miércoles 11 de septiembre del 2024
INTERNACIONAL 14-08-2024 15:21

Por qué dicen que Charlene de Mónaco y Carolina de Mónaco se odiaban: la verdadera historia

Las royals no tienen buena relación y mantienen sus distancia.

El 1 de julio de 2011, Mónaco se vistió de gala para celebrar uno de los eventos más esperados del año: la boda del príncipe Alberto II con Charlene Wittstock, conocida ahora como Charlene de Mónaco. Sin embargo, lo que debía ser un día de celebración y unión, se convirtió en el origen de una de las rivalidades más comentadas en la realeza europea: la tensa relación entre la princesa Carolina de Mónaco y su nueva cuñada.

Aunque el rumor de que las dos princesas no se llevaban bien había comenzado a circular desde antes, fue durante esta fastuosa ceremonia que la enemistad se hizo evidente para todo el mundo. La chispa que encendió la llama de esta historia fue un detalle que para muchos pasó desapercibido: el lugar en la mesa de banquete.

Según la tradición y las reglas del protocolo monegasco, la persona más relevante del principado debía ocupar el asiento a la izquierda del príncipe Alberto, mientras que el padre de la novia ocuparía el lugar a su derecha. Carolina de Mónaco, hermana del príncipe y considerada durante mucho tiempo la primera dama no oficial del principado, debía ser la ocupante natural de ese lugar de honor. Sin embargo, en un giro inesperado, ese asiento fue otorgado a Lynette Humberstone, madre de Charlene, relegando a Carolina a un segundo plano y sembrando la semilla de la discordia.

Cómo comenzó la enemistad entre Carolina de Mónaco y Charlene

Françoise Dumas, la organizadora del evento y de muchas otras fiestas de la familia Grimaldi, fue quien cometió este "error" de protocolo que, aunque aparentemente inocente, envió un mensaje poderoso sobre el nuevo orden en el principado.

Carolina, siempre elegante y con una diplomacia digna de su posición, decidió no protestar. Sin embargo, su reacción fue contundente: en lugar de sentarse con su hermano y la nueva princesa, optó por compartir la mesa con el rey Alberto de Bélgica y el Gran Duque de Luxemburgo, un gesto que no pasó desapercibido.

A partir de ese día, la relación entre Carolina y Charlene se convirtió en un tema recurrente en la prensa, alimentado por ausencias notables y comentarios mordaces. Charlene, en una entrevista, llegó a describir a Mónaco como "un lugar poblado de tiburones y víboras", una frase que muchos interpretaron como una referencia a su cuñada.

La tensión entre ambas es tal que evitan concurrir a eventos en el que pueda estar la otra y si es inevitable, se ubican en lugares opuestos para estar bien lejos la una de la otra.

VO