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Carolina de Mónaco decidió viajar al castillo de Marchais, que tiene el mismo nombre que el municipio donde se encuentra. La familia Grimaldi cuenta con el mismo desde hace 170 años, gracias a la esposa belga del príncipe Carlos III de Mónaco.
La impresionante residencia en donde se encuentra Carolina cuenta con una fascinante historia que guarda muchos recuerdos familiares. Recordemos que según la prensa local, la royal aterrizó en un avión privado solo con la compañía de sus dos perritos para disfrutar de sus vacaciones.
Al ver que la princesa llegó al castillo, se comenzó a hablar nuevamente del origen del mismo. Todo comenzó cuando tres caballeros galos comenzaron el culto a una virgen negra. Uno de los descendientes de los hermanos, Nicolás de Boussu, heredó las tierras gracias a su madre y decidió construir una lujosa residencia de ladrillo y piedra.
A lo largo del tiempo, el castillo tuvo varios propietarios nobles hasta que hace 170 años, en 1854, la condesa Antoinette Ghislaine de Mérode se interesó en la propiedad. La joven de tan solo 26 años era la esposa de Carlos Grimaldi. Gracias a ella, ahora Carolina de Mónaco puede disfrutar de unas relajantes vacaciones en Marchais.
La relación de la familia Grimaldi y el castillo de Marchais
En la página web del municipio dejan en claro que la familia real siempre intentó estar involucrados en la vida local: "La princesa Antoinette descubrió las precarias condiciones de vida de una población local que había sufrido las repercusiones de las revoluciones, las guerras napoleónicas y los periodos de inseguridad que las siguieron. La ayuda y la asistencia humanitaria se convirtieron en sus preocupaciones cotidianas".
El complejo donde se ubica el castillo de Marchais está situado al noroeste de Francia y cuenta con una extensión varias veces superior a la del principado de Mónaco. Además, en los años ochenta, la familia Grimaldi albergó una manada de camellos, entre otros animales, que rescataron de un zoológico en quiebra.
J.C.C
