Perderse para encontrarse, entendiendo el “viaje” como un estado temporal pero necesario. En ese trance permanente —donde habitar papeles cada vez más complejos se volvió parte de una búsqueda tan profunda como demandante— convive Natalia Oreiro (44): ilesa, a veces vulnerable, pero en constante evolución. “Cada vez que estoy trabajando en un personaje entro en crisis. Porque siempre estoy a la búsqueda de la excelencia y, a veces, esa búsqueda incansable hace que uno se centre mucho en uno mismo; y yo necesito mucha concentración para llegar a ciertos lugares. Hay actores que entran fácilmente, yo no soy ese tipo de actriz”, reconoce la artista uruguaya que bajo una exigente entrega física, interpretativa y vocal, recreó su propia versión de Eva Perón en “Santa Evita”: uno de los platos fuertes de Star+ para 2022, con producción de The Walt Disney Company Latin America y Non Stop.
“Para mí lo más valioso es hablar con verdad y contar con una mirada verdadera, intentando ser lo más fiel a la historia y al espíritu de alguien que existió y que está en la memoria de millones, pero siempre desde lo genuino. Yo estaba todo el día escuchando los discursos de Eva y conecté muchísimo con su fuerza, sus valores, todos sus textos, sus luchas y lo que para ella era importante. Porque de verdad fue alguien que quemó su vida en pos de su pueblo y sus ideales la llevaron a trabajar sin descansar”, reflexiona la protagonista de la serie producida por Salma Hayek — y Pepe Támez — que hace rato viene tachando los pendientes que le dejó la pandemia.
“Quieta no es una palabra que esté en mi diccionario. (Risas) Además de Evita, hice una serie para Amazon Prime este año, dirigida por Sebastián Borensztein y Daniel Burman, también la segunda del reality ‘Got Talent ‘ en Uruguay –desde un rol donde me descubrí desde otro lugar– y ahora tengo dos películas por estrenarse, una que es una road movie, se llama ‘Las Rojas’, con Mercedes Morán y otra con Ariel Winograd que se llama ‘Hoy se Arregla el Mundo’, una comedia preciosa. Además en noviembre voy a filmar dirigida por Fernán Mirás y es probable que el año que viene vuelva a hacer televisión acá en Argentina, alguna comedia diaria. En eso estamos. Tampoco faltan mis proyectos musicales: estoy haciendo varios duetos y tríos con diferentes artistas ahora y me estoy yendo a cantar a los Premios Platino”, enumera Natalia Oreiro.
Y aún con tanto por celebrar, la intérprete y conductora no concibe los logros desde lo individual. Natalia prefiere hablar de equipos, donde la construcción colectiva es la única manera que conoce –e implementa– para llegar a buen puerto. “Esta serie es una superproducción como yo no he visto acá y está a la altura de la historia. Bajo la dirección de Rodrigo García y Alejandro Maci, con un gran trabajo de arte de Mercedes Alfonsín que es increíble, del director de fotografía que es “Chango” Monti y de Beatriz Di Benedetto en vestuario, de reconstrucción de época, que es para sacarse el sombrero”, subraya y completa: “Hay un momento en la novela de Tomás Eloy Martínez (best seller en el que está basado el proyecto) que no está en la serie pero me impactó mucho que Eva le dice a Perón: ‘Por trabajar tanto me enfermé, por vivir tan rápido’. Y si bien es una novela, hay algo en la imagen de alguien que vivió tan rápido e intensamente que fue como una energía de luz infinita, que al día de hoy sigue encendida. Yo tuve hace bastantes años la posibilidad de interpretarla, pero consideré que no estaba preparada como para poder hacerlo y elegí otro camino. Y aunque dicen que a veces el tren no pasa dos veces, yo no estoy tan de acuerdo con eso”.
—¿Cree en las segundas oportunidades?
— Creo que los tiempos mucho tienen que ver con eso y lo que hoy no sucede, quizá no deba de suceder por eso: porque uno no tiene la energía para poder afrontarlo. Y si uno lo quiere y lo siente, eso vuelve a aparecer. También uno traza un camino y desde ahí se desprenden diferentes opciones y oportunidades. Y depende hacia dónde uno vaya, es también lo que la vida te va regalando. El hecho de hacer un personaje tan intenso, tan importante en este momento de mi vida tiene que ver con ese recorrido. Creo que en este momento de madurez como mujer y la experiencia que mi vocación me ha ido brindado, hizo que tenga las herramientas y el coraje suficiente de interpretar una mujer con mucha valentía, convicción y coraje. Que en otro momento de mi vida no estaba entrenada para poder hacer. De cualquier manera, es tan grande este personaje que para mí siempre era impensado. Porque no fue la construcción de un deseo como me sucedió con Gilda, Eva para mí era inalcanzable y ni siquiera tenía la ambición de hacerlo. Pero la vida me lo puso en frente por algo. Que a lo largo de estos meses de interpretación, pude encontrar ciertas respuestas a por qué me toca a mí en este momento.
—¿Y en esa búsqueda se topó con miedos?
