Días atrás, Michael J.Fox, hoy de 57 años, brindó una entrevista a la revista Closer Weekly en la que contó cómo es vivir con Parkinson, enfermedad que le diagnosticaron hace casi tres décadas. Entre otras cosas compartió cuando al momento de enterarse le dijo a su doctor “has cometido un error” para más tarde salir corriendo de la consulta. Y también confesó que su inmediata respuesta fue comenzar a beber, pero que pudo abandonar ese hábito gracias al apoyo de su esposa. Hoy, más calmado, dice que deja de pensar en cómo estará en el futuro para focalizarse en el presente, tomar la medicación, hacer sus ejercicios y disfrutar de los buenos momentos de la vida.
Es que en plena edad productiva, un diagnóstico de una enfermedad que en la cultura popular se piensa como invalidante y típica de los adultos mayores, resulta devastador. Y aunque los casos en personas jóvenes son pocos en comparación con el total, pueden aparecer y suelen estar relacionados con la herencia genética. Así lo confirmó la doctora Emilia Gatto, médica neuróloga, a cargo del área de Parkinson y Movimientos Anormales del Instituto de Neurociencias de Buenos Aires (INEBA) y del departamento de neurología del Sanatorio de la Trinidad Mitre.
“Se estima que entre un 10 un 15% de los pacientes pueden tener formas de comienzo temprano -antes de los 40 años- o de comienzo juvenil- antes de los 20- esta última muy infrecuente. En general, las formas tempranas suelen tener un patrón hereditario llamado ‘herencia autosómica recesiva’. Esto significa que cuando al ser los dos padres portadores de una mutación genética, existe un riesgo de 25% de que la descendencia pueda tener esa mutación o alteración y desarrollar la enfermedad”, indicó la neuróloga. Aún, lo más frecuente es que las manifestaciones de la Enfermedad de Parkinson (EP) comiencen después de los 40 0 50 años y que se incrementen en las personas más añosas.
Lee también: Cecilia Bolocco habló sobre el estado de salud de Máximo Menem
Más allá de que aún no exista una cura y no esté disponible aún un tratamiento neuroprotector para aquellos con un algún antecedente familiar, para la doctora Gatto es importante identificarlos, porque esas son las llamadas “poblaciones en riesgo” en las que se pueden percibir “síntomas premotores o prodrómicos, que podrían sugerir la aparición de la EP”.
¿Pero cómo debe prepararse la familia si un ser querido es diagnosticado? Para empezar, la médica neuróloga recomienda tener en claro que no todo los pacientes son iguales y no van a evolucionar de la misma manera. “Muchas veces las familias proyectan en algún caso de un conocido, pero esa persona puede tener una evolución completamente distinta. Aceptando eso, el entorno debe apoyar y estimular, no solo para que el individuo con EP vaya a los controles médicos periódicos, sino también para que practique actividad física y estimule su intelecto, ya que eso contribuye muchísimo a la mejoría”, señaló.
Ante la pregunta de si existen diferencias entre los síntomas de los jóvenes y las personas más añosas, la doctora Gatto confirmó que por lo general los pacientes de menos edad no van a presentar un impacto cognitivo como aquellos que comienzan con los síntomas más tarde, aunque sí van a mostrar manifestaciones clínicas temblorosas más frecuentes y movimientos involuntarios o secundarios.
En cuanto a los tratamientos, especificó que antes de los 75 años se tratan de administrar agonistas dopaminérgicos para después escalar a levodopa, aunque existen escuelas que discuten esta línea “porque la levodopa es la droga de mejor elección”, indicó.
Por último, la médica recordó: “Hay que tener mucho cuidado con mantener la actividad física, que es parte del tratamiento, así como también el apoyo psicológico. Y a los jóvenes se les debe remarcar que el consumo de drogas ilícitas puede exacerbar o agravar cierta sintomatología”, concluyó.