La vida de la princesa heredera al trono, Victoria de Suecia, que el 14 de julio celebrará sus 43 años, parece escapada de un taquillero filme de Hollywood. Hija de los reyes Carlos XVI Gustav (74) y Silvia (76), desde el día de su nacimiento, en 1977, supo que su destino era el trono de su país. Por eso desde pequeña recibió formación militar y aprendió, entre otras tareas, a disparar lanzamisiles. Cuentan los allegados que como Victoria tenía pocos amigos y padecía algunos problemas de anorexia, su propia hermana, Magdalena (38), la alentó para que se anotara en un gimnasio de Estocolmo para conocer más gente y le presentó a su futuro entrenador.
Así la triste princesa comenzó a codearse, en 2001, con un plebeyo de clase media que manejaba el gimnasio. Daniel Westling (46) no tardó en ganarse su corazón pero luego de 9 años de noviazgo recién en 2008 los reyes terminaron aceptándolo y autorizando la boda. Al principio ni ellos ni el Parlamento consideraban que fuera un “buen partido para la futura reina de Suecia”.
Después de pelear esa dura batalla y de “instruir” a Westling en los deberes de un príncipe consorte –y le dieron la tarea de promover el deporte en los jóvenes–, el 19 de junio de 2010, pudieron tener su boda de ensueño ante la presencia de reyes y princesas de todas las Casas Reales de Europa. Pero durante sus años de noviazgo, además de la pelea por la aceptación de su novio, Victoria tuvo que enfrentar un durísimo momento cuando a Daniel lo sometieron a un trasplante de riñón –que le donó su padre- y que, al principio, temieron que afectara su fertilidad. Pero dos años después nació Estela (8) y los reyes respiraron tranquilos al saber que su sucesión estaba asegurada.
Luego, en 2016, nació Oscar (4) y ya todos quedaron felices. Victoria será la primera reina mujer luego de Isabel II (94) y Margarita II de Dinamarca (80), y además, es madrina de tres futuros reyes de Europa, Amalia de Holanda (16), Christian de Dinamarca (14) e Ingrid de Noruega (16).
Luego de su gran boda, se fueron a vivir al Palacio de Haga, en las afueras de Estocolmo. Pero antes de instalarse en la mansión con más de 200 años de antigüedad, supervisaron una remodelación que costó 5 millones de euros. Ubicado a orillas de la Bahía Brunnsviken, en un claro estilo italiano, su palacio tiene 41 habitaciones y ocupa un terreno de 3 mil metros cuadrados en el municipio de Solna.
“Haga supone un sentimiento especial para mi familia y para mí. Mis abuelos paternos, el príncipe Gustavo Adolfo y la princesa Sibila, vivieron en este castillo con sus hijos. Y mi padre, el actual Rey, nació aquí. Puede parecer raro, pero nunca he tenido la posibilidad de conocer a mis abuelos, y vivir en Haga me da la sensación de estar más cerca de ellos. Siento como que el círculo se ha cerrado”, aseguró Victoria. Quien por esa misma razón conservó parte del mobiliario de sus abuelos, como una monumental araña, y supervisó la restauración de la chimenea construida en 1930. Otro tesoro invalorable que conserva como herencia familiar es un gigantesco cuadro de Louis Belanger, que preside la sala principal y muestra el Palacio de Haga en la época de su abuelo.
Entre los ambientes más usados por la familia, ella destaca la gran Sala Comedor, con una mesa ovalada para 36 personas y con sillas tapizadas en terciopelo azul. En el Salón de las Armas de las familias Bernadotte (su apellido) está otra gran chimenea y en un rincón especial descansa la silla “Sulla” de finales del siglo XVIII. Sorpresivamente, al costado de la chimenea se encuentra una sesta para leña realizada con neumáticos reciclados. Demostrando una de las preocupaciones del matrimonio por la vida sustentable.
En la Sala de Estar descansa otro de los tesoros familiares, un libro sobre la Acrópolis y otro cuyo valor no se puede estimar, titulado “Suecia: Luz y Paisaje”. A pesar del obligatorio aislamiento por el COVID 19, la pareja quiso celebrar el “Día Nacional de Suecia”, el 6 de junio, con unas fotos de toda la familia vestida con los típicos trajes de cada uno de sus ducados. Y para su décimo aniversario de boda, el 19, Victoria volvió a ponerse el icónico vestido que el libanés Elie Saab le diseñó para la Gala pre boda.
Un traje de “cuento de hadas”, según su creador, en tejido sinuoso en tono nude con mucha pedrería. Entallado y con una falda que termina en cola, semitransparente. Que acompañó con su tiara Connaught de diamantes y gotas de diamante, con pendientes y la banda de la Orden de los Serafines con un broche de rubíes y diamantes. “Somos una familia normal y muy feliz”, repitió por sus ya casi 20 años de amor.