— Me considero una mujer valiente, pero con los años también he aprendido a reconocerme en una mujer con miedos. Creo que no reconocerlos es ser un tanto ignorante, sentir que uno puede con todo en todo momento. Yo soy una mujer vulnerable y esos miedos están presentes pero no tanto por la mirada del otro –aunque claro que me importa– pero el miedo en este caso tenía que ver con el respeto a una figura tan importante de la historia argentina y mundial. Y de sentir si yo estaba a la altura de las grandes figuras que la habían interpretado, porque tuve la posibilidad de ver el trabajo de todas las actrices argentinas que lo hicieron y cada una le encontró un color distinto y eso me ayudó para encontrar mi propia Eva. En mi caso, el miedo también es una alerta de decir, “cuidado”, o “atención” más que cuidado, por donde caminas, por donde pisas. Ir lo más preparada posible para el viaje.
—¿Es de cargar con esos temores y llevarlos a su casa? ¿Conviven con usted?
— Fueron meses muy intensos y en lo personal también, porque yo estaba muy conectada. Por suerte, tengo un compañero y un hijo que celebran la alegría que a mí me dan los desafíos de este tamaño. Me acompañaron y entendían que había días que yo venía con una energía muy difícil de llevar, que necesitaba mis momentos de soledad y de abstraerme y noches sin dormir. Después tengo situaciones muy simpáticas con “Ata” (Atahualpa), porque yo pensaba que mi escritorio era como un bunker donde no se me escuchaba. Y salir a tomar agua y verlo a mi hijo imitándome, diciendo ciertos discursos que yo repetía y riéndose un montón, me daba mucha ternura. Yo me lo tomaba con tanta seriedad y él con tanto chiste, que me hacía salir de la solemnidad que a veces le pongo a ciertas cosas que para mí son importantes. Pero cuando uno cierra la puerta de su casa, todo eso tiene que quedar afuera, ¿no? A veces es difícil dejarlo. Y en los momentos en que estaba en casa en ese mood era mirarlo a mi hijo y pensar: “Okey, Nati, pará la moto que sos mamá acá. O sos compañera…”. Pero a mí prepararme me da seguridad, confianza en mí misma, me da certezas aunque uno está un poco a ciegas, en la vida en general y en esta vocación, el hecho de que mi cuerpo sienta ese miedo, que es diferente al pánico, pero sí el miedo hace que diga “okey, esto es importante y yo soy chiquita ante semejante personaje”.
—¿Una seguridad que también le da el coacheo actoral? Tengo entendido que trabajó con dos en este proyecto.
— Desde hace más de 10 años trabajo con coach, sobre todo en cine y en las series, y lo considero fundamental. Yo me reconozco en la mirada del otro y es muy difícil uno tener la percepción del 360, por eso me nutro mucho de las experiencias de los maestros, directores y compañeras. Y trabajo con coach porque además de disfrutarlo, siento que necesito un entrenamiento muy potente, diario y muy intensivo al ser una mujer muy intensa también. Tengo dos, una es Valeria Lorca, mi gran amiga y actriz que también es directora, y María Laura Berch que es quien me ha acompañado en muchas de las últimas películas, desde “Infancia Clandestina”, “Gilda”, “Wakolda”, “Re Loca”. El trabajo con María Laura es de mucha profundidad de análisis de texto y para Eva fue intensivo, de entrega total. En esta oportunidad también trabajé con Mariana García Guerreiro, una fonoaudióloga que me recomendaron Leo Sbaraglia y Mercedes Morán. Que para mí fue todo un descubrimiento trabajar el personaje desde la voz. Eva transita no solo desde lo corporal sino desde lo vocal una transformación enorme. Porque en su desarrollo político hace todo un trabajo con su voz que además es atravesado por la enfermedad. Y si bien en ningún momento intenté imitarla, sí era necesario mucho estudio de su historia, mucha lectura –leyendo los libros de las hermanas de Eva que han escrito– buscar en los archivos, la gente del “Museo Evita” me ayudó muchísimo también y fueron muy generosos en brindarme un montón de archivos fílmicos y sonoros que no son públicos, que a mí me nutrió de un sinfín de matices que ella tenía quizá no tan conocidos. Y mucho material que un gran amigo director Martín Sastre tenía de su enfermera, que tuvo la posibilidad de hacerle varias entrevistas.
— Si bien acostumbra a mutar con sus looks, pasar al rubio platinado no le habrá resultado indiferente. ¿También tuvo que bajar de peso?
— No fue algo que me haya movilizado, para mí el pelo fue un detalle en relación al cambio físico que tuve que hacer. Obvio que impacta pero yo tuve una transformación física importante. Eva en pocos años transformó su físico y lo deterioró mucho. Y si bien para mí el cuerpo es el templo de una persona y lo cuido mucho, siempre he tratado de acompañar esos cambios físicos que a veces son externos e internos –en este caso ambos– desde el cuidado médico y desde la necesidad de un personaje. Yo interpreto a Eva desde que es actriz hasta que muere por cáncer y ella muere muy delgada. Pero claramente no llegué al peso que ella tenía cuando fallece, porque eso sería lastimar mi cuerpo. Pero sí llegar a un lugar consensuadamente, donde fuera creíble y a mí me ayudara a sentir esa debilidad física en el cuerpo, que ya no era el mío. También usé lentes de contacto marrones porque yo tengo ojos verdes. Porque si bien no soy parecida a Eva, buscamos ciertas similitudes para que sea un plus. Después como rubia por fuera del personaje me divertí bastante, porque dije “okey, voy a ser rubia 6 meses y voy a jugar un poco” y siempre para mí es bienvenido. Pero prefiero ser morocha, siento que paso más desapercibida.
