Yo creo que hay que ir con todo y detractores va a haber igual, como gente bonita. Pero hay que ir con todo porque si uno va midiendo, es ya ir con miedo e ir más pensando en el qué dirán, que lo que uno es.
—¿Y ud. tenía miedos?
—A mí me ayudó mucho ir viviendo el proceso con “Tavo”, que es mi amigo Gustavo, porque no me dio lugar a dudar de mí, si a mí me faltaba algo. Nos sentíamos como un grupo con la química perfecta. Entonces si yo estaba algún día “pachucha” conmigo de repente lo miraba y pensaba: ‘Si este músico de la hostia me está eligiendo a mí, es por algo’. Entonces esa sinergia me hacía creer más que nada en lo nuestro.
—¿Esta seguridad en usted se traslada también al amor?
—Yo creo que sí, es un momento en el que una se descubre más parada sobre sí. Me siento más independiente o más realizada y eso también me hace amar desde ese lado. También me pasa que justo “Lu” (Luciano Castro) está recontra realizado entonces es como que cada uno tiene lo suyo tan fuerte que después, en el amor, solamente queda hacerse bien. Yo lo que espero es que nos sumemos mucho. Estoy muy atenta a tener los espacios que necesita cada uno –que fue el mensaje que yo me llevé de mi última relación– y sus metas. Y sumarle al otro sin desvivirse. Siento que lo lindo que tenemos con “Lu” es que nos sumamos en lo que sea pero no pasamos a ser dependientes del amor.
—¿Le costó cambiar ese chip?
—Es que se fue dando solo, porque justo la personalidad que tiene “Lu” me da mucha seguridad. Él es muy expresivo y suele decir mucho lo que siente. Y pasamos mucho tiempo juntos, pero encontramos la forma de sumarnos. Él me motiva mucho con todo lo de la música, siempre me da su criterio y su parecer. Tenerlo en el videoclip además le dio un sentido muy sensible y muy personal. Y fue re lindo porque le hicimos hacer cosas difíciles y diferentes. Yo estaba re nerviosa y él estaba siempre ayudando y apoyando. Yo le pregunté con mucha vergüenza si se quería sumar y me dijo que sí de una. También para entrenar, él pasa por al lado y me ayuda a tener más actitud y después de entrenar salgo a comerme el mundo. Con mi ex nos queríamos ayudar en nuestros proyectos pero, al fin y al cabo, no terminábamos cumpliendo los sueños propios. Así que cuando cortamos, todos esos meses que estuve sola tuve más tiempo para darle y darle a lo mío. Y cuando lo conocí a “Lu” ya lo conocí desde otra parada.
—¿Y conectaron enseguida o se fue decantando con el tiempo?
—No, fue bastante inmediato. Porque nos conocimos en el gimnasio, íbamos a hacer una serie juntos que después por la música sabía que no me iban a dar los tiempos, pero sí sabía que estaba él y él que estaba yo, y se acercó a hablarme. Después me mandó un mensaje y nos juntamos a merendar. Y de ahí no paramos. Fue mirarse a los ojos y darse cuenta que era el lugar.
—El famoso flechazo…
—Sí, me siento re cursi diciéndolo pero sí.
—¿Nunca se habían cruzado antes?
—Nunca, es rarísimo y re loco. Ni siquiera en la fiesta de Pol-ka que fue hace un montón de tiempo, la de los 25 años donde yo fui un ratito nada más. Mejor igual, porque en otro momento los dos estábamos en pareja.
—¿Confía en los tiempos?
—Sí, obvio. Me parece que si la vida quiso que no lo cruzara nunca y de repente, verlo en el gimnasio, tener una merienda y no parar de estar juntos, habla de que los tiempos son perfectos.
—¿Los de la música también? ¿Qué escenarios le quitan el sueño?
—Yo creo que estamos en un momento en que todo es posible. Tenemos artistas argentinas que están siendo vistas por el mundo, desde una Lali que conquistó España con ‘Sky Rojo’, ahora Tini hizo hace poco en Posadas un recital increíble y fuera de serie. Y María Becerra que la piden todos los artistas de afuera para colaborar. Entonces, bajo ese escenario de tres bombas y un montón de otras artistas, siento que la música latina está siendo recontra escuchada afuera. Y siento que, poco a poco y tema a tema, poder llevarlo al plano internacional sería un gran sueño.
—¿Le quedó mucho material afuera?
—Sí, nosotros tenemos 12 temas. Y 11 quedaron en la lista de espera. Y también todo el tiempo nos queremos juntar a hacer más. Pero bueno, este año en febrero alquilamos quinta de vuelta para hacer ese “bunker” musical.
—¿No fue tentada por una discográfica para acompañar su lanzamiento?
—Sí, hay discográficas nacionales muy copadas que fuimos y tuvimos reuniones pero nos pareció bueno empezar así, de la forma más libre posible. Sin ninguna condición de nadie, empezar libres sin bajadas y arriesgarnos a esto. Esta es la primera vez que me toca invertir en varias cosas de mi trabajo y es plata que me la gané laburando desde hace 7 años, desde la época de ‘Combate’. El otro día mi viejo, que tiene una huerta, me decía: “Vos tenes la suerte de que nunca tuviste que invertir en mercadería”. Él cuando tuvo kiosko, perfumería, siempre tuvo que hacerlo. Y yo sé que voy a tener que seguir invirtiendo porque mucha gente ya me contó que al principio con la música te cuesta hasta que sea ganancia pero también es lo que quiero vivir hoy. Creo que me lo merezco. Yo nunca me fui mucho de vacaciones ni hice grandes gastos y donde más lo disfruto es acá. Pagándome un sueño a mí misma.