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CELEBRIDADES 28-11-2021 21:42

Otra tarde de gloria para Adolfo Cambiaso

El polista convirtió 11 goles en la victoria de La Dolfina frente a Ellerstina y está a un paso de la final del Abierto Argentino. Una historia de resiliencia y vigencia. Galería de fotosGalería de fotos

Otra tarde de gloria para Adolfo Cambiaso
Otra tarde de gloria para Adolfo Cambiaso | AAP

Adolfo Cambiaso volvió a sus grandes tardes de gloria con un partidazo frente a Ellerstina, en el que La Dolfina dominó gran parte del partido y terminó ganando por 16 a 14 con 11 goles de Cambiaso.

“Lo llevamos muy bien, lo jugamos muy bien. Somos La Dolfina y nos debíamos un partido así. No nos podíamos ir de Palermo tan fácil”, dijo tras el partido.

Ahora, solo resta esperar el vencedor del partido frente a Ellerstina y La Ensenada el próximo sábado; pero lo cierto es que gracias a la gran actuación de Cambiaso, La Dolfina está a un paso de la gran final.

En su gran partido, el polista estuvo acompañado por María Vázquez y su hija Myla, que vieron la victoria desde el palenque, mientras Mía y su novio Juan Martín Zubía lo hicieron desde la tribuna.

La gran actuación de Adolfo Cambiaso le valió el título de MVP del partido y, para celebrarlo, sus fanáticos se acercaron al palenque para celebra con el equipo y pedirle autógrafos y fotos. Para organizar el espacio y cuidar al equipo, Federico Perrotti se hizo presente y siguió a sol y a sombra al destacado jugador que a sus 46 años sigue brillando, convirtiéndose en un ejemplo de resiliencia.

María Vázquez: "Elegí acompañar a mi marido por amor a la familia"

Allá por los noventa, el auge de las suspermodelos no sólo fue un fenómeno argentino sino que global. A toda mujer emparentada con el mundo de las pasarelas se le abrían las puertas de la visibilidad y el estrellato, por lo que muchas  adolescentes lidiaban con sus padres para conseguir la veña aprobatoria. Itinerante desde su infancia por tener un padre diplomático, el recordado Jorge Vázquez, María Vázquez (46) terminaba sus estudios secundarios en Nueva York cuando el bichito del modelaje le empezó a picar. En su hogar no caía muy bien cualquier inclinación artística, pero de vuelta en Buenos Aires el llamado de Ricardo Piñeiro (66) para incorporarse a su agencia fue difícil de resistir.

Entré medio de casualidad, y mis padres aceptaron a regañadientes con la condición de que también empiece la facultad, recuerda. Así su nombre ganó un rápido protagonismo mediático, y fue en una fiesta con personalidades de todos los ámbitos cuando conoció al hombre de su vida, el polista Adolfo Cambiaso (46): “Yo venía de cortar una relación y no estaba buscando nada, él me pareció amoroso, muy calladito, ese día no hubo mucho feeling... Pero a la semana nos volvimos a encontrar en otra fiesta y justo coincidimos en la entrada. Cuenta la leyenda que él se estaba yendo porque no dejaban entrar a su amigo, y cuando me vio volvió y su amigo lo esperó durmiendo en el auto (risas). Me pidió el teléfono y no se lo dí, aunque al final mi mejor amigo se lo terminó dándo”.

El desenlace de esa atracción bilateral los terminó uniendo para siempre. A la semana él la llamó, empezaron a salir y los dos mundos tan distintos fueron encastrando: “Obvio que me pareció una bomba, espléndido, pero yo tenía mucha exposición mediática y él aparentaba tímido. La relación se fue dando muy naturalmente, todo el tiempo fui descubriendo cosas que me fueron gustando. En lo que sí nos parecíamos era que los dos viajábamos mucho de chiquitos, él por el polo y yo por el trabajo de mi padre. Y en ese punto, el de vidas solitarias y el desapego, conectamos muy bien hasta el día de hoy”.        

María y Adolfito ingresaron al Siglo XXI como una pareja estabilizada, hasta que en febrero de 2001 formalizaron por civil en Cañuelas, el lugar en el mundo del polista y donde María aceptó convivir: Fue todo de un día para otro, él lo organizó a su manera. Eramos muy poquitos, quizás me hubiese gustado la fiesta y entrar con el vestido de novia a una iglesia, pero nunca encontrábamos el momento y con el tiempo fui perdiendo esa ilusión. Hoy lo miro a la distancia y estuvo buenísimo, llevábamos seis años de novios y Adolfito siempre quiso vivir juntos y tener hijos”, explica María, en ese entonces conductora de “El Rayo”, uno de los programas que marcaba tendencia en la TV local.

Los hijos empezaron a llegar con el nacimiento de Mía Cambiaso (19) en noviembre de 2002. Ese fue el punto de quiebre para tomar una decisión que la modelo venía madurando, pero que no era sencilla de asumir. ¿Dejarlo todo por amor? ¿Resignar trabajos y oportunidades en pos de dedicarse a la familia? Ser mujer de uno de los mejores polistas argentinos, después devenido en el mejor del mundo, implicaba muchos viajes y desarraigo.

A diferencia de acompañar a un futbolista o a otros deportistas a ciudades donde se firman contratos por un par de años, en el polo los traslados son cada tres meses, de continente a continente. Una vida nómade por donde se la mire que no daba lugar a muchas opciones: “Más que dejarlo todo por amor, fue una elección. Ya siendo mamá decidí que la prioridad era la familia. Hacía los trabajos que podía y con los tiempos que podía, cualquier propuesta me demandaba una continuidad, y era imposible ir y venir teniendo chicos. Las distancias son complicadas y los chicos necesitaban una rutina dentro de la vida desordenada que teníamos. Tuve oportunidades que me hubiese gustado aceptar, pero la familia era lo más importante y había que encararla juntos”.

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