—¿En su casa se lo hicieron notar?
— En casa están acostumbrados a que mamá cambie jaja. Cuando “Ata” me vio rubia me dijo que le gustaba más morocha y siempre me preguntaba cuándo volvía a mi color. Creo que los hijos también idealizan a sus madres de determinada manera y quieren que sean sus mamás y no otra persona. Ricardo (Mollo), por ejemplo, siempre me dice que estoy hermosa, me acuerdo en “Cleopatra” cuando me tuve que pelar y él estaba conmigo de la mano y me decía: “Estás hermosa” y yo me miré al espejo y era un pollo mojado todo pelado horrible, pero viste que el amor hace que uno sortee esas dificultades. (Risas) Pero volviendo a Eva, tuve toda mi energía puesta al servicio de ella. Más allá de toda la enorme obra que ha hecho, no solamente su Fundación, sino la transformación de la mujer política en los 40 y 50, porque claramente ella fue fundamental en el cambio que tuvo la mujer en ese momento de la historia, trascendental, Los derechos, la organización de las mujeres dentro de la política.
— Ud. también ha llegado a ser un ícono para las mujeres, además de su compromiso con la sociedad en diferentes causas.
— Es difícil que yo pueda comparar siquiera cualquier cosa que haya hecho en mi vida. Ya el solo hecho de pensar que en 1947 ella logra el voto femenino, que la mujer vote y además que tenga documento, es maravilloso. Yo siempre fui una persona muy independiente, que siempre desde mis posibilidades traté de luchar por los que más lo necesitaban, soy Embajadora de Buena Voluntad para Unicef, colaboradora de distintas entidades sociales, también ambientalista pero no se compara nada de lo que pueda hacer ninguna persona de mi generación. Mujeres que dieron su vida por su causa. Yo no estaría dispuesta a dar mi vida por otra persona que no sea mi hijo, suena egoísta, pero es la verdad. Mi vida es mi familia y mi hijo y quiero cambiar la realidad, pero principalmente quiero que mi realidad sea un lugar de paz y de armonía y desde ese lugar ayudar a otros y a otras. También creo que el trabajo de las mujeres viene de hace muchísimos años, mucho antes incluso de lo que Eva logró, pero a veces uno lo mira con perspectiva de género, desde el 2020, y si bien hay muchas cosas por las cuales seguir luchando, se han logrado desde hace un par de décadas muchas cosas que parecían impensadas.
—¿Acompaña el movimiento feminista? ¿Desde qué lugar se involucra?
— Yo creo en la igualdad de oportunidades y de derechos, no solamente para las mujeres. Creo en la equidad, en la inclusión que todos y todas nos sintamos incluidos en una sociedad más equitativa, que juzgue menos, que sea más abierta, más amorosa, siempre fui así y así crio a mi hijo. Y creo que las nuevas generaciones, las de mi hijo y mis sobrinas, de mis ahijados tienen un mundo mucho más sano, que todavía falta mucho por trabajar. Pero no solo para la equidad de género en cuanto al feminismo, me parece que hay que trabajar mucho más ampliamente en el sentido de la parte ambiental, en la diversidad sexual desde la escuela y creo que es un todo. Las mujeres hemos luchando por nuestros derechos durante muchos años, las personas transgénero también y en ese sentido somos un mismo planeta al que estamos destruyendo y tenemos que tener una mentalidad mucho más compasiva y amorosa con el otro y el universo.
— Hablando de amor, alguna vez dijo que para usted el concepto de “amor romántico” nunca muere. ¿Sería cursi decir que se enamora todos los días de su pareja?
— Para mí el amor tiene que ver con algo muy grande, el amor a la vida, al prójimo, a tu hijo, a tu compañero, el amor a un árbol. Si suena cursi, puede ser. Yo soy de la que se abraza a los árboles y agradece a la Pachamama y se emociona con una flor y caminar descalza: para mí eso es el amor en su totalidad más grande. En querer el bien para el resto, para uno mismo.
— Su documental “Nasha Natasha” fue un éxito mundial durante la pandemia. ¿Ya fue tentada para contar su vida en una biopic?
— El documental fue de las cosas más lindas que me pasaron en esta pandemia, que todavía sigue siendo muy difícil de transitar para la humanidad, porque no esperaba que tenga la trascendencia que tuvo. Sí me tentaron para hacer como una película de mi vida musical, de mis canciones, pero me pareció muy raro que a alguien le pueda llegar a interesar. Lo mismo me pasaba con el documental, donde se me conocía desde un lugar muy personal que nunca había mostrado de mi intimidad, lo que me dio mucho miedo aunque la respuesta de la gente fue amorosa.
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